Sor Lucía y cuadro de las Apariciones de Pontevedra.
Lucía
Dos Santos nació el 22 de marzo de 1907 en Aljustrel, caserío junto a Fátima,
Portugal. A la edad de nueve años ayudaba a la economía familiar con sus primos,
los beatos Francisco y Jacinta Matos, pastoreando ovejas, como de costumbre en
su pueblo. Fue entonces que recibieron la visita de la Virgen en la Cova de
Iría. Más tarde, en 1921, Lucía ingresó como religiosa en la Orden de las
Hermanas Doroteas. Estuvo con ellas en Tui y Pontevedra, España. En ambas ciudades
tuvo importantes visitas de Jesús y de la Virgen. Recibió la Promesa de los
Primeros Sábados, la Visión de la Trinidad, la petición de la consagración de
Rusia, 1929 En 1946 regresó a Portugal y, dos años después, entró en el Carmelo
de Santa Teresa en Coimbra, donde profesó sus votos como carmelita en 1949. Murió
en el año 2005.
Mensaje de santidad.
Su
mensaje de santidad está estrecha e íntimamente vinculado a las apariciones de
la Virgen en Fátima. Ella fue una de las videntes, junto a sus primos Jacinta y
Francisco. En estas apariciones, la Virgen le reveló aquello que habría de ser
su principal misión de su vida terrena: “Jesús quiere servirse de ti para darme
a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado
Corazón”.
En
las Apariciones, la Virgen dijo a Francisco y Jacinta que pronto irían al cielo
pero que Lucia debía quedar en la tierra para propagar sus mensajes, lo cual
sucedió así efectivamente, ya que Sor Lucía falleció en el año 2005, a los 98
años. Sor Lucía escribió dos volúmenes: “Memorias” y “Llamamientos del Mensaje
de Fátima”.
En
una entrevista concedida por Sor Lucía 8 Marzo, 1998[2],
Sor Lucía hizo referencia a Rusia, su consagración a Dios y su conversión. Con respecto
a Rusia, Sor Lucía dijo que cuando la Santísima Virgen les pidió a los tres
pastorcitos rezar por esta intención –la conversión de Rusia-, ni ella sabía lo
que era Rusia: “Nosotros pensábamos que era una mujer muy mala”. Con el paso
del tiempo, Sor Lucía llegaría a conocer en toda su crudeza la dramática
historia de este pueblo y los estragos y genocidios que el Comunismo habría de
realizar a lo largo de la historia. La Virgen pedía la consagración a Rusia, porque
“esparcería sus errores por el mundo”, como de hecho lo hizo, produciendo
matanzas de más cien millones de personas desde que se implementó por la
violencia en Rusia. El Comunismo ha sido condenado por la Iglesia, que lo ha
calificado como “intrínsecamente perverso”, y no puede ser de otro modo, pues
es un sistema ideológico materialista y ateo y, en el fondo, luciferino.
Con
respecto al infierno, Sor Lucía dijo: “El infierno es una realidad. Es un fuego
sobrenatural y no físico, y no puede ser comparado al fuego que arde, de madera
o de carbón”. Dio un consejo a los sacerdotes acerca de este tema: “Continúen
predicando sobre el infierno porque Nuestro Señor mismo habló del infierno y
está en las Sagradas Escrituras. Dios no condena a nadie al infierno. Dios dio
a los hombres la libertad de escoger, y Dios respeta esa libertad humana”. Al infierno
nadie va obligado, o forzado, o condenado injustamente: Sor Lucía nos dice que
somos libres y que, si nos condenamos, es porque hemos elegido libremente ese
camino.
Con
respecto al ateísmo y el materialismo, Sor Lucía afirma que “el ateísmo es el
mayor instrumento utilizado por el demonio en nuestros días, porque es un grave
pecado contra Dios, que niega su propia existencia dando paso a la práctica de
toda una variedad de actos diabólicos como el aborto”. “Como terminó el
comunismo, ahora sigue el materialismo. Antes las personas no podían comprar
nada. El materialismo es muy malo...Las personas deberían desear más las cosas
de Dios y no querer antes las cosas materiales”.
En
sus primeros años de vida religiosa en España, Sor Lucía, vidente de Fátima,
fue testigo de nuevas apariciones de la Virgen María y el Niño Jesús
Tras
las apariciones de Fátima en Portugal, Sor Lucía ingresó al noviciado de la
Congregación de las Hermanas Doroteas en Pontevedra, España. Estas apariciones
fueron relatadas por Sor Lucía en una segunda entrevista, a un Monseñor de
apellido Rodríguez. Estando en Pontevedra, presenció varias apariciones de la
Virgen y el Niño, la primera ocurrió el 10 de diciembre de 1925 en su
habitación. En estas nuevas apariciones, le pidieron extender la devoción de
los cinco primeros sábados de mes en reparación al Inmaculado Corazón de María.
