Jesús se le apareció a Santa Margarita María de Alacquoque
con su Sagrado Corazón transparente como un cristal, con la cruz en la base,
con una corona de espinas rodeándolo, con el costado traspasado y manando
sangre y envuelto en llamas de fuego. ¿Qué significado tiene todo esto?
El corazón transparente como un cristal significa la
santidad de Dios, santidad en la cual no cabe ni la más pequeñísima mancha de
pecado: puesto que Jesús es la Gracia Increada y Fuente de toda gracia creada, su
Sagrado Corazón es la Santidad Increada y la Fuente de toda gracia creada y ésa
es la razón por la cual Jesús promete tantas gracias[1]
para quienes confiesen y comulguen devotamente los Nueve Primeros Viernes de
mes.
La
cruz en la base del Corazón de Jesús: la Cruz es el Árbol de la Vida y el Fruto
exquisito de este Árbol es el Sagrado Corazón. Quiere decir que quien desee alcanzar
el fruto exquisito del Corazón de Jesús para saborear la dulzura del Amor Divino,
debe subirse al Árbol de la Cruz, de la misma manera a como alguien, viendo un
fruto exquisito en un árbol terreno, debe subirse a él para alcanzarlo y comer
de él. Vale la pena aclarar que es la Santa Cruz el único Árbol de la Vida para
el cristiano, porque de Jesucristo obtenemos la Vida eterna; el cristiano debe
abstenerse de creer en cualquier otro árbol de la vida, como por ejemplo, el
árbol de la vida gnóstico, que tiene forma de árbol, pero que constituye en
realidad un amuleto mágico. Ambos árboles son excluyentes entre sí, de manera
que el que cree en el Árbol de la Vida que es la Cruz, no puede creer en el
árbol de la vida del gnosticismo, y viceversa.
Las
llamas de fuego que envuelven al Sagrado Corazón: significan el Fuego del
Divino Amor, el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad. Cabe señalar
que el Espíritu Santo está en el Corazón de Jesús no de forma añadida
exteriormente, como si Jesús fuera un hombre a quien Dios ama de modo especial
y le da el Espíritu Santo: el Espíritu Santo está en el Corazón de Jesús porque
es Jesús quien, junto al Padre, lo espira, de manera que el Espíritu Santo inhabita
en el Corazón de Jesús como algo que le pertenece por derecho y por naturaleza
a Jesús. Es decir, Jesús espira el Espíritu Santo junto al Padre y ésa es la
razón por la cual el Espíritu Santo inhabita en el Corazón de Jesús, no como
don externo sino como Persona Tercera de la Trinidad que proviene del mismo
Jesús y del Padre.
La
corona de espinas que aprieta y rodea al Corazón de Jesús: la corona de espinas
son nuestros pecados, veniales o mortales, del orden que sea, que si al alma
pecadora le producen placer de concupiscencia, en Jesús se materializan en las
espinas de la corona. De esta manera el pecador debe considerar que, con su
pecado, lastima al Corazón de Jesús, ya que las espinas se introducen en el
Corazón en la fase de dilatación, mientras que se desprenden de Él,
desgarrándolo, en la fase de contracción del corazón.
El
costado traspasado y la Sangre: significan el don del Espíritu Santo y el perdón
misericordioso de Dios al hombre que, aun cometiendo deicidio, no es castigado
por Dios, sino que Dios, teniendo su Corazón traspasado, dona de lo más
profundo que hay en su Ser divino trinitario, el Amor Misericordioso de su
Corazón de Dios. Jesús no se contenta con darnos un poco de su amor, sino que
se nos da todo Él, además de darnos el Amor de Dios, porque en la Sangre está contenido el Don de dones, el Espíritu
Santo.
Todos
estos dones están contenidos en uno solo: la Eucaristía, porque en la
Eucaristía late el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.
[1] Cfr. Las Doce Promesas del Sagrado
Corazón: Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida; Les daré paz a sus familias; Las consolaré en todas
sus penas; Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte;
Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas; Los pecadores
encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia; Las almas tibias se volverán
fervorosas; Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección;
Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada; Otorgaré a
aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los
corazones más endurecidos; Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de
aquellos que propaguen esta devoción; Yo te prometo, en la excesiva
misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos
que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la
penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos,
y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario