San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 5 de diciembre de 2013

El dolor del Sagrado Corazón de Jesús


         En la Segunda Revelación, Jesús se le aparece a Santa Margarita María de Alacquoque con su Corazón rodeado de espinas: “El divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, más brillante que el sol, y  transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas, significando las punzadas producidas por nuestros pecados…”[1].
         Debido a que estamos acostumbrados a ver imágenes estáticas del Sagrado Corazón, podemos llegar a creer que las espinas no le provocan dolor a Jesús, reduciéndolas así a un elemento casi decorativo en la devoción. Pero las espinas, que representan nuestros pecados, como lo dice el mismo Jesús, le provocan dolores intensos y continuos. En otras palabras, el hecho de que Jesús se aparezca a Santa Margarita María con su Corazón rodeado de espinas, no se debe a un intento de construir una devoción basada en solo los afectos: describe el estado real de intenso sufrimiento del Sagrado Corazón de Jesús en el Huerto de Getsemaní y en la Pasión, en donde la enormidad de los pecados de toda la humanidad, abatiéndose sobre Él, le produjo dolores intensísimos y de una magnitud desconocida para el hombre. Son estos dolores atroces los que están representados por la corona de espinas que rodean al Sagrado Corazón, dolores sufridos en la Pasión pero también ahora, en su estado actual de resucitado y glorioso, porque si bien Jesús ya no sufre físicamente, sí sufre moralmente, así como sufre un padre que ve que su hijo se encamina irremediablemente hacia el abismo. Las espinas del Sagrado Corazón representan por lo tanto no solo el dolor físico, moral y espiritual sufrido por Jesús en la Pasión, sino también el dolor moral experimentado ahora, en su estado de resucitado, dolor que se extenderá hasta el fin de los tiempos.
Las espinas sirven para que nos demos al menos una ligera idea de la intensidad, atrocidad y agudeza de los dolores de Jesús, y eso lo podemos hacer considerando qué es lo que sucede en un corazón vivo que se encuentre rodeado de espinas, puesto que Jesús está vivo y con su Corazón latiendo con el ritmo cardíaco propio de cada corazón. Como todo corazón vivo, entonces, el Corazón de Jesús late pero al estar rodeado de espinas, sufre en cada latido; sufre en la fase de expansión del Corazón –diástole-, en el momento en el que el corazón se relaja, porque allí es perforado y atravesado por las espinas punzantes, las cuales llegan hasta el interior de las cavidades cardíacas; sufre también luego, en la fase de contracción –sístole-, porque estas espinas se retiran, provocando el desgarro de las paredes cardíacas, aumentando el dolor producido en la fase anterior.
De esta manera, podemos darnos al menos una pálida idea de los sufrimientos padecidos por Jesús en el Huerto de Getsemaní y en la Pasión, sufrimientos que continúan y continuarán hasta el fin de los tiempos y que son causados, como lo dice Jesús, por la ingratitud, la indiferencia, la frialdad de los cristianos para con su Sacrificio redentor y para con su Presencia eucarística. Esta es la razón por la cual, si queremos en algo consolar y aliviar los dolores del Sagrado Corazón de Jesús, debemos ofrecer Horas Santas en reparación.



[1] http://www.corazones.org/santos/margarita_maria_alacoque.htm

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