Al contemplar la imagen de San Expedito podemos establecer
cuáles fueron las causas que lo convirtieron en un santo. Por un lado, San
Expedito sostiene la Santa Cruz de Nuestro Señor; bajo uno de sus pies, yace
aplastado un cuervo. ¿Qué significado tiene esto? Por un lado, que la fuerza
para resistir la tentación del maligno, de postergar su conversión para otro
día, para el día siguiente, viene de la Cruz. En efecto, habiendo recibido San
Expedito, que era pagano, la gracia de la conversión, se le apareció el Demonio
en forma de cuervo, quien graznaba diciendo: “Cras, cras”, que en latín
significa “mañana”. Es decir, el Demonio le decía que podía continuar
tranquilamente con su vida de pagano por el día de hoy; total, ya habría tiempo
de convertirse el día de mañana. Sin embargo, eso es una falacia, porque no
sabemos si estaremos vivos el día de mañana y si postergamos nuestra
conversión, puede que muramos sin convertirnos. San Expedito se encontraba
entonces en la disyuntiva de elegir, o la conversión hacia Jesucristo, respondiendo
inmediatamente a la gracia, o bien continuar como pagano, posponiendo la
conversión y rechazando la gracia.
Sin dudarlo un instante, e impulsado por la fuerza que le
venía de la Santa Cruz que sostenía en sus manos, San Expedito respondió velozmente a la gracia, eligiendo a Jesucristo de modo
inmediato, en vez de ceder a la tentación. Por esta razón, San Expedito es el
Patrono de las causas urgentes, la primera de las cuales es la conversión del
alma a Dios.
Por otro lado, en la imagen de San Expedito vemos que
aplasta con su pie a un cuervo: no se trata de un animal, sino del Demonio en
forma de cuervo. Éste, inadvertidamente, en su deseo de hacer caer en la
tentación al santo, se le acercó demasiado, siempre en forma de cuervo y,
cuando se encontraba a la distancia del pie del santo, éste, con la fuerza que
recibió de la Cruz, lo aplastó. Esto nos enseña que no hay ninguna tentación que
no pueda ser vencida con la fuerza de la Cruz.
El santo nos enseña dos cosas, entonces: que no debemos
dilatar la decisión de la conversión, empezando desde ahora mismo a vivir como
hijos de Dios y de la gracia santificante y que cualquier tentación puede ser
vencida con la fuerza de la Cruz. Al recordar al santo en su día, le pidamos la
gracia de que interceda para que seamos siempre prontos a la gracia y que
recurramos a la Santa Cruz de Jesús en los momentos de tentación.
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