San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 29 de julio de 2022

San Cayetano, que Cristo Eucaristía habite en nuestros corazones

 



Si bien en Argentina San Cayetano es Patrono del pan y del trabajo, su intercesión como santo en los cielos trasciende estas características, de manera tal que podemos decir que, desde el cielo, San Cayetano intercede para que Cristo nos conceda algo mucho más grandioso que el pan material y el trabajo de cada día. Esto se desprende de sus cartas, escritas por él antes de su muerte. En una de ellas, titulada “Cristo habite por la fe en nuestros corazones”[1], dice así el santo: “Yo soy pecador y me tengo en muy poca cosa, pero me acojo a los que han servido al Señor con perfección, para que rueguen por ti a Cristo bendito y a su Madre; pero no olvides una cosa: todo lo que los santos hagan por ti de poco serviría sin tu cooperación; antes que nada es asunto tuyo, y, si quieres que Cristo te ame y te ayude, ámalo tú a él y procura someter siempre tu voluntad a la suya, y no tengas la menor duda de que, aunque todos los santos y criaturas te abandonasen, él siempre estará atento a tus necesidades”. El santo responde a una persona que le pide que rece por alguna intención particular; el santo le responde que él rezará y pedirá la intercesión de los santos para que ellos rueguen ante Cristo y la Virgen por la intención que esa persona le pide, pero al mismo tiempo le advierte que si esta persona no pone de su parte para entablar una relación personal con Cristo, de nada servirán las oraciones y que es necesario que esta persona anteponga la voluntad de Cristo a la suya; de esa manera, Cristo estará siempre atento a sus necesidades. De la misma manera nosotros, como cristianos, debemos decirle a Cristo: “Que se haga Tu voluntad en mi vida y no la mía” y luego cargar la cruz de cada día y seguirlo por el Camino Real de la Cruz, el Via Crucis.

Luego dice el santo: “Ten por cierto que nosotros somos peregrinos y viajeros en este mundo: nuestra patria es el cielo; el que se engríe se desvía del camino y corre hacia la muerte. Mientras vivimos en este mundo, debemos ganarnos la vida eterna, cosa que no podemos hacer por nosotros solos, ya que la perdimos por el pecado, pero Jesucristo nos la recuperó. Por esto, debemos siempre darle gracias, amarlo, obedecerlo y hacer todo cuanto nos sea posible por estar siempre unidos a él”. Le recuerda que esta vida terrena es pasajera y que es una prueba para ganarnos la vida eterna; además, no podemos ganarla por nosotros mismos, a causa de nuestros pecados y que sólo podemos hacerlo auxiliados por la gracia de Cristo y que esta es la razón por la cual debemos amarlo y obedecerlo y evitar todo lo pecaminoso que nos separe de Él.

Acto seguido, San Cayetano anima a la persona a alimentarse del Pan de Vida eterna, Cristo Eucaristía pero para poder recibirlo correctamente, se debe trabajar en el alma para que esté siempre en gracia y en este trabajo nos auxilia la Madre de Dios, la Virgen María: “Él se nos ha dado en alimento (en la Eucaristía): desdichado el que ignora un don tan grande; se nos ha concedido el poseer a Cristo, Hijo de la Virgen María, y a veces no nos cuidamos de ello; ¡ay de aquel que no se preocupa por recibirlo! Hija mía, el bien que deseo para mí lo pido también para ti; mas para conseguirlo no hay otro camino que rogar con frecuencia a la Virgen María, para que te visite con su excelso Hijo; más aún, que te atrevas a pedirle que te dé a su Hijo, que es el verdadero alimento del alma en el Santísimo Sacramento del altar. Ella te lo dará de buena gana, y él vendrá a ti, de más buena gana aún, para fortalecerte, a fin de que puedas caminar segura por esta oscura selva, en la que hay muchos enemigos que nos acechan, pero que se mantienen a distancia si nos ven protegidos con semejante ayuda. Hija mía, no recibas a Jesucristo con el fin de utilizarlo según tus criterios, sino que quiero que tú te entregues a él, y que él te reciba, y así él, tu Dios salvador, haga de ti y en ti lo que a él le plazca. Éste es mi deseo, y a esto te exhorto y, en cuanto me es dado, a ello te presiono”.

