San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 19 de septiembre de 2018

San Expedito y el poder de la Santa Cruz de Jesús



         San Expedito nos enseña cuál es el camino a la victoria espiritual frente a la tentación: la Santa Cruz. En efecto, todos sabemos cómo fue que San Expedito fue tentado por el Demonio, que se le había aparecido en forma de cuervo, para que pospusiera la conversión para otro día. San Expedito, que era pagano, había recibido la gracia de conocer a Jesús y ahora él debía hacer su parte, es decir, él debía responder libremente a la gracia y para eso, debía abandonar su vida de pagano y comenzar a vivir la vida de los hijos de Dios. Pero el Demonio se le apareció en forma de cuervo y, volando sobre su cabeza, le repetía insistentemente: “Cras, cras”, que significa “Mañana, mañana”. El Demonio, muy sutilmente, no le decía a San Expedito que no se convirtiera, sino que pospusiera su conversión para el otro día, para “mañana”. Esto es un error, porque no sabemos si hemos de vivir mañana y si no aprovechamos la gracia de la conversión en el hoy y en el ahora, corremos el riesgo de morir sin convertirnos, es decir, sin entregar el corazón a Dios. La tentación, como dijimos, era muy sutil, porque el Demonio no le decía: “No te conviertas”, sino que le decía: “Conviértete, pero mañana. Por el día de hoy, continúa con tu vida de pagano, alejado de Jesús”.
         San Expedito respondió velozmente –por eso es el Patrono de las causas urgentes-, aplastando al cuervo que se le había acercado desprevenidamente y elevando la Santa Cruz, al tiempo que repetía: “Hodie”, es decir, “Hoy, hoy me convertiré en cristiano y no mañana; hoy comenzaré a vivir la vida de la gracia y no mañana; hoy perdonaré a mis enemigos en nombre de Cristo; hoy comienzo a vivir como hijo de Dios, como hijo de la luz y no de las tinieblas”.
         ¿De dónde sacó San Expedito, tanto la lucidez necesaria como para darse cuenta de la tentación del Demonio, como la fuerza sobrenatural para aplastar y vencer al Demonio? Las sacó de la Santa Cruz, porque Jesús crucificado, que es “necedad y debilidad para el mundo”, es en realidad “fuerza y sabiduría de Dios”, porque el que cuelga en la Cruz es el Hijo de Dios, Jesucristo, que es la Sabiduría y la Fortaleza de Dios. Al igual que San Expedito, frente a la tentación, cualquiera que esta sea, elevemos la Santa Cruz de Jesús y digamos: “Hoy y ahora viviré como hijo de Dios y no como hijo de las tinieblas”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario