San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

sábado, 29 de mayo de 2021

San Justino, mártir

 



         Vida de santidad[1].

Flavio Justino, conocido como San Justino Mártir, nació en Neápolis (actual Nablus o Naplusa, en Samaria, Palestina) hacia el año 100 de nuestra era y murió, martirialmente, en el año 165, en Roma. Poseía una poco frecuente sed por el saber, la verdad y el conocimiento y fue esto lo que lo llevó a buscar respuestas en diversas escuelas filosóficas de su tiempo, como la escuela de los estoicos, peripatéticos, pitagóricos y neoplatónicos; su amor por la Verdad lo llevó a su definitiva conversión al Cristianismo, conversión que le llegó por medio de las enseñanzas de un anciano cristiano en Éfeso, quien le enseñó la fe católica por medio de la lectura del Antiguo y el Nuevo Testamento. Por esto es considerado el primer filósofo cristiano y también uno de los primeros Padres Apologistas griegos, siendo la escuela filosófica cristiana fundada por él, un puente entre el paganismo y el Cristianismo, un puente que conduce, desde el error del politeísmo pagano, a la Verdad de un Dios Uno, según sus propias palabras: “la filosofía es lo que nos conduce a Dios y nos une a Él”.

Escribió unas ocho obras, pero sólo se conservan fragmentos de sus dos “Apologías” y de su “Diálogo con Trifón”. La primera o defensas de la Fe Cristiana frente a los malentendidos, ataques y persecuciones de los paganos, está dirigida al emperador Adriano y contiene tres artículos dedicados al Bautismo y a la Eucaristía y en ellos se nos muestran cómo la Iglesia se mantiene fiel al Cristianismo primigenio; la segunda apología es continuación de la anterior y va dirigida al emperador Marco Aurelio; en ambos casos, dice que las escribe “a favor de unos hombres y una raza que son injustamente perseguidos, yo uno de ellos, Justino, hijo de Prisco”. Por su parte el diálogo con el judío Trifón, su obra más importante en el marco de la Filosofía, recoge sus principales enseñanzas de corte filosófico y describe su búsqueda de la verdad, esto es, la Fe, después de la insatisfacción que le produjeron las diversas respuestas ofrecidas por los movimientos filosóficos de su tiempo.

Según las actas notariales de su martirio fue decapitado bajo el prefecto Junio Rústico (163-167), en Roma, junto a otros seis cristianos: Caridad, Caritón, Evelpisto, Hierax, Peón y Liberiano. Así finalizó su vida terrena un hombre santo que vivió buscando la Verdad de Dios y la encontró en Jesucristo y, habiéndola encontrado, dio su vida por Jesucristo, la Sabiduría Encarnada.

         Mensaje de santidad.

         Ante todo, San Justino es ejemplo de santidad en su deseo apasionado por conocer la Verdad acerca de Dios –y en esto se parece mucho a San Agustín-; por este deseo de conocer la Verdad divina, es que se dio cuenta de que en las escuelas filosóficas paganas no se encontraba la Verdad Absoluta, tal vez, algunos destellos de verdad, pero no la Verdad Total que Él andaba buscando. Esto es un ejemplo para nosotros, porque quien busca y ama la Verdad, en realidad está buscando y amando a Dios, que es la Verdad Increada y la filosofía, esto es, el uso del intelecto humano en búsqueda de la Verdad, es un instrumento óptimo para esta búsqueda, siempre que se sea honesto, como San Justino, es decir, siempre que, en la búsqueda de la Verdad, el alma sea capaz de apartarse de todo aquel sistema filosófico o religioso en donde no se encuentre la Verdad. San Justino, en su “Diálogo con el judío Trifón”, dice que “la divinidad no es visible a los ojos de los hombres pero sí es comprensible por su inteligencia”[2] y esto es así, porque el hombre es “capax Dei”, es capaz de encontrar a Dios con su intelecto, rectamente usado. Por esto es que San Justino es ejemplo para todo aquel que busca, con sinceridad de corazón y con amor, la Verdad Absoluta acerca de Dios. Quien esto hace, encuentra a Dios, porque Dios se deja encontrar por quien lo busca con recto corazón y con amor. Y cuando encuentra a Dios Uno con la inteligencia, Dios se revela, en Cristo, como Dios Uno y Trino, como Trinidad Una y Santa, que pone en marcha, por deseo de Dios Padre, el plan de salvación, enviando a la Segunda Persona de la Trinidad a morir en Cruz, para conducir a los hombres, por medio de la Tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, al Reino de los cielos. Es esto lo que le sucedió a San Justino y es lo que le sucede a todo hombre que con rectitud de corazón y con amor busca a Dios: lo encuentra con su inteligencia como Dios Uno y ese Dios Uno se le revela como Uno y Trino, que ha venido a la tierra en el Hijo de Dios, para llevarlo, en el Hijo, por el Espíritu Santo, al seno de Dios Padre.

 

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