Como vemos, San Cayetano la anima a recibir el Pan Vivo bajado del cielo, la Sagrada Eucaristía, al mismo tiempo que la invita a trabajar en su alma para poder recibirlo dignamente y este trabajo espiritual consiste en acudir a la Santísima Virgen María, para que sea Ella la que guíe su alma hasta el encuentro con Cristo, ayudando al alma a luchar contra sí misma, contra sus pasiones, para que Cristo Eucaristía habite en su alma. Por todo esto, debemos considerar a San Cayetano como Patrono del pan y del trabajo espiritual, además del pan y del trabajo material y rezarle de esta manera: “San Cayetano, danos el Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía y ayúdanos a trabajar para el Reino de Dios”.

 



[1] De las cartas de san Cayetano, presbítero; Carta a Elisabet Porto: Studi e Testi 177, Ciudad del Vaticanto 1954, pp. 50-51.

jueves, 28 de julio de 2022

San Cayetano, danos el Pan de Vida eterna y ayúdanos a trabajar para el Reino de Dios

 



         Vida de santidad[1].

         Nació en Vicenza el año 1480. Estudió derecho en Padua y, después de recibida la ordenación sacerdotal -fue ordenado en 1516, a los 36 años-, instituyó en Roma la sociedad de Clérigos regulares o Teatinos, con el fin de promover el apostolado y la renovación espiritual del clero. San Cayetano se distinguió por su asiduidad en la oración y por la práctica de la caridad para con el prójimo. Poco tiempo después de ser ordenado sacerdote, fue nombrado secretario privado del Papa Julio II, asistiéndolo en la escritura de las cartas apostólicas. Funda en Roma la “Cofradía del Amor Divino”, una asociación de clérigos que se dedicaba a promover la gloria de Dios. Como sacerdote, obraba obras de misericordia corporales y espirituales: por un lado, ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos, especialmente a los que poseían enfermedades más severas; por otra parte, se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Por eso solía repetir: “En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración (esto es, en la Adoración Eucarística), en el hospital le encontramos personalmente” (porque Jesús está misteriosamente presente en el prójimo y sobre todo en el prójimo más necesitado. Se trasladó a Venecia en 1520, alojándose en el hospital de la ciudad y continuó con su apostolado corporal y espiritual. Murió en Nápoles el año 1547.

         Mensaje de santidad.

         San Cayetano es el Patrono del pan y del trabajo y eso está muy bien, porque el pan, con lo cual significamos el alimento material que necesitamos para el sustento del cuerpo, se lo pedimos al santo para que, por su intercesión, no nos falte nunca, sobre todo en estos momentos tan difíciles por los que está atravesando nuestra Patria; San Cayetano es Patrono del trabajo y eso está muy bien, porque el trabajo es un mandato divino, es un mandato de Dios: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, por eso la pereza y el pretender ganar dinero sin trabajar, haciendo pereza, es un pecado mortal y ningún católico puede aceptar la idea de que no hay que trabajar y de que todo tiene que venir del Estado, porque eso es un pecado mortal, que atenta directamente contra el mandato divino, tal como lo acabamos de ver en las Sagradas Escrituras. San Cayetano, entonces, es el Patrono del pan y del trabajo; sin embargo, no debemos quedarnos en las limitaciones horizontales de estas consideraciones que hacen a la vida temporal solamente, debemos tener en cuenta que San Cayetano, además de interceder para que tengamos pan material en la mesa todos los días y además de interceder para que no nos falte el trabajo necesario para ganar el sustento de todos los días, es también Patrono e intercesor de otro pan y de otro trabajo: el Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía y el trabajo para el Reino de los cielos, para la vida eterna, porque San Cayetano era sacerdote y el trabajo principal del sacerdote ministerial es precisamente ese: proporcionar a los bautizados el Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía y el proporcionar el trabajo para el Reino de los cielos. Por medio de la Santa Misa, el sacerdote ministerial proporciona a los fieles bautizados el Pan Vivo bajado del cielo, el Cuerpo y la Sangre de Jesús, que alimenta el alma con la misma substancia divina, por eso es llamado “Pan de los Ángeles”; por medio de su actividad apostólica, el sacerdote ministerial proporciona a los fieles bautizados el trabajo que deben hacer para ganar el cielo y es trabajar y el trabajo consiste en rezar el Rosario, hacer Adoración Eucarística, frecuentar los Sacramentos –Confesión sacramental y Eucaristía- y obrar las obras de misericordia corporales y espirituales –por eso decía que a Dios lo encontramos en la Eucaristía y en el hospital, en los enfermos- que nos indica la Iglesia, sin las cuales no podemos ingresar en el Reino de los cielos. Por esta razón es que a San Cayetano no sólo debemos pedirle el pan material y el trabajo material: debemos pedirle que interceda para que no nos falte algo infinitamente más grande que eso y es el Pan Vivo bajado del cielo, la Sagrada Eucaristía y que nos conceda y nos ayude a trabajar por el Reino de los cielos. Sólo así nuestro Santo Patrono obrará plenamente la obra de Dios en nuestras almas.

