San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 8 de octubre de 2021

Santa Teresa de Jesús

 



         Puede suceder, entre los cristianos, que se tenga un miedo irracional hacia el Demonio, cuando esto no debería suceder así, como nos enseña Santa Teresa. Es verdad que el Demonio provoca terror, horror, espanto, si el alma se encuentra con él cara a cara, pero esto sucede cuando el alma no está con Dios y la Santa Cruz, porque cuando el cristiano se aferra a la Cruz, en donde está el Hijo de Dios crucificado, es el Demonio el que experimenta el terror y el espanto, como cuando una fiera salvaje es acorralada por el cazador contra el fondo de su cueva. Precisamente, contra los miedos injustificados al demonio, reflexionaremos acerca de una página de Santa Teresa de Ávila, tomada de su Vida (capítulo 25, 20-22)[1], en la que nos hace ver cómo es el Demonio el que teme a la Cruz y porqué el cristiano debe aferrarse a la Cruz, para dejar de temer al Demonio y, con la fuerza de la Cruz, vencerlo.

Dice así la santa: “Pues si este Señor es Poderoso, como veo que lo es, y sé que lo es, y que con sus esclavos los demonios – y de ello no hay que dudar, pues es fe -, siendo yo sierva de este Señor y Rey, ¿qué mal me pueden ellos hacer a mí? ¿Por qué no he de tener yo fortaleza para combatirme con todo el infierno?”. Santa Teresa se refiere a Jesús como “Señor Poderoso”, que tiene a los demonios como “esclavos”; por lo tanto, si alguien es siervo de este “Señor y Rey”, como lo debe ser todo cristiano, entonces esa alma tendrá toda la fortaleza divina que proviene de la Santa Cruz para combatir no sólo al Demonio, sino a todo el Infierno.

Luego continúa: “Tomaba una cruz en la mano y parecía verdaderamente darme Dios ánimo, que yo vi otra en breve tiempo, que no temiera tomarme con ellos a brazos, que me parecía fácilmente con aquella cruz los venciera a todos; y así dije: – Ahora venid todos, que siendo sierva del Señor, yo quiero ver qué me podéis hacer”. Afirma Santa Teresa que antes, cuando no tenía la Santa Cruz, le tenía miedo a los demonios pero que ahora, teniendo ella la Santa Cruz en la mano, Dios le daba ánimo, le daba fuerzas y ahora le parecía que con la Santa Cruz no sólo no les temía, sino que le parecía que podía vencerlos a todos.

Al recordarla en su día, le pidamos a esta gran santa de la Iglesia Católica, una de las más grandes que ha tenido la Iglesia en su historia, que interceda por nosotros, para que aferrados a la Santa Cruz, salgamos victoriosos en la lucha espiritual contra las “potestades de los aires”.

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