San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

lunes, 20 de enero de 2020

San Francisco de Sales


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Vida de santidad[1].

Nacido en los Alpes, en el castillo saboyano de Sales, su familia lo envió a estudiar a la universidad de París y luego a Padua. Se desempeñó como canónigo de Annecy, obispo auxiliar de Ginebra, líder de debates con los protestantes y apóstol de la región de Chablais. Hay un libro escrito por él, de gran importancia para la vida espiritual y que ha sido el forjador de muchas vidas de santidad, llamado: “Introducción a la vida devota”. Sólo en vida del santo llevaba ya cuarenta ediciones.
Decía el santo: “¿No es una barbaridad querer desterrar la vida devota del cuartel de los soldados, del taller de los artesanos, del palacio de los príncipes, del hogar de los casados?”. Y es para eso que escribió el libro, para que el fervor, la devoción y el amor a Jesucristo se implantaran en las mentes y en los corazones de los hombres y de la sociedad, no solo de su tiempo, sino de las venideras también.
Hay una virtud que caracterizó al santo y es la de la bondad y eso a pesar de que en su juventud era conocido por su mal genio. Respecto a esto, es una constante en la biografía de todo santo su lucha ascética a fin de aumentar su capacidad de autodominio, luchando contra el mal genio para alcanzar la dulzura y la bondad en el trato. En relación a esta virtud, San Francisco de Sales escribió: “No nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo”.

          Mensaje de santidad.

          Si nuestro carácter tiene tendencia a la irascibilidad, recordemos a San Francisco de Sales, a su lucha ascética para conseguir la dulzura del corazón y también sus palabras, acerca de que no nos enojemos nunca con nadie, ni siquiera con nuestros enemigos más encarnizados. Pero recordemos ante todo que la dulzura de corazón del santo no provenía de él mismo, sino que era una participación a la dulzura del Sagrado Corazón de Jesús y entonces hagamos el propósito, cuando estemos por enojarnos por algún motivo, de imitar a San Francisco de Sales, que llegó a tener la bondad y dulzura de corazón del Sagrado Corazón de Jesús.


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