San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 12 de octubre de 2023

Beato Carlo Acutis

 



         Vida de santidad[1].

         Nació en Londres, el 3 de mayo de 1991 y falleció en Monza, Italia, el 12 de octubre de 2006. Era un estudiante italiano y un aficionado programador de informática, conocido por documentar milagros eucarísticos y apariciones marianas aprobadas en todo el mundo, y catalogar toda esa información en un sitio web que creó antes de su muerte por leucemia. Fue beatificado por la Iglesia católica en AsísItalia, el 10 de octubre de 2020 por un milagro atribuido a su intercesión[2]. Desde temprana edad, tuvo una devoción por la Eucaristía y por la Virgen María, a quien luego definió como “la única mujer de mi vida”. ​ Se interesó por la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Lourdes y de Nuestra Señora de Fátima, también estudió la vida de los santos, entre ellos Luis Gonzaga y Tarsicio, pero en particular se interesó por Francisco de AsísAntonio de PaduaDomingo SavioMaría Magdalena de Pazzi y los tres pastores de la Virgen de FátimaFrancisco MartoJacinta Marto y Lucía dos Santos. Su madre afirma que ella tuvo que tomar clases de teología para poder responder a las cuestiones que Carlo le planteaba[3].

A los siete años Carlo manifestó su deseo de recibir la comunión a la que llamó “mi autopista hacia el Cielo”. ​ Para no ceder a lo que creían que era un capricho, sus padres consultaron a monseñor Pasquale Macchi, ex secretario del papa Pablo VI. Tras constatar la madurez del niño, el prelado lo autorizó a realizar su primera comunión. La ceremonia tuvo lugar en el Monasterio Ambrosiano de Perego el 16 de junio de 1998. Desde entonces y hasta su muerte, Carlo asistió todos los días a misa. En una ocasión dijo: “Si nos acercamos a la Eucaristía todos los días, vamos directos al Paraíso”. Rezó el rosario todos los días, se confesaba una vez por semana y participaba en el catecismo para los niños de su parroquia. También dedicaba su tiempo libre a visitar a los ancianos y ahorraba dinero para dárselo a los más necesitados, ayudaba a las personas sin hogar, fue voluntario en los comedores populares y ayudó como catequista y ​ a menudo decía: “La tristeza es mirarte a ti mismo. La felicidad es mirar a Dios”.

         Mensaje de santidad.

         El Beato Carlo Acutis es un gran ejemplo para los jóvenes. Solía decir a sus amigos que para ellos también había “un propósito especial de Dios desde la Eternidad”. Y que ellos también pueden hacer mucho más de lo que él hizo, “pueden ser Santos, lo importante es quererlo”, les decía”. Sorprendentemente, esto mismo es lo que afirma Santo Tomás de Aquino y es lo que le respondió a su hermana cuando le preguntó qué había que hacer para ser santos; el santo le dijo: “Querer ser santos”, por supuesto que con la ayuda indispensable de la gracia.

Dentro del mensaje de santidad que nos deja el Beato Carlo Acutis, es su gran amor por la Eucaristía, a la cual llamaba “mi autopista al Cielo”. Debido a que Carlo era un gran apasionado por la informática, decidió utilizar a este instrumento para evangelizar a través de Internet y es así que se dedicó a estudiar los milagros eucarísticos ocurridos a lo largo del mundo en los dos mil años de historia de la Iglesia -este trabajo de investigación de los milagros eucarísticos comenzó cuando tenía solo once años- y los recopiló en un sitio de la red al que le puso el nombre de “miracolieucaristici.org”, que traducido significa “milagroseucarísticos.org”. De esta manera, Carlo Acutis nos enseña cómo un instrumento como la red, en la que hay cosas buenas y malas y que puede ser usada tanto para el bien como para el mal, él usó internet pura y exclusivamente para el bien, para hacer apostolado y para evangelizar a través de Internet. Su madre afirma que la asombraba ver cómo un niño tan pequeño, “en vez de jugar videojuegos o con amigos, pasaba horas y horas delante de la computadora, investigando todo lo relacionado con los milagros de la Eucaristía. Además, les pidió a sus padres el poder viajar por toda Italia y también por parte de Europa, pero no para diversión, sino para continuar investigando el material acerca de los milagros eucarísticos. Carlo Acutis llamaba a lo que podríamos decir: “conversión eucarística”. Decía así: “La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos”. Puesto que para nosotros los católicos Dios está en la Eucaristía, lo que debemos hacer, según Carlo, es elevar la vista y contemplar la Sagrada Eucaristía.

