Nació
en Cataluña, España en 1204 y se le llama Nonato (no-nacido) porque nació por
cesárea luego de que su madre muriera en el trabajo de parto. Siendo muy joven ingresó
en la Congregación de Padres Mercedarios o de la Orden de Nuestra Señora de la
Merced –lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, el fundador de la Orden- que se
dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel.
Cumplió cabalmente con el carisma de su congregación, pues sufrió mucho por la
redención de los cautivos.
Pocos
años después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de
dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes
en África. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos
cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados
secuestrados por los enemigos de nuestra religión. Cuando se le acabó el dinero
se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a
algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión
por causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían. Ya cautivo, San Ramón sufrió terribles
tormentos y azotes por parte de los musulmanes, debido a que prefería seguir el
mandamiento del Señor: “Id y predicad el Evangelio a todas las naciones”, antes
que la norma meramente humana del Islam, que prohíbe hablar de la religión
católica. A pesar de todos estos tormentos y como continuaba predicando, los
islamistas lo hicieron callar amarrándole a la boca una correa, a la cual le
echaron candado, para que no pudiera, quitándoselo al candado solo para cuando
debía alimentarse. Pero aun así, San Ramón Nonato predicaba, desde el silencio:
era un apóstol misionero a quien los musulmanes amordazaban, porque predicaba
la Buena Noticia del Hombre-Dios Jesucristo. En esas circunstancias, el jefe de
los secuestradores musulmanes decidió dejarlo en libertad, con la esperanza de
que Ramón volviera a España y desde allí le trajera más dinero para rescatar
cristianos. Sin embargo, una vez libre, nuestro santo se dedicó a continuar
propagando el Evangelio, según el mandato del Señor Jesús, lo cual hizo arder
en cólera a los mahometanos, por lo que lo volvieron a encarcelar y a
atormentar.
Enterado
San Pedro Nolasco de la situación de San Ramón, envió a algunos de sus
religiosos con una fuerte suma de dinero para pagar su rescate, con la orden de
que lo regresaran nuevamente a España. Una vez allí y como premio pro tanto
heroísmo cristiano, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal, aunque San
Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.
En el año 1240 y cuando San Ramón tenía treinta y seis años, el Santo Padre lo
llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde
Cardenal emprendió el largo viaje a pie, pero por el camino comenzó con una
fiebre muy alta, hasta que finalmente murió, recibiendo en ese mismo momento la
corona reservada para él por Nuestro Señor Jesucristo, por haber entregado su
vida por Él y por el Evangelio.
Mensaje
de santidad.
San
Ramón Nonato es Patrono de las embarazadas y es por eso que a él se le ruega
por un embarazo a término y sin complicaciones, al tiempo que también le
pedimos por aquellos niños que, verdaderamente, son “nonatos”, pero no porque
las madres mueran en el parto, como le sucedió a él, sino porque son asesinados
en el vientre materno por el crimen del aborto. A él le pedimos, entonces, al
recordarlo en su día, por los niños por nacer y por aquellos que no habrán de
nacer nunca, porque serán asesinados en el vientre materno.
Otro
mensaje de santidad que nos deja, es su ardiente amor por Jesucristo y el
Evangelio, amor que ardía en su corazón y que no permitía que, por respetos
humanos, se callara frente a los enemigos de la religión, en este caso, los mahometanos
o musulmanes. Fue el amor a Nuestro Señor, el que lo llevó a predicar el
Evangelio “a tiempo y a destiempo” y a “no negar a Nuestro Señor delante de los
hombres, de manera que Jesús no lo negó delante de su Padre en los cielos” y es
por eso que recibió la corona de santidad. Al recordar a San Ramón en su día,
le pidamos entonces por los niños por nacer, principalmente por aquellos que no
nacerán, porque serán abortados, y pidamos también la gracia de no ser un “como
perros mudos”[2]
frente a los enemigos de la Iglesia y de ser testigos de Cristo hasta el fin,
derramando la sangre por el testimonio de Jesucristo si Dios así lo pide.
[1] http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=saintfeast&localdate=20170831&id=12189&fd=0.
A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda
la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos. Es patrono de las mujeres
embarazadas, madres lactantes y niños, protector de los inocentes injustamente
acusados, para pedir un parto feliz, y contra la fiebre puerperal.
[2] Cfr. Is 56, 10.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario