Algo que caracterizaba a San Martín de Porres era su
capacidad para hacer milagros de todo tipo, como por ejemplo, curaciones, y también
hablar con los animales. Pero no fue eso lo que le hizo ganar el cielo, porque
esas cosas son dadas por Dios: lo que lo hizo ganar el cielo fue su bondad de
corazón, su caridad y también su humildad: a él lo iban a visitar desde el
gobernador y el arzobispo hasta el último indigente, y él trataba a todos por
igual, sin hacer distinciones, y a ninguno le negaba su palabra de aliento o su
caridad. Esto que hacía San Martín de Porres se llaman obras de misericordia y
son necesarias para entrar en el cielo, de manera tal que si no las hacemos, no
entraremos en el cielo. Aprendamos de él a ser caritativos y humildes, a no
ensoberbecernos por el bien que hagamos, y a no hacer distinción de personas. Además,
tenemos que saber que todos podemos hacer obras de misericordia, por lo menos
una de las catorce que pide la Iglesia. Le pidamos a San Martín de Porres que
interceda para que podamos ser misericordiosos y humildes como él, para así
poder ganar el Reino de los cielos.
Bienaventurados habitantes del cielo, Ángeles y Santos, vosotros que os alegráis en la contemplación y adoración de la Santísima Trinidad, interceded por nosotros, para que algún día seamos capaces de compartir vuestra infinita alegría.
San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
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