jueves, 21 de julio de 2022

San Francisco Solano, desde la amada España hasta el Gran Tucumán

 



         Vida de santidad.[1]

         Francisco Solano, llamado “el Taumaturgo del nuevo mundo”, por la cantidad de prodigios y milagros que obtuvo en Sudamérica, nació en 1549, en Montilla, Andalucía, España. Su padre era alcalde de la ciudad, y el santo desde muy pequeño se caracterizó por su habilidad en poner paz entre los que se peleaban: cuando había algún duelo a espada, bastaba que Francisco corriera a donde los combatientes a suplicarles que no se pelearan más, para que hicieran las paces. Estudió con los Jesuitas, pero entró a la comunidad Franciscana porque le atraían mucho la pobreza y la vida tan sacrificada de los religiosos de San Francisco. Los primero años de sacerdocio los dedicó a predicar con gran provecho en el sur de España. Sus sermones llegaban hasta el fondo del corazón de los pecadores y conseguían grandes conversiones. Es que rezaba mucho antes de cada predicación. En ese entonces, llegó a Andalucía la peste del tifo negro y Francisco y su compañero Fray Buenaventura se dedicaron a atender a los enfermos más abandonados. Buenaventura se contagió y murió (y ahora es santo también) luego se contagió también Francisco y creyó que ya le había llegado la hora de partir para la eternidad, pero luego, de la manera más inesperada, quedó curado. Con eso se dio cuenta de que Dios lo tenía para obras apostólicas todavía más difíciles. Pidió a sus superiores que lo enviaran de misionero al África, y no le fue aceptada su petición. Al poco tiempo después el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica y entonces sí fue enviado Francisco a extender la religión de Cristo por estas tierras. Estando en el viaje, se desencadenó una gran tempestad que lanzó el barco contra unas rocas frente a Panamá y se partió en dos. Hasta que pudo llegar a la costa, pasaron tres días, en los que aprovechó para catequizar y bautizar a los que lo habían acompañado en el viaje. Al tiempo, llegaron a la ciudad de Lima.

Fray Francisco Solano recorrió el continente americano durante veinte años predicando, especialmente a los indios. Pero su viaje más largo fue el que tuvo que hacer a pie, con numerosos peligros y sufrimientos, desde Lima hasta Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Se arrodilla ante su superior, y le suplica con lágrimas casi en los ojos: “¡Padre, mándeme, mándeme a mí! Por amor a mi Señor Jesucristo, yo quiero ir a las misiones más difíciles”. El superior comprende que aquellos impulsos tan vehementes hacia las misiones más arriesgadas vienen de Dios, y autoriza todo: “¡Vaya, pues, y que Dios le acompañe siempre!”. Francisco escala los Andes, sube a las alturas más encumbradas de Bolivia, desciende después hasta la Argentina y llega al Tucumán, donde va a tener el centro de su apostolado durante once años prodigiosos, apostolado que se extenderá hasta el Estero y Paraguay. Recorrió en total más de 3.000 kilómetros y no solo sin ninguna comodidad, sino con numerosos sacrificios y dificultades, con la sola confianza en Dios y movido por el deseo de salvar almas. Antes de salir de misión, San Francisco Solano Como una muestra de que Dios estaba con él, le sucedió en su gran viaje misionero, que lograba aprender con extraordinaria facilidad los dialectos de aquellos indios a las dos semanas de estar con ellos y ellos admirablemente le entendían todos sus sermones. Sus mismos compañeros misioneros se admiraban grandemente de este prodigio y lo consideraban un verdadero milagro de Dios. Pero lo más admirable es que las tribus de indios, aun las más agresivas y opuestas a los blancos, recibían los sermones del santo con una docilidad y un provecho que parecían increíbles. Dios le había concedido la eficacia de la palabra y la gracia de conseguir la simpatía y buena voluntad de sus oyentes.

