San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

sábado, 21 de agosto de 2021

Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars

 


         Vida de santidad[1].

Nació en Ayltona (Lérida) el 9 de enero de 1843. Sus padres, Francisco José Jornet y Antonia Ibars eran sencillos labradores, educando a su familia en la religión: Su hermana Josefa, Hija de la Caridad en el hospital de la Habana; su hermana María se incorporó con María a la nueva aventura religiosa; su hermano Juan, casado dio tres hijas a la congregación de su hermana Teresa; su tía Rosa, hermana de su madre, muerta en olor a santidad; su tío el Beato Francisco Palau, fraile carmelita exclaustrado, apóstol, orador, escritor, penitente, será también elevado a los altares. Teresa estudia en Lérida para maestra y enseñó en Argensola (Barcelona); allí la veían desplazarse cada semana a Igualada para confesarse.

El P. Francisco Palau, tío abuelo suyo, está en trance de fundación de algo y la invita para que le ayude en el intento; pero Teresa ha pensado más en la vida religiosa donde podrá vivir en silencio y oración; por eso se hace clarisa entre las del convento de Briviesca, en Burgos, mientras que su hermana Josefa ingresa en Lérida en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX es complicada y compleja, no permite el gobierno la emisión de votos. Se hace entonces Terciaria Franciscana y recupera algo de la actividad docente.

Cerca de su patria chica, en Huesca y Barbastro, un grupo de sacerdotes con D. Saturnino López Novoa a la cabeza piensa en una institución femenina que se dedicara a la atención de ancianos abandonados. Comprende Teresa que este es su campo y, arrastrando consigo a su hermana María y a otra paisana, comienza en "Pueyo" con una docena de mujeres y desde entonces es la cabeza, permaneciendo veinticinco años en el gobierno.
Santa Teresa de Jesús Jornet Ibars, virgen, para ayudar a los ancianos, fundó el Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados (1897). Desde Barbastro cambia a Valencia donde está la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque es la patrona de la ciudad quien da apellido a la Institución. Luego se extenderán por Zaragoza, Cabra y Burgos; llenarán de casas-asilo que así le gusta a la madre que se llamen para resaltar el clima de familia la geografía española y pasan las fronteras. Cuando muere Teresa de Jesús en Liria, el año 1897, llegan a 103 y deja tras de sí a más de 1000 Hermanitas para continuar su labor hasta siempre, porque siempre ancianos habrá y algunos de ellos quedarán desamparados.

No quiso ella canonizaciones. Lo dejó dicho y escrito por si hubiera dentro de la Congregación con el paso del tiempo Hermanitas canonizables. Mandó que no se gastara dinero en proponer a nadie la subida a los altares. Ese fue el motivo de que pasaran los años sin el intento de iniciar su proceso de beatificación; y el rapidísimo salto a la canonización se debió a la sensibilidad del pueblo y a las manifestaciones sobrenaturales que tan frecuentemente Dios quiso mandar.

         Mensaje de santidad.

         En la oscura época en la que vivimos, en la que se ha perdido por completo el sentido de la existencia humana en la tierra, que es alcanzar el Cielo y evitar la eterna condenación en el Infierno y en el que se vive de modo egoísta y hedonista, buscando el propio placer y no el sacrificio y el amor verdadero que implican la formación de una gran familia, los ancianos se encuentran entre los primeros en ser dejados de lado, porque se considera que no hacen falta, porque no se les tiene paciencia en sus limitaciones cada vez más crecientes, porque no hay amor para atenderlos en lo que necesitan y es por esto que se los relega a una muerte solitaria y anónima, fría, sin el calor familiar, en los hogares de ancianos. En este sentido, la fundación de una institución dedicada al cuidado exclusivo de los ancianos por parte de Santa Teresa de Jesús Jornet de Ibars no es una iniciativa suya, sino una iniciativa del Cielo, que por medio de sus santos quiere demostrar al mundo y a los hombres que toda etapa de la vida, incluida la ancianidad, tiene su dignidad, su majestad, su valor inapreciable y que debe ser guiada y orientada hacia aquello que espera más allá del umbral de la muerte terrena y es la vida eterna en el Reino de los cielos. En contraposición al homicidio asistido de la eutanasia, falsa compasión civil que no ve en su horizonte la vida eterna y que busca la eliminación física del anciano, considerado inútil en su sufrimiento y en su existencia improductiva, la sociedad atea y materialista de nuestros días se encuentra con fundaciones como la de la Santa Teresa de Jesús Jornet, que no solo aprecia en todo su valor la dignidad de la persona anciana, sino que le da un sentido y le abre las puertas de aquello que nos espera a todos, ancianos o no ancianos, al final de esta vida y que es la vida eterna en el Reino de los cielos. La fundación de la Santa Teresa de Jornet es la respuesta caritativa y de fe, anticipada por siglos, de la siniestra oscuridad espiritual de una sociedad sin Dios que, sin la perspectiva de una vida eterna en el gozo de la Trinidad, busca eliminar cuanto antes a los ancianos.

viernes, 20 de agosto de 2021

Santa Mónica y su amor a las almas y al Cielo

 




         Santa Mónica es ejemplo de amor a las almas y también de amor al Cielo, a la vida eterna del Reino de los cielos.

         Es ejemplo de amor a las almas, porque durante treinta años no sólo rezó por la conversión de su hijo Agustín, sino también hacía sacrificios, penitencias, ayunos, llegando incluso a derramar abundantes lágrimas de dolor, pero no porque su hijo simplemente “no se portaba bien”, sino porque San Agustín no se convertía a Jesucristo y no se encontraba en un camino de santidad espiritual, ya que en su sincera búsqueda de la Verdad, iba de una secta a otra, hasta que por las oraciones de Santa Mónica, recibió la gracia de la conversión, conoció a Jesucristo y se convirtió en uno de los más grandes santos de la Iglesia Católica.

         Santa Mónica es también ejemplo de amor al Cielo, es decir, a la vida eterna en el Reino de los cielos, a la vida de la gloria de los hijos de Dios, que consiste en la contemplación gozosa, por toda la eternidad, de Dios Uno y Trino y del Cordero, que es la Lámpara de la Jerusalén celestial. Según ella misma le dijo a su hijo San Agustín, poco antes de morir, que ya no deseaba nada de esta tierra: lo único que deseaba era morir a la vida terrena para vivir en la eternidad, en el Reino de los cielos.

         Amor a las almas, rezar por ellas pidiendo por su conversión, despreciar esta vida terrena y desear vivir para siempre en la alegre contemplación de la Trinidad y del Cordero de Dios, en compañía de la Virgen, de los ángeles y de los santos, ése es el mensaje de santidad que nos deja Santa Mónica.

San Bartolomé Apóstol


 


         Vida de santidad[1].

         San Bartolomé Apóstol es también conocido como Natanael de Caná en Galilea y fue uno de los doce apóstoles de Jesús, quien aparece en el Evangelio según San Juan, en la que es presentado a Jesús por el Apóstol Felipe (Jn 1,43-51). El Señor lo llamó para que le siguiese y fuese uno de sus doce apóstoles. Después de la Ascensión del Señor, se dice que predicó el Evangelio en la India, donde fue coronado con el martirio en Armenia, siendo decapitado o desollado vivo: todavía con vida le arrancaron la piel y fue decapitado por el Rey Astyages en Derbend. Según la tradición este martirio ocurrió en Abanópolis, en la costa occidental del Mar Caspio, después de haber predicado también en Mesopotamia, Persia y Egipto. Es por esta razón que a veces le podemos encontrar retratado sin piel o de pie con su libro en la mano y un demonio negro encadenado (Astaruth) a sus pies.

         Mensaje de santidad.

