San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 16 de junio de 2021

El Padre Pío y las llagas de Cristo

 



         El Padre Pío es, sin ninguna duda, uno de los más grandes santos y místicos de la historia de la Iglesia Católica. No solo por sus dones extraordinarios, como la lectura de los corazones, la bilocación, el realizar todo tipo de milagros, aun en vida, sino ante todo por su vida de santidad, es decir, por la heroicidad en la vida cristiana virtuosa, por el vivir en grado heroico las diversas virtudes, como la humildad, la fe, la caridad, etc. Además de todo esto, el Padre Pío es uno de los pocos santos estigmatizados de la Iglesia, es decir, de santos que llevaron, en sus cuerpos, las llagas de Cristo y es aquí en donde nos vamos a detener brevemente. Ante todo, al referirse a estas llagas, muchos dicen, erróneamente, “las llagas del Padre Pío” y en realidad no es así, sino que son “las llagas de Cristo”, porque son las heridas de Cristo las que, místicamente, llevó el Padre Pío a lo largo de su vida. No son llagas propias de él, del Padre Pío, sino que son las llagas de Jesucristo, del Hombre-Dios, quien quiso, explícitamente, que el Padre Pío las llevara visiblemente y también sensiblemente, porque estas llagas le dolían al Padre Pío, porque no es que las llevara simplemente, sin sentir su presencia. Este don extraordinario de las llagas visibles de Jesucristo nos lleva a preguntarnos qué sentido tienen, o mejor, cuál es la razón por la cual el Padre Pío las llevó, en su vida terrena, por voluntad explícita de Dios.

         Podemos decir que el Padre Pío llevó las llagas de Cristo porque estas son un recordatorio de su Pasión de Amor: Jesús sufrió la Pasión no por obligación, no involuntariamente, sino por Amor, Amor que es Amor de Dios y no de un simple hombre y por lo tantos, es un Amor Eterno, Infinito, Incomprensible, sufrido por todos y cada uno de nosotros, de manera tal que si cada uno de nosotros fuéramos el único habitante de la tierra, Jesús habría sufrido su Pasión de Amor por nosotros, personalmente. Si es un recordatorio de su Pasión de Amor, entonces es un recordatorio de que debemos devolver ese Amor, según el dicho: “Amor con amor se paga” y el amor con el que debemos pagar la deuda de amor que tenemos con Cristo lo devolvemos con obras de misericordia, por ejemplo.

         Podemos decir que las llagas de Cristo que llevó el Padre Pío son un recordatorio de lo que significa ser cristianos: ser cristianos no es un simple título, sino que es ser hijos adoptivos de Dios Padre, en el Hijo y si Jesucristo sufrió la Pasión para salvarnos y llevarnos al Cielo, entonces también nosotros debemos pedir la gracia de participar de la Pasión de Cristo, de la forma en que Dios disponga según su santa voluntad. Las llagas nos recuerdan que nuestra vida como cristianos no es ni puede ser un lecho de rosas, porque Cristo está crucificado en el Monte Calvario y si Él está crucificado, con sus heridas abiertas y sangrantes, nosotros no podemos pretender vivir en un lecho de rosas.

         Podemos decir que las llagas de Cristo que llevó el Padre Pío son un recordatorio de que nuestras manos, pies, corazones, y todos nuestros pensamientos y sentidos, deben estar crucificados con Cristo, porque si Cristo está en la Cruz y nosotros estamos unidos a Él por el Sacramento del Bautismo, entonces nuestro lugar es la Cruz, es estar crucificados con Cristo. Esto significa, concretamente, que nuestros pensamientos, sentimientos y sentidos, deben ser los pensamientos, sentimientos y sentidos de Cristo crucificado.

         Podemos decir que las llagas de Cristo que llevó el Padre Pío son un recordatorio de que la Santa Cruz es el Camino al Cielo -y por lo tanto lo es la Santa Misa, que es la renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio del Calvario-: la contemplación de estas llagas deben llevarnos a la consideración de que estamos de paso en esta vida terrena y que nuestro destino final no es “vivir bien” en esta vida, sino buscar, con todo nuestro ser, unido a Cristo, la vida eterna, el Reino de los cielos.

         Por último, podemos decir que las llagas de Cristo que llevó el Padre Pío son un recordatorio de que las llagas de Cristo son el refugio que debemos buscar, si queremos salvar nuestras almas. Estamos en esta vida para salvar nuestras almas y las de nuestros hermanos, para escapar de la Ira de Dios y de la eterna condenación en el Infierno, para llegar, por el Amor de Cristo, al Reino de Dios en el Cielo, pero no lo haremos, en tanto y en cuanto vivamos apegados a esta vida y a sus atractivos: sólo si nos refugiamos en las heridas de Cristo, viviremos en gracia y, lo más importante, moriremos en gracia y así seremos llevados, por el Amor que brota de la herida del Costado de Cristo, al seno del Padre en la eternidad.

         Es esto lo que nos deben recordar las llagas de Cristo que lleva el Padre Pío.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario