San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 19 de mayo de 2017

San Expedito nos enseña cómo luchar contra las idolatrías del mundo de hoy


A San Expedito, el Demonio se le apareció en forma de cuervo negro, para tentarlo y así lograr que pospusiera su conversión, alejándolo de Dios; a nosotros, no se nos aparecerá en forma de cuervo, sino que nos tentará con ídolos, para que caigamos en el pecado de idolatría. ¿Qué es la idolatría? ¿Cuáles son esos ídolos? Podemos decir que la idolatría es el pecado que se contrapone directamente al más importante de todos los Mandamientos[1], el que los contiene a todos, y es el primero –“Amarás a Dios por sobre todas las cosas, y al prójimo, como a ti mismo”-, el cual describe cómo ha de hacer la relación del hombre para con Dios: una relación de amor, en primer lugar, a Dios; luego, al prójimo en Dios y, por último, el amor a sí mismo, por Dios y en Dios y para Dios. La idolatría contraría a este mandamiento, porque hace que el hombre, pervirtiendo su fe –el idólatra no es ateo, sino perverso en la fe-, dirija su acto de amor y de adoración a una creatura –objeto, persona humana o angélica, ideología- que, por definición, no es Dios y, por lo tanto, no merece culto de latría, de adoración[2].
En esto constituye entonces el pecado de idolatría, en colocar, en el corazón, a algo que no es Dios Uno y Trino, y rendirle culto de latría. ¿Cuáles son los ídolos, es decir, aquello con lo cual el Demonio pretende que cometamos el pecado de idolatría? Los ídolos, en nuestros tiempos, son variados y diversos; por ejemplo, el deporte –preferir el fútbol antes que la Misa dominical-, las diversiones, el dinero, el poder, el placer, el tener, el esoterismo, el paganismo, representados en el Gauchito Gil, la Difunta Correa, San La Muerte, etc. Cuando el hombre no adora a Dios, lo reemplaza por ídolos que, por definición, son abominables. Nuestro mundo está prácticamente infectado por ídolos post-modernos que cumplen a la perfección su rol, y es el de hacer que el hombre se postre ante ellos, en vez de postrarse ante el Dios de la Eucaristía, Cristo Jesús. La idolatría no es solamente un acto externo de adoración a creaturas que no son Dios, sino más bien una disposición interior que concede a las creaturas el lugar –en el corazón- y el amor –que brota del corazón del hombre- debidos solo a Dios.
Ya en la Antigüedad, a los ídolos tradicionales, que figuraban a hombres, mujeres y animales, se los consideraba como a dioses, se les ofrecían dones, se les distinguía con honores y se confiaba en ellos como si tuvieran un poder extraordinario[3]. Esto es un pecado, porque se coloca al ídolo en el lugar de Dios Uno y Trino, el Único Dios verdadero. En nuestros tiempos sucede lo mismo porque, como dijimos, no es el tiempo de los ateos, sino el de los idólatras. En el Antiguo Testamento, el Pueblo Elegido de Dios, Israel, cayó en la adoración del ídolo del dinero representado en el becerro de oro, postrándose ante una estatua muda, ciega y sorda y creada por sus propias manos, al tiempo que dejaban de lado al Dios Viviente, el Único Dios verdadero. Por este acto de idolatría, Dios debió dirigirse a ellos por medio de Moisés y los profetas, para indicarles su extravío, para recordarles que sólo Dios era su Creador, su Defensor, su Liberador de la ominosa esclavitud que padecía en Egipto –símbolo de la esclavitud del pecado- y a que Él sólo le debían adoración. Dios es un Dios celoso, que no admite competencias, y así como al Pueblo Elegido le hizo recordar que sólo a Él y no a los ídolos, le debía la gratitud y la adoración, y para ello fue Él quien determinó el culto que se le había de establecer, así también, en Jesucristo, el Hombre-Dios, Dios mismo se auto-revela a sí mismo como el Único Dios merecedor de poder, alabanza, adoración y gloria, y para ello establece su Iglesia y su culto más preciado, la Santa Misa.
Para nosotros, los católicos, existen los santos, como San Expedito, quienes son los que nos enseñan, con sus ejemplos de vida, a no caer en la tentación de la idolatría y a despreciar a los ídolos. ¿Cuál es el ejemplo de San Expedito? Lo vemos en su imagen: San Expedito levanta en alto la cruz y dice: “Hoy y no mañana, decido seguir a Cristo; hoy y no mañana, convierto mi corazón y abandono para siempre a los ídolos del paganismo”. Que San Expedito interceda por nosotros para que nos postremos, no ante ídolos como el becerro de oro, sino ante el Cordero de Dios, Jesús Eucaristía.



[1] Cfr. Germán Mazuelo-Leytón; https://adelantelafe.com/formas-actuales-de-idolatria/
[2] Catecismo de la Iglesia Católica, 2113.
[3] Cfr. Germán Mazuelo-Leytón; https://adelantelafe.com/formas-actuales-de-idolatria/

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