Santiago matamoros.
Vida de santidad[1].
En realidad, el nombre de “Santiago”
es un nombre compuesto por dos palabras: “Sant-Iacob”, ya que su nombre en
hebreo era Jacob. Debido a que los españoles lo invocaban en sus batallas
diciendo: “Sant Iacob, ayúdanos”, fue que, de tanto repetir y unir estas dos
palabras, quedaron unidas de tal manera que formaron una sola: Santiago.
Tuvo el privilegio de ser uno de los Doce Apóstoles del
Señor Jesús y en el Evangelio se narra que fue el testigo privilegiado, de
entre los Apóstoles, de muchos de los episodios más significativos de la vida
del Señor.
Hermano de San Juan evangelista, se le llamaba “el Mayor”,
para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que
él. Vivía con sus padres Zebedeo y Salomé en la ciudad de Betsaida, junto al
Mar de Galilea, y allí tenían una pequeña empresa de pesca. Justamente, se
encontraba trabajando en su emprendimiento pesquero cuando decidió dejar las
redes y a su padre para ser discípulo de Jesús, después de presenciar la pesca
milagrosa y al oír que Jesús les decía: “Desde ahora seréis pescadores de
hombres”.
Como decíamos, si bien Jesús eligió a Doce Apóstoles,
hubo un pequeño grupo –junto con Pedro y su hermano Juan-, en el que estaba
Santiago, que gozó de una preferencia mayor que el resto, según se puede
comprobar en el Evangelio. Por ejemplo, Santiago presenció todos los grandes
milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que estuvieron
presentes en el Monte Tabor, durante la Transfiguración del Señor y también
estuvieron con Él en su Oración en el Huerto de Getsemaní. Fue también el primero
en derramar su sangre por Cristo.
Una intervención suya en el Evangelio es corregida por
Jesús, porque aparentemente el Apóstol Santiago no había entendido todavía muy
bien el alcance de la misión y las palabras de Jesús. Sucedió que cuando
pasaban por el pueblo de Samaría, la gente no quiso auxiliarlos con alimentos,
puesto que eran hebreos y por lo tanto enemigos; Santiago, que sabía del poder
de Jesús y del poder de la oración, le preguntó a Jesús si no quería que
rezaran para que cayera “fuego del cielo” a aquellos samaritanos que les habían
negado los alimentos, para que así recibieran su castigo. Pero Jesús les
reprochó a Santiago y a Juan –que se había sumado al pedido de Santiago- esta
actitud porque, por un lado, el cristiano debe amar a sus enemigos y, por otro
lado, si debe caer “fuego del cielo”, el único fuego que debe caer es el Fuego
del Espíritu Santo, que enciende a las almas en el Amor de Dios.
En otro episodio, Santiago y Juan le encargaron a su madre
Salomé para que fuera a pedirle a Jesús los primeros puestos en el Reino, uno a
la derecha y otro a la izquierda. La respuesta de Jesús los hizo reflexionar
acerca de lo que pedían, además de ayudarles a ver que el cristiano no debe
procurar los primeros puestos de poder al estilo de los hombres ambiciosos de
la tierra, sino que los primeros en el Reino de Dios son los que más participan
de la Pasión y Muerte en cruz de Jesús aquí en la tierra. Por eso es que Jesús
les pregunta si son capaces de beber del cáliz que Él ha de beber, porque es un
cáliz de amargura y dolor: “¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo
voy a beber?”. Los hermanos estaban dispuestos a participar de la Pasión de
Jesús no por los puestos de poder, sino porque amaban verdaderamente a Jesús y
por eso es que responden: “Sí, somos capaces”. Entonces Jesús les dice que beberán
del cáliz de la amargura, es decir, participarán de su Pasión, pero el ocupar
los primeros puestos depende de Dios Padre: “El cáliz de amargura sí lo
beberán, pero el ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el
concederlo, sino que esos puestos son para aquellos para quienes los tiene
reservado mi Padre Celestial”. Al escuchar la petición, los otros apóstoles se
disgustaron, porque pensaban terrenalmente, es decir, querían ocupar los
primeros puestos, así como en la tierra los hombres, por ambición, desean los
primeros puestos en todo. Pero Jesús les da una lección y les hace ver que en
el Reino de Dios las cosas son distintas: el que quiera ser primero de todos,
debe ser el servidor de todos, como el Hijo del hombre: “El que quiera ser el
primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo del hombre que
no ha venido a ser servido sino a servir”.
La prueba más patente de la verdad de las palabras de
Jesús –“el que quiera ser el primero que sea el servidor de todos”- es la misma
muerte del Apóstol, quien tuvo el honor de dar su vida al morir decapitado por
orden del rey Herodes Agripa. Así se cumplieron en el Apóstol las palabras de
Jesús, de que para entrar en el Reino de los cielos, era necesario beber del
cáliz amargo de la Pasión, ya que el Apóstol dio su vida por Jesús y su
Evangelio. Santiago el Apóstol tuvo el privilegio de ser el primero de los
apóstoles que derramó su sangre por proclamar la Buena Noticia del Hombre-Dios
Jesucristo.
Santiago es el Patrono de España pues según antiguas
tradiciones (del siglo VI), el Apóstol llegó hasta España en su afán
evangelizador. De hecho, fue en esa misión evangelizadora, en la que se le
apareció la Virgen del Pilar, dando así origen a la más antigua iglesia
dedicada a la Virgen, en la que se resguarda el milagroso pilar –símbolo de la
fe inquebrantable en Jesucristo-, la Basílica del Pilar, en Zaragoza. Desde el
siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (ubicada
en el norte de España), santuario al que han acudido durante siglos y siguen
haciéndolo miles y miles de peregrinos.
Mensaje de santidad.
Por la Santa Fe católica llevada por el Apóstol Santiago
a España, fue que España realizó las más grandes gestas jamás llevadas a cabo
por ninguna nación de la tierra: conquistó para Cristo continentes, pueblos y
naciones enteras, además de derrotar al Islam –las tropas españolas expulsaron
al Islam bajo la guía y conducción del Apóstol, al grito de: “¡Santiago y cierra,
España!”[2], a
Napoleón y al Comunismo. La razón es que solo con la fuerza de la Santa Cruz de
Jesús es que se puede salir victoriosos frente a enemigos de la fe cristiana tan
poderosos como estos, que representan a las fuerzas del Anticristo: el Islam, porque
niega la divinidad de Jesucristo y a la Santísima Trinidad; Napoleón, porque es
el representante de la revolución masónica que pretende implantar en el mundo
el ideal laico y laicista de la igualdad, fraternidad y libertad sin Dios; el
Comunismo, porque es el enemigo más despiadado y encarnizado, tanto de Dios,
como de los hombres. Tal como la Santa Iglesia pide en las preces de hoy,
Fiesta de Santiago Apóstol, nosotros también pedimos que en España se conserve
la fe transmitida por el Apóstol tanto en España como en sus provincias de
ultramar, las naciones hispanoamericanas, hasta el fin de los tiempos, fe con
la cual venceremos, con toda facilidad, a los más grandes enemigos de nuestra
eterna salvación.
[2] El significado de la frase es,
por una parte, invocar al apóstol Santiago, patrón de España y también llamado
Santiago Matamoros, y por otro, la orden militar cierra, que en términos
militares significa trabar combate, embestir o acometer; “cerrar” la distancia
entre uno y el enemigo. Cfr. https://es.wikipedia.org/wiki/%C2%A1Santiago_y_cierra,_Espa%C3%B1a!
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