         Como todo joven, Carlo tenía luchas interiores. Por ejemplo, según su madre, le gustaban mucho los postres, como los helados y un dulce típico italiano llamado “Nutella”: como consecuencia de comer tanto, aumentó mucho su peso corporal y a partir de entonces, se dio cuenta de que debía ser más moderado y tener más templanza en el comer, para no caer en el pecado de la gula por un lado y para mantener una buena salud corporal, por otro lado. A pesar de que había una señora encargada de la limpieza del hogar, Carlo se esforzaba por mantener su cuarto ordenado y limpio. En la revista “Huellas” se narra una conversión al catolicismo, por parte de uno de los empleados del hogar, llamado Rajesh y que antes de conocer a Carlo era hindú y por medio de Carlo se convirtió, pidió bautizarse y luego recibir la Sagrada Eucaristía. Rajesh dice así: “Carlo me decía que sería más feliz si me acercaba a Jesús. Pedí el Bautismo cristiano porque él me contagió y cautivó con su profunda fe, su caridad y su pureza. Siempre le consideré como alguien fuera de lo normal, porque un chico tan joven, tan guapo y tan rico normalmente prefiere llevar una vida distinta”.

         Carlo también practicaba obras de misericordia corporales, como por ejemplo, lo que sucedió con un mendigo al que él veía todos los días al ir a Misa: con sus ahorros personales, le compró una hermosa bolsa de dormir, de manera que el mendigo ya no tenía que dormir más a la intemperie.

         Sobre el tema de la castidad, la madre cuenta como Carlo “tenía muchas chicas que estaban enamoradas de él: era un joven guapo, rico y con éxito. No le hubiese sido difícil tener muchas novias si hubiese querido”. Pero era consciente de la “gran dignidad de cada ser humano y de que cada persona refleja la luz de Dios”. Estaba verdaderamente convencido de que “el cuerpo es templo del Espíritu Santo”. En esa línea tenía claro, reflexiona Antonia, “que la sexualidad era algo muy especial y que tenía que ser para el propósito que Dios la había creado”. Así que solía hablar con sus compañeros de clase y los animaba a la castidad. Le dolía mucho ver cómo los jóvenes usaban la pornografía para su propio placer, lo que era una falta de caridad y de alguna manera, “era traicionar el proyecto que Dios tenía para ellos”. Su madre explica que Carlo se confesaba con frecuencia, ya que “igual que para viajar en globo hay que descargar peso, también el alma para elevarse al Cielo necesita quitarse de encima esos pequeños pesos que son los pecados veniales”[4].

         La inesperada enfermedad, un cáncer muy agresivo, comenzó a manifestarse por aquellos días, terminando con la vida de Carlo en muy poco tiempo. En el verano de 2006 Carlo le pregunta a su madre: “¿Crees que debo ser sacerdote?” Ella le responde: “Lo irás viendo tú solo, Dios te lo irá revelando”. Fue en esa época en que comenzó a sentirse mal; primero pensaban que era un estado gripal, pero los análisis demostraron que era una leucemia muy agresiva, de tipo M3. Al entrar en el hospital, le dijo a su madre: “De aquí ya no salgo”. Diría a sus padres: “Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al cielo”. Pidió la Unción de los Enfermos y murió el 12 de octubre. En el funeral no solo acudieron la familia, los amigos, los compañeros de curso, como suele suceder, sino que acudieron numerosas personas que la familia no había visto en la vida y es que Carlo, a escondidas, había ayudado a un innumerable número de almas, como inmigrantes y personas sin techo en la calle, con quienes compartía su comida. En el funeral había muchísimas personas sin recursos, quienes dieron testimonio de cómo Carlo los había ayudado.

         Amor a la Eucaristía, que es Cristo Dios oculto en apariencia de pan; amor a la Virgen, que es la Madre de Dios; amor a la Iglesia, haciendo apostolado a través de internet para que se conocieran los milagros eucarísticos; amor al prójimo por amor a Dios; la mirada del alma puesta en el Rey de reyes y Señor de señores, que es Cristo Jesús en la Eucaristía; deseo de la vida eterna para estar para siempre unido al Sagrado Corazón de Jesús, esos son los mensajes de santidad que nos deja Carlo Acutis, especialmente a niños y jóvenes de nuestro tiempo.

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