San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 29 de agosto de 2018

El martirio de San Juan Bautista



         El evangelio de San Marcos[1] (cfr. 6,17ss) nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: “Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: “No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano”. Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto”. Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: “Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino”. La muchacha fue donde su madre y le preguntó: “¿Qué debo pedir?”. Ella le dijo: “Pide la cabeza de Juan Bautista”. Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: “Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista”. El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura”.
Ante estos hechos, surge la siguiente pregunta: ¿murió Juan el Bautista por defender la santidad del matrimonio, o murió más bien por Cristo Jesús? la respuesta es que murió por Cristo Jesús, de otra manera, no podría ser considerado mártir, tal como lo considera la Iglesia. Al analizar los hechos, veremos con más claridad la razón por la cual el Bautista murió por Cristo y no por la moral matrimonial exclusivamente.
Quien era el rey de los hebreos en ese entonces, Herodes Antipas, había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque contrariaba gravemente a la Escritura y a la moral: se había ido a vivir con la esposa de su hermano, con lo cual cometía pecado de adulterio. Juan Bautista lo denunció públicamente, razón por la cual Herodes lo mandó encarcelar, aun cuando la denuncia era justa y necesaria, pues el rey estaba quebrantando la ley de Dios. Puesto que la denuncia era justa, San Juan Bautista fue encarcelado injustamente, ya que era inocente: de esta manera, se configuraba de modo anticipado al Redentor, quien siendo la Pureza Increada fue encarcelado también injustamente e injustamente juzgado como pecador, siendo Él la Inocencia Increada. Estando el Bautista en la cárcel, es que se produce el episodio con Herodías y su hija, que finaliza con la decapitación del Bautista.
Según una antigua tradición, años más tarde Herodías estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no, pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina y es histórico también que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Esto demuestra que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo, no solo en la otra, sino también en esta vida. En este caso, se trata de dos pecados, el de adulterio y el de asesinato de un inocente.
Ahora bien, si bien es cierto que Juan el Bautista, llamado “el Precursor”, murió en defensa de la santidad del matrimonio monogámico, en realidad murió por el misterio de Cristo, el Hombre-Dios, puesto que por Él el matrimonio es doblemente santo. Es decir, sin Cristo, el matrimonio no es santo, y puesto que el Bautista murió en ocasión de la defensa del matrimonio, murió en realidad por Aquél por quien el matrimonio es santo, Cristo Jesús. El matrimonio es doblemente santo por Cristo por estos motivos: por un lado, Él es Dios y fue Él quien creó al hombre como varón y mujer y determinó que la naturaleza humana se procrearía en esta unión: de esta manera, el matrimonio tiene un origen santo, por así decirlo, puesto que su creador es Dios; por otro lado, Cristo Jesús santificó sobrenaturalmente al matrimonio entre el varón y la mujer desde el momento en que Él se unió esponsalmente a la Iglesia, ya que Él es el Esposo de la Iglesia Esposa. De esta manera, la unión esponsal entre Cristo Esposo y la Iglesia Esposa es anterior a todo matrimonio cristiano y todo matrimonio cristiano, al unirse sacramentalmente, se santifica por la unión por la gracia al matrimonio entre Cristo y la Iglesia. Por estas dos razones, el matrimonio es doblemente santo gracias a Cristo Jesús. Entonces, respondiendo a la pregunta inicial, hay que decir que el Bautista murió en defensa de la santidad del matrimonio, sí, pero en realidad murió por Aquel por quien el matrimonio es santo, Cristo Jesús, y de ahí el hecho de que sea considerado santo.



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