Fray Francisco llegaba a las tribus más guerreras e indómitas y aunque al principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano, conseguía que todos empezaran a escucharle con un corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles. Un Jueves Santo estando el santo predicando en La Rioja (Argentina) llegó la voz de que se acercaban millares de indios salvajes a atacar la población. El peligro era sumamente grande, todos se dispusieron a la defensa, pero Fray Francisco salió con su crucifijo en la mano y se colocó frente a los guerreros atacantes y de tal manera les habló (logrando que lo entendieran muy bien en su propio idioma) que los indígenas desistieron del ataque y poco después aceptaron ser evangelizados y bautizados en la religión católica.

El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra –por eso es el Patrono del Folclore Argentino-. San Francisco Solano misionó por más de 14 años por Tucumán, el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas. Su paso por cada ciudad o campo, era un renacer del fervor religioso. Un día en el pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. Y la gente vio con admiración que el bravísimo toro se le acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral. A imitación de su patrono San Francisco de Asís, el padre solano sentía gran cariño por los animalillos de Dios. Las aves lo rodeaban muy frecuentemente, y luego a una voz suya, salían por los aires revoloteando, cantando alegremente como si estuvieran alabando a Dios. Por orden de sus superiores, los últimos años los pasó Fray Francisco en la ciudad de Lima predicando y convirtiendo pecadores. Entraba a las casas de juegos y hacía suspender aquellos vicios y llevaba a los jugadores a los templos. En los teatros, en plena función inmoral hacía suspender la representación y echaba un fogoso sermón desde el escenario, haciendo llorar y arrepentirse a muchos pecadores. En plena plaza predicaba al pueblo anunciando terribles castigos de Dios si seguían cometiendo tantos pecados y esto conseguía muchas conversiones. En mayo de 1610 empezó a sentirse muy débil. Los médicos que lo atendían se admiraban de su paciencia y santidad. El 14 de julio, una bandada de pajaritos entró cantando a su habitación y el Padre Francisco exclamó: “Que Dios sea glorificado”, y expiró. Desde lejos las gentes vieron una extraordinaria iluminación en esa habitación durante toda la noche.

         Mensaje de santidad.

         La obra evangelizadora de San Francisco Solano solo se explica si está acompañado por el Espíritu Santo, porque su obra evangelizadora a lo largo de veinte años no se explica mínimamente con las solas fuerzas humanas. No solo tuvo que recorrer más de trece mil kilómetros, la mayoría de ellos a pie, sino que además convirtió a numerosísimas gentes, hablando en su propio idioma y predicando a todos la salvación del alma por la Sangre de Cristo. Todo se explica porque San Francisco Solano no vino a estas tierras en busca de oro ni de gloria mundana, sino en busca de almas para Cristo. Porque sin Cristo y su Sangre derramada por nosotros, estamos condenados irremediablemente a la perdición eterna, porque nadie salva su alma sin la Sangre de Cristo y sin la Sangre de Cristo, las almas se condenan en el Infierno por toda la eternidad.

 

Oración a San Francisco Solano

“¡Oh San Francisco Solano,

Que llegaste desde la amada España

Para anunciarnos la alegre noticia

De la salvación del alma

Por la Sangre de Cristo,

Te suplicamos que intercedas por nosotros,

Para que siguiendo a Cristo Dios

Por el Camino Real de la Cruz,

Lleguemos un día a la felicidad eterna

Del Reino de Dios! 

Que la Sangre de la cruz de Cristo,

que tú nos diste a conocer

y que el Manto de la Inmaculada de Luján,

que es nuestra Bandera Nacional,

nos protejan de todo mal

y nos concedan el bien infinito de la 

vida celestial. Amén”.

Un Padrenuestro, Avemaría, Gloria.