San Bartolomé es ejemplo de quien, oyendo hablar de
Jesucristo como el Mesías, desea conocerlo personalmente, para seguirlo y dar
la vida por Él. Según el relato evangélico, San Bartolomé –llamado “Natanael”
en el Evangelio[1]-
fue llamado por Felipe, inmediatamente después de que Felipe fuera a su vez llamado
por Jesús. El Evangelio narra que Jesús llamó a Felipe y éste fue a llamar a San
Bartolomé, diciéndole que “habían encontrado al Mesías”: “Felipe se encontró a
Natanael y le dijo: ‘Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los
profetas. Es Jesús de Nazaret’. Natanael le respondió: ‘¿Es que de Nazaret
puede salir algo bueno?’ Felipe le dijo: ‘Ven y verás’. (Jn 1, 49)”. Luego de este encuentro, y a pesar de que San Bartolomé
dudara, no de Jesús como Mesías, sino del lugar en donde había sido encontrado
por Felipe –en efecto, San Bartolomé dice: “¿Es que de Nazaret puede salir algo
bueno?”, tal vez debido a que San Bartolomé pensaba que el Mesías, por ser tal,
debía nacer en un lugar más importante-, sigue a Felipe con el deseo, puesto
por Dios en su corazón, de ver al Mesías. San Bartolomé responde a esta gracia
con un corazón puro y lleno de amor por el Mesías, puesto que desea buscar y
encontrar al Mesías, de quien ya sabe el nombre, Jesús de Nazaret, no por
mezquinos intereses, sino por ser Jesús Quien Es, el Mesías, el Salvador, “Aquél
a quien anunciaron Moisés y los profetas”. Esta pureza de corazón de San
Bartolomé es reconocida por el mismo Jesús, quien apenas ve a San Bartolomé, lo
elogia diciendo: “Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”.
La ausencia de engaño, es decir, la ausencia de mentira en San Bartolomé, es un
indicio clarísimo de la Presencia del Espíritu de Dios en su corazón, puesto
que, así como el amor a la Verdad es señal de la Presencia de Dios en un alma,
así también la mentira es señal no sólo de ausencia de Dios y su Espíritu, sino
de la presencia del Demonio, llamado “Padre de la mentira” por parte de Jesús (cfr.
Jn 8, 44). Luego de este encuentro y
de que Jesús alabara su amor por la Verdad, se entabla un diálogo entre San Bartolomé
y Jesús, en el que San Bartolomé reconoce a Jesús como al Mesías y en el que
Jesús le anticipa algo que está reservado sólo a los grandes santos: ver al
Mesías y a los ángeles de Dios subir y bajar alrededor de Él: “Natanael le
preguntó: ‘¿Desde cuándo me conoces?’ Le respondió Jesús: ‘Antes de que Felipe
te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi’. Le respondió
Natanael: ‘Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel’. Jesús
le contestó: ‘Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró
que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre’.
(Jn 1, 43)”. A partir del encuentro
personal con Jesús de Nazareth, el Mesías, San Bartolomé no lo abandonará nunca
más, ni en esta vida, ni en la otra, en donde goza por la eternidad de su
contemplación: San Bartolomé dará su vida por Jesús, muriendo mártir en la
India, siendo despellejado vivo por predicar el Evangelio[2].
Como vemos, la vida de San Bartolomé es un maravilloso ejemplo
de santidad, a imitar por todo aquel que busque a Jesús como al Mesías, como al
Salvador, como al Redentor de la humanidad: San Bartolomé ama a Jesús por ser
Él quien ES, el Hombre-Dios encarnado para redimir a los hombres y conducirlos
a la bienaventuranza eterna y da la vida por Él. Al recordarlo en su día,
pidamos al santo que interceda por nosotros para que, a imitación suya,
busquemos a Jesús sin doblez de corazón y que amemos a Jesús por lo que ES, Dios de majestad
infinita, y no por lo que da.
[1] Bartolomé es un sobrenombre o
segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que
significa “regalo de Dios”) Muchos autores creen que el personaje que el
evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman
Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol
Felipe, le colocan como compañero de Felipe a Natanael; cfr. https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bartolom%C3%A9_8_24.htm
[2] Por este motivo, se lo representa
a San Bartolomé sosteniendo su propia piel en sus brazos, a modo de abrigo;
cfr. https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bartolom%C3%A9_8_24.htm
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