San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 25 de julio de 2018

Solemnidad de Santiago Apóstol, Patrono de España



Santiago matamoros.

         Vida de santidad[1].

         En realidad, el nombre de “Santiago” es un nombre compuesto por dos palabras: “Sant-Iacob”, ya que su nombre en hebreo era Jacob. Debido a que los españoles lo invocaban en sus batallas diciendo: “Sant Iacob, ayúdanos”, fue que, de tanto repetir y unir estas dos palabras, quedaron unidas de tal manera que formaron una sola: Santiago.
Tuvo el privilegio de ser uno de los Doce Apóstoles del Señor Jesús y en el Evangelio se narra que fue el testigo privilegiado, de entre los Apóstoles, de muchos de los episodios más significativos de la vida del Señor.
Hermano de San Juan evangelista, se le llamaba “el Mayor”, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que él. Vivía con sus padres Zebedeo y Salomé en la ciudad de Betsaida, junto al Mar de Galilea, y allí tenían una pequeña empresa de pesca. Justamente, se encontraba trabajando en su emprendimiento pesquero cuando decidió dejar las redes y a su padre para ser discípulo de Jesús, después de presenciar la pesca milagrosa y al oír que Jesús les decía: “Desde ahora seréis pescadores de hombres”.
Como decíamos, si bien Jesús eligió a Doce Apóstoles, hubo un pequeño grupo –junto con Pedro y su hermano Juan-, en el que estaba Santiago, que gozó de una preferencia mayor que el resto, según se puede comprobar en el Evangelio. Por ejemplo, Santiago presenció todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que estuvieron presentes en el Monte Tabor, durante la Transfiguración del Señor y también estuvieron con Él en su Oración en el Huerto de Getsemaní. Fue también el primero en derramar su sangre por Cristo.
Una intervención suya en el Evangelio es corregida por Jesús, porque aparentemente el Apóstol Santiago no había entendido todavía muy bien el alcance de la misión y las palabras de Jesús. Sucedió que cuando pasaban por el pueblo de Samaría, la gente no quiso auxiliarlos con alimentos, puesto que eran hebreos y por lo tanto enemigos; Santiago, que sabía del poder de Jesús y del poder de la oración, le preguntó a Jesús si no quería que rezaran para que cayera “fuego del cielo” a aquellos samaritanos que les habían negado los alimentos, para que así recibieran su castigo. Pero Jesús les reprochó a Santiago y a Juan –que se había sumado al pedido de Santiago- esta actitud porque, por un lado, el cristiano debe amar a sus enemigos y, por otro lado, si debe caer “fuego del cielo”, el único fuego que debe caer es el Fuego del Espíritu Santo, que enciende a las almas en el Amor de Dios.
En otro episodio, Santiago y Juan le encargaron a su madre Salomé para que fuera a pedirle a Jesús los primeros puestos en el Reino, uno a la derecha y otro a la izquierda. La respuesta de Jesús los hizo reflexionar acerca de lo que pedían, además de ayudarles a ver que el cristiano no debe procurar los primeros puestos de poder al estilo de los hombres ambiciosos de la tierra, sino que los primeros en el Reino de Dios son los que más participan de la Pasión y Muerte en cruz de Jesús aquí en la tierra. Por eso es que Jesús les pregunta si son capaces de beber del cáliz que Él ha de beber, porque es un cáliz de amargura y dolor: “¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?”. Los hermanos estaban dispuestos a participar de la Pasión de Jesús no por los puestos de poder, sino porque amaban verdaderamente a Jesús y por eso es que responden: “Sí, somos capaces”. Entonces Jesús les dice que beberán del cáliz de la amargura, es decir, participarán de su Pasión, pero el ocupar los primeros puestos depende de Dios Padre: “El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial”. Al escuchar la petición, los otros apóstoles se disgustaron, porque pensaban terrenalmente, es decir, querían ocupar los primeros puestos, así como en la tierra los hombres, por ambición, desean los primeros puestos en todo. Pero Jesús les da una lección y les hace ver que en el Reino de Dios las cosas son distintas: el que quiera ser primero de todos, debe ser el servidor de todos, como el Hijo del hombre: “El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir”.
La prueba más patente de la verdad de las palabras de Jesús –“el que quiera ser el primero que sea el servidor de todos”- es la misma muerte del Apóstol, quien tuvo el honor de dar su vida al morir decapitado por orden del rey Herodes Agripa. Así se cumplieron en el Apóstol las palabras de Jesús, de que para entrar en el Reino de los cielos, era necesario beber del cáliz amargo de la Pasión, ya que el Apóstol dio su vida por Jesús y su Evangelio. Santiago el Apóstol tuvo el privilegio de ser el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la Buena Noticia del Hombre-Dios Jesucristo.
Santiago es el Patrono de España pues según antiguas tradiciones (del siglo VI), el Apóstol llegó hasta España en su afán evangelizador. De hecho, fue en esa misión evangelizadora, en la que se le apareció la Virgen del Pilar, dando así origen a la más antigua iglesia dedicada a la Virgen, en la que se resguarda el milagroso pilar –símbolo de la fe inquebrantable en Jesucristo-, la Basílica del Pilar, en Zaragoza. Desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (ubicada en el norte de España), santuario al que han acudido durante siglos y siguen haciéndolo miles y miles de peregrinos.

Mensaje de santidad.

Por la Santa Fe católica llevada por el Apóstol Santiago a España, fue que España realizó las más grandes gestas jamás llevadas a cabo por ninguna nación de la tierra: conquistó para Cristo continentes, pueblos y naciones enteras, además de derrotar al Islam –las tropas españolas expulsaron al Islam bajo la guía y conducción del Apóstol, al grito de: “¡Santiago y cierra, España!”[2], a Napoleón y al Comunismo. La razón es que solo con la fuerza de la Santa Cruz de Jesús es que se puede salir victoriosos frente a enemigos de la fe cristiana tan poderosos como estos, que representan a las fuerzas del Anticristo: el Islam, porque niega la divinidad de Jesucristo y a la Santísima Trinidad; Napoleón, porque es el representante de la revolución masónica que pretende implantar en el mundo el ideal laico y laicista de la igualdad, fraternidad y libertad sin Dios; el Comunismo, porque es el enemigo más despiadado y encarnizado, tanto de Dios, como de los hombres. Tal como la Santa Iglesia pide en las preces de hoy, Fiesta de Santiago Apóstol, nosotros también pedimos que en España se conserve la fe transmitida por el Apóstol tanto en España como en sus provincias de ultramar, las naciones hispanoamericanas, hasta el fin de los tiempos, fe con la cual venceremos, con toda facilidad, a los más grandes enemigos de nuestra eterna salvación.



[2] El significado de la frase es, por una parte, invocar al apóstol Santiago, patrón de España y también llamado Santiago Matamoros, y por otro, la orden militar cierra, que en términos militares significa trabar combate, embestir o acometer; “cerrar” la distancia entre uno y el enemigo. Cfr. https://es.wikipedia.org/wiki/%C2%A1Santiago_y_cierra,_Espa%C3%B1a!

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