         Fue el Apóstol San Felipe quien lo llevó a encontrarse con Jesús, ya que San Bartolomé es la misma persona que Natanael, mencionado en el Evangelio de San Juan, donde se nos dice que era de Caná. (Jn 21, 2). Según el relato evangélico, Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret". Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?" "Ven y verás", le dijo Felipe.  Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, en quien no hay engaño". "¿De dónde me conoces?" (le preguntó Natanael) Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Este encuentro personal con Jesús y el reconocimiento inmediato –mediado por la gracia- de que Jesús es el “Hijo de Dios” y no “el hijo del carpintero” y la inmediata adhesión de Natanael a Jesús con todo su ser, con todo su corazón, con toda su alma, es el más grande ejemplo de santidad que nos deja San Bartolomé. Es decir, San Bartolomé no se contenta con solo “saber” de Jesús: iluminado por la gracia, su entendimiento comprende que Jesús es Dios y su corazón se inflama en el amor de Jesús en cuanto Hombre-Dios, amor que lo lleva luego a dar la vida por Jesús. Es en esto en lo que consiste la verdadera conversión del corazón, que no es solo el desapego de las cosas del mundo y de esta vida terrena, sino el apego a la Vida eterna encarnada que es Jesucristo, apego que lleva a entregar la vida terrena, como lo hizo San Bartolomé, con tal de permanecer unido a Cristo Dios. La mayoría de las veces, nos contentamos, como católicos, con saber que somos cristianos porque hemos sido bautizados; nos contentamos con un conocimiento superficial de Jesucristo, pero no nos adherimos, como hizo San Bartolomé, con todo su ser, con toda su alma, con todas sus fuerzas. Al recordarlo en su día, le pidamos al santo que interceda por nosotros para que tomemos conciencia de que la verdadera conversión consiste en olvidar este mundo pasajero y fijar la vista y el corazón del alma en Jesús crucificado y en Jesús Eucaristía. Sólo así podremos dar testimonio de Cristo cotidianamente e incluso hasta dar la vida, si se produjera el caso de una persecución sangrienta como la que sufrió San Bartolomé.

 

 

jueves, 19 de agosto de 2021

El Demonio se le aparece a San Expedito y el santo lo vence con la Cruz de Cristo

 



San Expedito, antes de su conversión, era un soldado romano pagano; en un momento de su vida, recibió la gracia de la conversión a Jesucristo, pero en el mismo momento, se le apareció el Demonio bajo la figura de un cuervo para tentarlo con la postergación de su conversión. Sin embargo el santo, aferrándose a la Santa Cruz de Jesús, dijo: “¡Hoy! ¡Hoy me convertiré a Cristo y no mañana! ¡Hoy voy a dejar mi vida de pagano para servir y adorar al Hombre-Dios Jesucristo!”. Y así, levantando la Cruz en alto, derrotó al Demonio con la fuerza de la Santa Cruz.

Ahora bien, a nosotros el Demonio no se nos aparecerá como un cuervo negro, como a  San Expedito, pero sí se aparece, disfrazado, de múltiples formas, por lo que debemos estar atentos para no caer en sus engaños. Por ejemplo, el Demonio se presenta bajo el disfraz de la ideología de género, que es en todo contraria a la Ley de Dios;  el Demonio se presenta disfrazado de partidos políticos, como por ejemplo, el Partido Comunista, que es intrínsecamente diabólico y también bajo cualquier ideología izquierdista y populista; el Demonio se nos presenta detrás de la ley genocida del aborto; el Demonio se nos presenta bajo el disfraz de ideologías fanáticas anticristianas, como los talibanes; el Demonio se nos presenta como sociedad filantrópica, como la Masonería, el Rotary Club y el Club de Leones. Pero el Demonio también se presenta, en nuestros días, no solo disfrazado bajo estas ideologías y estos partidos políticos, sino que se nos presenta explícitamente, como Demonio, por medio de las iglesias erigidas en su honor, como la secta Templo Satánico de Estados Unidos o la Iglesia de Satanás en Colombia; también se presenta bajo la forma de supersticiones paganas y neo-paganas, como el culto a la Pachamama, al Gauchito Gil, a la Difunta Correa, a San La Muerte.

Es aquí entonces en donde debemos contemplar a San Expedito e imitarlo, porque así como él venció al Demonio con la fuerza de la Santa Cruz, así también nosotros lo venceremos, en las diversas formas en las que se nos presenta, con la fuerza de la Santa Cruz de Jesús.