Vida
de santidad.
Nació
en Castiglione, Italia, en 1568, hijo del marqués de Gonzaga[1].
De pequeño aprendió las artes militares y el más exquisito trato social. Siendo
niño y sin saber lo que decía, empezó a repetir palabras groseras que les había
oído a los militares, hasta que su maestro lo corrigió. También un día por
imprudencia juvenil hizo estallar un cañón con grave peligro de varios
soldados. De estos dos pecados lloró y se arrepintió toda la vida.
San Luis estuvo como edecán en palacios de altos gobernantes, pero nunca fijó sus ojos en el rostro de las mujeres, librándose así de muchas tentaciones. Él era extraordinariamente amable y bien educado. Su director espiritual fue San Roberto Belarmino, el cual le aconsejó tres medios para llegar a ser santo: frecuente confesión y comunión; mucha devoción a la Santísima Virgen; leer vidas de Santos. Un día, ante una imagen de la Virgen en Florencia, hizo juramento de permanecer siempre puro, es decir, hizo “voto de castidad”. San Luis Gonzaga tuvo que hacer muchos sacrificios para poder mantenerse siempre puro, y por eso la Santa Iglesia Católica lo ha nombrado Patrono de los Jóvenes que quieren conservar la santa pureza. El repetía la frase de San Pablo: “Domino mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando a otros a salvarse, me condene yo mismo”. Sufría mucho de mal de riñones y esta enfermedad lo obligaba a quedarse días enteros, quieto en su cama. Pero esta quietud le trajo un gran bien: le permitió dedicarse a leer las Vidas de Santos, y esto lo animó muchísimo a volverse mejor (a veces sentía remordimiento porque le parecía que deseaba demasiado irse al cielo). Una vez arrodillado ante la imagen de Nuestra Señora del Buen Consejo, le pareció que la Santísima Virgen le decía: “¡Debes entrar en la Compañía de mi Hijo!”. Con esto entendió que su vocación era entrar en la Comunidad Compañía de Jesús, o sea hacerse jesuita. Para ello, le pidió permiso a su padre, pero él no lo dejó. Y para que se quitara de la cabeza este pensamiento, lo llevó a grandes fiestas y a palacios y así olvidara su deseo de ser sacerdote. Después de varios meses le preguntó: “¿Todavía sigues deseando ser sacerdote?”, y el joven le respondió: “En eso pienso noche y día”. Ante esta respuesta, su padre permitió entrar en la Compañía de Jesús. Apenas el hijo se hizo religioso su padre empezó a volverse mucho más piadoso de lo que era antes y murió después santamente. Luis renunció a todas las grandes herencias que le correspondían con tal de poder hacerse religioso y santo. Un oficio muy importante que hizo San Luis durante su vida fue ir de ciudad en ciudad poniendo la paz entre familias que estaban peleadas. Cuando él era enviado a poner paz entre los enemistados, estos ante su gran santidad, aceptaban hacer las paces y no pelear más.
San Luis estuvo como edecán en palacios de altos gobernantes, pero nunca fijó sus ojos en el rostro de las mujeres, librándose así de muchas tentaciones. Él era extraordinariamente amable y bien educado. Su director espiritual fue San Roberto Belarmino, el cual le aconsejó tres medios para llegar a ser santo: frecuente confesión y comunión; mucha devoción a la Santísima Virgen; leer vidas de Santos. Un día, ante una imagen de la Virgen en Florencia, hizo juramento de permanecer siempre puro, es decir, hizo “voto de castidad”. San Luis Gonzaga tuvo que hacer muchos sacrificios para poder mantenerse siempre puro, y por eso la Santa Iglesia Católica lo ha nombrado Patrono de los Jóvenes que quieren conservar la santa pureza. El repetía la frase de San Pablo: “Domino mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando a otros a salvarse, me condene yo mismo”. Sufría mucho de mal de riñones y esta enfermedad lo obligaba a quedarse días enteros, quieto en su cama. Pero esta quietud le trajo un gran bien: le permitió dedicarse a leer las Vidas de Santos, y esto lo animó muchísimo a volverse mejor (a veces sentía remordimiento porque le parecía que deseaba demasiado irse al cielo). Una vez arrodillado ante la imagen de Nuestra Señora del Buen Consejo, le pareció que la Santísima Virgen le decía: “¡Debes entrar en la Compañía de mi Hijo!”. Con esto entendió que su vocación era entrar en la Comunidad Compañía de Jesús, o sea hacerse jesuita. Para ello, le pidió permiso a su padre, pero él no lo dejó. Y para que se quitara de la cabeza este pensamiento, lo llevó a grandes fiestas y a palacios y así olvidara su deseo de ser sacerdote. Después de varios meses le preguntó: “¿Todavía sigues deseando ser sacerdote?”, y el joven le respondió: “En eso pienso noche y día”. Ante esta respuesta, su padre permitió entrar en la Compañía de Jesús. Apenas el hijo se hizo religioso su padre empezó a volverse mucho más piadoso de lo que era antes y murió después santamente. Luis renunció a todas las grandes herencias que le correspondían con tal de poder hacerse religioso y santo. Un oficio muy importante que hizo San Luis durante su vida fue ir de ciudad en ciudad poniendo la paz entre familias que estaban peleadas. Cuando él era enviado a poner paz entre los enemistados, estos ante su gran santidad, aceptaban hacer las paces y no pelear más.