Esta devoción consiste en que, el primer sábado de cada mes durante cinco meses,
la persona se confiese, reciba la comunión, rece el rosario y dedique 15
minutos a la oración para desagraviar el Corazón Inmaculado de María. La Virgen
prometió “asistir a quien realice la devoción de los cinco primeros sábados de
mes, en la hora de su muerte, con todas las gracias necesarias para que se
salve su alma”.
La
vida de novicia de la vidente de Fátima siguió con normalidad. Sin embargo,
desde hacía algunos meses Sor Lucía se encontraba con frecuencia con un niño en
los alrededores del convento. Ella intentaba enseñar al pequeño a rezar el
Avemaría y le animaba a que fuera a una iglesia cercana para rezar la
jaculatoria: “Oh Madre mía del Cielo, dadme a vuestro Niño Jesús”. El 15 de
febrero de 1926 volvió a encontrarse con el pequeño y le preguntó si había
rezado lo que ella le enseñó, a lo que el niño le contestó: “¿Y tú has
propagado por el mundo aquello que la Madre del Cielo te pedía?”. En ese
momento la religiosa supo que se trataba del Niño Jesús. El Niño Dios le pidió
a Sor Lucía hacer lo que su Madre le había pedido en su aparición: extender la
devoción de los cinco primeros sábados de mes porque “muchas personas
comenzaban esta devoción, pero pocas la terminaban”.
Sor
Lucía habló con su confesor sobre estas apariciones y el sacerdote le hizo algunas
preguntas, entre ellas, por qué debían ser cinco sábados. La religiosa pidió
una respuesta al Señor que le contestó en una hora de oración ante el Santísimo
Sacramento. Rodríguez dijo a ACI Prensa que el Señor le explicó a Sor Lucía que
“la devoción de los cinco sábados se debe a que hay cinco tipos de ofensas y
blasfemias contra el Inmaculado Corazón de María”.
Estas
blasfemias son:
-contra
su Inmaculada Concepción;
-contra
su Virginidad perpetua;
-contra
su Divina Maternidad al rechazar reconocerla como Madre de todos los hombres;
-las
ofensas de aquellos que tratan de sembrar públicamente en los corazones de los
niños indiferencia o incluso odio a la Virgen y
-las
ofensas de quienes la ultrajan en sus santas imágenes.
En
1929 Sor Lucía se trasladó a la ciudad española de Tuy para seguir su formación
en la Congregación de las Hermanas Doroteas. Allí también vio la Virgen, pero
esta vez con su Corazón Inmaculado entre las manos y rodeado de espinas,
significando nuestros pecados. En esa oportunidad, la Virgen recordó de nuevo a
la religiosa la importancia de reparar su Inmaculado Corazón a través de los
cinco primeros sábados de mes.
En
1948 Sor Lucía volvió a Portugal e ingresó en el Carmelo de Santa Teresa de
Coimbra, como religiosa carmelita, donde murió en el año 2005 a los 97
años. En el año 2008, el Cardenal José
Saraiva Martins inició su causa de beatificación.
Aprobación eclesial de las
Apariciones de Pontevedra y Tuy
Emilio
Rodríguez, delegado diocesano del Apostolado Mundial de Fátima, explicó a ACI
Prensa que “el Vaticano ha reconocido estas apariciones –Pontevedra y Tuy- como
parte del mensaje de Fátima, por ser de la misma vidente”.
Uno
de los momentos más importantes en el reconocimiento de estas apariciones fue
la visita que el entonces Nuncio Apostólico en España, Cardenal Manuel Monteiro
de Castro, hizo al convento de las Doroteas en el 75 aniversario de las
apariciones en el año 2000. Según explicó Emilio Rodríguez, el Nuncio “dejó por
escrito su aprobación. Nos dijo que Fátima y Pontevedra se complementaban
perfectamente porque seguía el mismo mensaje de la Virgen de 1917 en Portugal”.
En una placa en el convento se guarda esta bendición papal: “Su Santidad el
Papa Juan Pablo II saluda con particular afecto al Apostolado Mundial de Fátima
en España y a los participantes de la Semana mariana, organizada con motivo del
75 aniversario de la aparición de la Santísima Virgen a la hermana Lucía en el
hoy Santuario del Corazón Inmaculado de María, en Pontevedra”.
[2] Agencia Zenit, Coimbra, 8 de marzo
de 1998. A la revista mensual católica portuguesa “Christus” editada en Lisboa
por el grupo editorial “Semanario”, publicó en el número correspondiente al 3
de marzo 98, la primera entrevista que ha concedido en su vida la hermana
Lucía.
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