San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

domingo, 27 de septiembre de 2020

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

 


          Los Ángeles son seres puramente espirituales, que carecen de una corporeidad material, como la nuestra. Junto con nosotros, los seres humanos, los Ángeles forman parte de la Creación de seres inteligentes creados por Dios al inicio de los tiempos. A diferencia de nosotros, carecen de cuerpo, pero a semejanza de nosotros, poseen inteligencia y voluntad y por eso son llamados “personas”. La Iglesia celebra a tres Arcángeles en particular, Miguel, Gabriel y Rafael, puesto que son los únicos nombrados en la Biblia -aunque hay muchísimos más- y porque intervinieron, de una forma u otra, en la historia de la salvación de Jesucristo. Es conveniente recordar que hay otros ángeles, creados buenos por Dios, pero que se hicieron malos por propia voluntad, al no querer cumplir el fin para el cual fueron creados, esto es, amar y servir a Dios Uno y Trino y al Verbo Encarnado. Hay que recordar también que estos ángeles caídos se disfrazan de ángeles de luz y es por eso que ahora circulan oraciones a ángeles caídos, que son demonios, que se hacen llamar “Uriel”, “Azrael”, etc. Hay que saber que a estos ángeles no hay que rezarles, porque si uno lo hace, le está rezando a demonios.

          Otro aspecto a tener en cuenta es que los Ángeles buenos como Miguel, Gabriel y Rafael, tienen muchos buenos consejos para darnos: al haber participado ellos en la batalla en los cielos, entre ángeles buenos y malos, los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael pueden, si nosotros se los pedimos en la oración, hablarnos de cómo es Dios Trino, de su Belleza, de su Amor, de su deseo de que todos habitemos algún día en el Cielo; también pueden compartirnos de su experiencia de cómo es luchar contra los ángeles de las tinieblas, de manera que nosotros tengamos conocimiento y la gracia suficiente para enfrentar a estos ángeles oscuros y, con la ayuda de Dios, salir triunfantes en la lucha. Porque toda esta vida se reduce a una cosa: a una batalla, que no se libra en los cielos, sino en nuestros corazones, por la conquista de nuestros corazones, sea por Dios Trino y sus ángeles y santos, sea por el Demonio y los ángeles caídos que lo siguieron. Si queremos, al final de la vida terrena, ser llevados al Reino de los cielos, para servir, amar y adorar a Dios Uno y Trino y al Cordero por la eternidad, entonces invoquemos con frecuencia a los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael; así, acompañados por ellos en la tierra, adoraremos al Cordero por la eternidad en los cielos.

         

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