San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 18 de marzo de 2011

San Isidro Labrador y San Isidoro de Sevilla



San Isidro Labrador
Si ser santos comienza por conocer a Dios, ¿eso quiere decir que hay que estudiar mucho para tener un alto grado de santidad? ¿Y si pasa que por uno u otro motivo, no podemos estudiar? ¿No vamos a poder llegar a ser santos? ¿Se puede ser un simple labrador y ser santo?
Para demostrarnos que se puede llegar a la santidad por el trabajo o por el estudio, están los santos San Isidro Labrador y San Isidoro de Sevilla. San Isidoro de Sevilla estaba considerado como el hombre más sabio de su época, porque estudiaba, escribía y sabía mucho, casi todo lo que se sabía en su tiempo[1].
San Isidoro de Sevilla
San Isidro Labrador, en cambio, no escribió nunca ni un solo libro, porque pasaba todo el día trabajando en el campo. Estos dos santos nos enseñan que se puede ser santos, más allá de lo que seamos.
En el caso de San Isidro Labrador, su santificación vino no por el estudio, sino por el trabajo. A San Isidro sus papás le pusieron ese nombre en honor a San Isidoro de Sevilla, el obispo que fue considerado como el más sabio de su época. San Isidoro era muy estudioso, y escribió muchos libros, y tal vez –no lo sabemos- los papás de San Isidro Labrador le pusieron el mismo nombre de San Isidoro de Sevilla, esperando que fuera tan estudioso como San Isidoro de Sevilla.
Pero San Isidro y San Isidoro de Sevilla eran muy distintos: uno era sacerdote, el otro laico; uno estudiaba y leía mucho, el otro, pasaba todo el día en el campo, y nunca escribió nada; uno era célibe, el otro, estaba casado con su esposa en matrimonio y vivió con ella hasta la muerte; uno, trabajaba con el estudio y la predicación, el otro, trabajaba con el arado y con la pala.
Había muchas diferencias entre San Isidoro de Sevilla, el doctor, y San Isidro de Madrid, el labrador.
Pero, a pesar de las diferencias, había una gran coincidencia: los dos amaban mucho a Jesucristo y por eso los dos son santos[2]; los dos recibían a Jesús en la Eucaristía, porque San Isidoro era sacerdote, mientras que San Isidro, que era campesino, iba todos los días a misa, antes de ir al campo.
¿Cómo serán nuestras vidas? ¿Más parecidas a San Isidoro de Sevilla, o más parecidas a San Isidro Labrador?
En realidad, no importa si somos doctores o si somos labradores, lo que importa es que, en nuestro trabajo, en nuestra profesión, en nuestra vida, amemos siempre y llevemos con nosotros a Jesús, como San Isidoro de Sevilla y como San Isidro de Madrid.



[1] Cfr. Bernardette McCarver Snyder, 115 Anécdotas en la vida de los santos, Editorial Lumen, Buenos Aires 2003, 88.
[2] Cfr. McCarver Snyder, ibidem, 89.

2 comentarios:

  1. Cordial Saludo,
    Quisiera saber si conoce la referencia de la imagen de San Isidro Labrador que tiene en su blog. De donde es la imagen, año, procedencia, etc? Cualquier información que tenga, se lo agracería mucho.

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  2. me encanta la historia de los Santos, que encaminaron su vida con tanta devocion, Creo en Dios, En Jesucrito, en la Santisima trinidad.

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