San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 31 de enero de 2020

La verdadera devoción a Don Bosco no puede dejar de lado el Infierno


          En nuestros días, cuando se habla de Don Bosco, se tiende a presentarlo como un sacerdote que se preocupaba mucho por el aspecto social, puesto que creó su famoso “Oratorio de Don Bosco”, por ejemplo, al que acudían cientos de niños y jóvenes de la calle para tener un alimento que llevarse a la boca al menos una vez al día. También fue un gran educador y de hecho sus enseñanzas en materia de educación siguen aplicándose a lo largo del mundo entero, con gran éxito. Sin embargo, también en nuestros días, al hablar de Don Bosco, se suele dejar de lado, exprofeso, un aspecto esencial de su vida de santidad como sacerdote y es lo que se conoce como “Los sueños de Don Bosco sobre el Infierno”. En efecto, es de sobras conocido que Don Bosco tuvo innumerables sueños acerca del Infierno, todos los cuales quedaron plasmados en sus obras. Ahora bien, si se habla de Don Bosco, pero se dejan de lado sus sueños del Infierno, se está dejando de lado un aspecto sumamente importante de sus enseñanzas y de su vida de santidad y esto a tal punto que no puede llamarse verdadero “discípulo de Don Bosco” quien niegue, desconozca o deje de lado, por el motivo que sea, a sus “sueños del Infierno”. Es por eso que, en el día en el que lo conmemoramos, dejamos a disposición del lector varios vídeos en los que se relatan, con gráficos, los sueños de Don Bosco en el Infierno. Una última aclaración, vale la pena decirlo, es que estos “sueños” no fueron, a nuestro entender, “sueños”, sino verdaderas experiencias místicas manifestadas a través de sueños. He aquí los vídeos con los sueños de Don Bosco en el Infierno:











martes, 28 de enero de 2020

Santo Tomás de Aquino, el conocimiento de Dios y la trascendencia del hombre


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          Según afirma Santo Tomás de Aquino, el hombre es capaz de conocer a Dios y por lo tanto, es capaz de eternidad, puesto que “Dios es su propia eternidad”, como lo afirma el mismo santo. No vamos a detenernos en las vías del conocimiento de Dios formuladas por Santo Tomás de Aquino, sino en el porqué de su afirmación de que el hombre puede conocer a Dios. La razón está en su gnoseología, en su metafísica y en su cosmovisión del mundo y de Dios. Según su cosmovisión, Dios y el hombre son dos entes distintos, absolutamente distintos, uno Creador del otro y esto a tal punto, que el hombre no encuentra razón de ser ontológica sino es en referencia a Dios, Inteligencia Creadora y de la cual el hombre participa y por el cual subsiste. Según su gnoseología, es decir, según su teoría del conocimiento, el hombre puede conocer a Dios porque puede conocer el acto de ser que está en la esencia de las cosas, actualizándolas y poniéndolas en el ser. En efecto, para Santo Tomás, el ser tiene tres estados o “estratos”, si podemos llamarlos así: en las cosas, en la simple aprehensión del intelecto y en el juicio. Lo que tiene “solidez y actualidad” ontológica es el ser que está en las cosas, llamado también “acto de ser”, que pone en la realidad una esencia que, sin el acto de ser, sería sólo una esencia, es decir, un producto del pensamiento. Con relación a la metafísica, está en estrecha relación con la gnoseología que acabamos de describir y es lo que la hace posible. Todo esto, que parece un embrollo de términos reservados a filósofos y teólogos, es sumamente importante saberlo, porque sólo a través de esta metafísica tomista, a través de esta gnoseología tomista y a través de esta cosmovisión tomista, el hombre es “capax Dei” y por lo tanto, capaz de eternidad. Sólo en el pensamiento tomista el hombre es verdaderamente trascendente y por eso puede esperar trascender esta vida para llegar al más allá, al Reino de los cielos, luego de esta vida.
          En la orilla opuesta y guiados por Kant, Heidegger, Hegel y Rahner, están quienes afirman la inmanencia absoluta para el hombre ya que consideran que el hombre sólo puede conocer el “ser” del juicio, pero no el Acto de Ser de Dios Uno y Trino y por lo tanto niegan al hombre la trascendencia y lo encierran en su propia humanidad, sin otro horizonte que el limitado e intrascendente horizonte de la pura humanidad.
          Si seguimos el camino tomista, seremos capaces  de Dios y de su eternidad; si seguimos el camino de sus adversarios, nos quedaremos encerrados en nuestros propios pensamientos, sin salir jamás de ellos.

Santo Tomás de Aquino, el conocimiento de Dios y la trascendencia del hombre


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          Según afirma Santo Tomás de Aquino, el hombre es capaz de conocer a Dios y por lo tanto, es capaz de eternidad, puesto que “Dios es su propia eternidad”, como lo afirma el mismo santo. No vamos a detenernos en las vías del conocimiento de Dios formuladas por Santo Tomás de Aquino, sino en el porqué de su afirmación de que el hombre puede conocer a Dios. La razón está en su gnoseología, en su metafísica y en su cosmovisión del mundo y de Dios. Según su cosmovisión, Dios y el hombre son dos entes distintos, absolutamente distintos, uno Creador del otro y esto a tal punto, que el hombre no encuentra razón de ser ontológica sino es en referencia a Dios, Inteligencia Creadora y de la cual el hombre participa y por el cual subsiste. Según su gnoseología, es decir, según su teoría del conocimiento, el hombre puede conocer a Dios porque puede conocer el acto de ser que está en la esencia de las cosas, actualizándolas y poniéndolas en el ser. En efecto, para Santo Tomás, el ser tiene tres estados o “estratos”, si podemos llamarlos así: en las cosas, en la simple aprehensión del intelecto y en el juicio. Lo que tiene “solidez y actualidad” ontológica es el ser que está en las cosas, llamado también “acto de ser”, que pone en la realidad una esencia que, sin el acto de ser, sería sólo una esencia, es decir, un producto del pensamiento. Con relación a la metafísica, está en estrecha relación con la gnoseología que acabamos de describir y es lo que la hace posible. Todo esto, que parece un embrollo de términos reservados a filósofos y teólogos, es sumamente importante saberlo, porque sólo a través de esta metafísica tomista, a través de esta gnoseología tomista y a través de esta cosmovisión tomista, el hombre es “capax Dei” y por lo tanto, capaz de eternidad. Sólo en el pensamiento tomista el hombre es verdaderamente trascendente y por eso puede esperar trascender esta vida para llegar al más allá, al Reino de los cielos, luego de esta vida.
          En la orilla opuesta y guiados por Kant, Heidegger, Hegel y Rahner, están quienes afirman la inmanencia absoluta para el hombre ya que consideran que el hombre sólo puede conocer el “ser” del juicio, pero no el Acto de Ser de Dios Uno y Trino y por lo tanto niegan al hombre la trascendencia y lo encierran en su propia humanidad, sin otro horizonte que el limitado e intrascendente horizonte de la pura humanidad.
          Si seguimos el camino tomista, seremos capaces  de Dios y de su eternidad; si seguimos el camino de sus adversarios, nos quedaremos encerrados en nuestros propios pensamientos, sin salir jamás de ellos.

Santo Tomás de Aquino, el conocimiento de Dios y la trascendencia del hombre


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          Según afirma Santo Tomás de Aquino, el hombre es capaz de conocer a Dios y por lo tanto, es capaz de eternidad, puesto que “Dios es su propia eternidad”, como lo afirma el mismo santo. No vamos a detenernos en las vías del conocimiento de Dios formuladas por Santo Tomás de Aquino, sino en el porqué de su afirmación de que el hombre puede conocer a Dios. La razón está en su gnoseología, en su metafísica y en su cosmovisión del mundo y de Dios. Según su cosmovisión, Dios y el hombre son dos entes distintos, absolutamente distintos, uno Creador del otro y esto a tal punto, que el hombre no encuentra razón de ser ontológica sino es en referencia a Dios, Inteligencia Creadora y de la cual el hombre participa y por el cual subsiste. Según su gnoseología, es decir, según su teoría del conocimiento, el hombre puede conocer a Dios porque puede conocer el acto de ser que está en la esencia de las cosas, actualizándolas y poniéndolas en el ser. En efecto, para Santo Tomás, el ser tiene tres estados o “estratos”, si podemos llamarlos así: en las cosas, en la simple aprehensión del intelecto y en el juicio. Lo que tiene “solidez y actualidad” ontológica es el ser que está en las cosas, llamado también “acto de ser”, que pone en la realidad una esencia que, sin el acto de ser, sería sólo una esencia, es decir, un producto del pensamiento. Con relación a la metafísica, está en estrecha relación con la gnoseología que acabamos de describir y es lo que la hace posible. Todo esto, que parece un embrollo de términos reservados a filósofos y teólogos, es sumamente importante saberlo, porque sólo a través de esta metafísica tomista, a través de esta gnoseología tomista y a través de esta cosmovisión tomista, el hombre es “capax Dei” y por lo tanto, capaz de eternidad. Sólo en el pensamiento tomista el hombre es verdaderamente trascendente y por eso puede esperar trascender esta vida para llegar al más allá, al Reino de los cielos, luego de esta vida.
          En la orilla opuesta y guiados por Kant, Heidegger, Hegel y Rahner, están quienes afirman la inmanencia absoluta para el hombre ya que consideran que el hombre sólo puede conocer el “ser” del juicio, pero no el Acto de Ser de Dios Uno y Trino y por lo tanto niegan al hombre la trascendencia y lo encierran en su propia humanidad, sin otro horizonte que el limitado e intrascendente horizonte de la pura humanidad.
          Si seguimos el camino tomista, seremos capaces  de Dios y de su eternidad; si seguimos el camino de sus adversarios, nos quedaremos encerrados en nuestros propios pensamientos, sin salir jamás de ellos.

Santo Tomás de Aquino, el conocimiento de Dios y la trascendencia del hombre


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          En la orilla opuesta y guiados por Kant, Heidegger, Hegel y Rahner, están quienes afirman la inmanencia absoluta para el hombre ya que consideran que el hombre sólo puede conocer el “ser” del juicio, pero no el Acto de Ser de Dios Uno y Trino y por lo tanto niegan al hombre la trascendencia y lo encierran en su propia humanidad, sin otro horizonte que el limitado e intrascendente horizonte de la pura humanidad.
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          En la orilla opuesta y guiados por Kant, Heidegger, Hegel y Rahner, están quienes afirman la inmanencia absoluta para el hombre ya que consideran que el hombre sólo puede conocer el “ser” del juicio, pero no el Acto de Ser de Dios Uno y Trino y por lo tanto niegan al hombre la trascendencia y lo encierran en su propia humanidad, sin otro horizonte que el limitado e intrascendente horizonte de la pura humanidad.
          Si seguimos el camino tomista, seremos capaces  de Dios y de su eternidad; si seguimos el camino de sus adversarios, nos quedaremos encerrados en nuestros propios pensamientos, sin salir jamás de ellos.