Cuando
iba a hacer o decir algo importante se preguntaba: “¿De qué sirve esto para la
eternidad?” y si no le servía para la eternidad, ni lo hacía ni lo decía. En el
año 1581, cuando San Luis Gonzaga estaba ya para ser ordenado sacerdote, se
desató una epidemia de tifus y San Luis se contagió mortalmente, al echarse
sobre los hombros a un enfermo grave y tirado en la calle, para llevarlo al
hospital. A causa de este contagio, murió
el 21 de junio de 1591, a la edad de sólo 23 años. San Luis fue avisado en sueños que moriría el viernes de la semana
siguiente al Corpus, la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús y en ese día murió,
mirando el crucifijo y diciendo “Que alegría cuando me dijeron: vamos a la casa
del Señor”. Su confesor San Roberto, que lo acompañó en la hora de la muerte,
dice que Luis Gonzaga murió sin haber cometido ni un sólo pecado mortal en su
vida. Santa Magdalena de Pazzi
vio en un éxtasis o visión a San Luis en el cielo, y decía: “Yo nunca me había
imaginado que Luis Gonzaga tuviera un grado tan alto de gloria en el paraíso”. Después de muerto se apareció a un
jesuita enfermo, y lo curó y le recomendó que no se cansara nunca de propagar
la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. La oración que la Iglesia le dirige a
Dios en la fiesta de este santo le dice: “Señor: ya que no pudimos imitar a San
Luis en la inocencia, que por lo menos lo logremos imitar en la penitencia.
Amén”.
Mensaje
de santidad.
Algo
que se destaca en San Luis Gonzaga, es la pureza corporal, y es la causa por la
cual la Iglesia lo nombró “Patrono de los jóvenes que desean mantener la pureza”.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿por qué es tan importante la virtud de la
pureza? Esta pregunta es todavía más urgente en nuestros tiempos, cuando vemos
que, por la ideología de género, se pretende que no solo los jóvenes, sino los
niños, desde la primera infancia, vivan un estilo de vida calificado por la
Iglesia como “impuro”, lo cual significa pecaminoso y que, de ser vivido hasta
el último día de la vida, impide la entrada en el Reino de los cielos. ¿Por qué
tiene tanta importancia la pureza corporal, siendo esta virtud la más destacada
en San Luis Gonzaga? Porque no se trata simplemente de una virtud y no se
limita al cuerpo: la pureza corporal, se deriva de la pureza del alma, la cual
a su vez, está concedida por la gracia santificante, que hace que el alma
participe de la vida del Ser divino trinitario. Y el Ser divino trinitario es
Puro e Inmaculado, y esa es la razón por la cual, quien es impuro de cuerpo, es
impuro de alma –no ama a Dios Trino y se inclina ante los ídolos, por eso es
impuro de alma y su fe es impura-, no está en gracia y no tiene en sí la vida
de Dios Trino. Por otra parte, el cuerpo, por la gracia santificante, es
convertido en “templo del Espíritu Santo” y el corazón, en altar y tabernáculo
donde es adorado Jesús Eucaristía, todo lo cual no puede suceder si hay
impureza corporal, es decir, profanación del cuerpo. La pureza del cuerpo,
entonces, no se limita al cuerpo, sino que abarca la pureza y pulcritud de la
fe, que lleva a que el alma, que sólo desea adorar y amar a Dios Uno y Trino,
no se incline ante los ídolos del mundo y no profane su cuerpo. Ésta es la
razón por la cual la pureza corporal es tan importante, en los niños, en los
jóvenes y en todo cristiano, y es la razón por la cual el ejemplo de pureza
santa de San Luis Gonzaga, es más válido en nuestros tiempos que en su propia
época.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario