San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 22 de mayo de 2018

Santa Rita de Casia y su amor a la Pasión de Cristo



         Tanto en su vida de laica como de religiosa, Santa Rita tuvo siempre, en su mente y en su corazón, a la Pasión de Cristo y a los mandatos de Cristo.
         Como casada, soportó y rezó por su esposo, que era maltratador y golpeador, además de andar en malas compañías. Santa Rita rezaba mucho por su conversión y cuando su esposo se convirtió y luego fue asesinado por estas malas compañías, Santa Rita nunca guardó rencor contra los asesinos de su esposo. Por el contrario, le tocó atenderlos  servirlos y lo hizo recordando el mandato de Jesús de amar a los enemigos y de cómo Jesús nos había dado ejemplo de ese amor, perdonándonos a todos y cada uno de nosotros, que éramos sus enemigos por el pecado, desde la cruz. Más tarde, cuando sus hijos quisieron vengar la muerte de su padre, Santa Rita le pidió a Jesús que, por su muerte en cruz, no permitiera que sus hijos sufrieran la muerte eterna, por lo que pidió que se los llevara antes de que cometieran un pecado mortal, lo cual así sucedió, convirtiéndose sus hijos al cristianismo antes de morir.
         Luego, cuando entró como religiosa y estando meditando sobre la Pasión, arrodillada delante de un crucifijo, recibió la gracia de llevar una de las espinas de la corona de espinas de Jesús, la cual le provocó mucho dolor hasta el día de su muerte, además de volverse purulenta y obligarla a vivir alejada de sus hermanas del convento, debido al desagradable olor que emitía la herida infectada. Santa Rita aceptó esa humillación, recordando cuánto más había sufrido Jesús por ella en la Pasión, recibiendo de esa manera la gracia de participar de la coronación de espinas del Señor.
         Santa Rita nos deja así un gran amor a la Pasión de Jesús y un ejemplo de cómo unirnos a la Pasión, de manera de poder perdonar a nuestros enemigos, como Jesús nos perdonó en la cruz y también nos deja el ejemplo de cómo debemos buscar en esta vida la humillación de la coronación de espinas y el dolor de la Pasión y no los placeres del mundo. El gran ejemplo de Santa Rita es que nos enseña a amar la Cruz de Jesús en esta vida, para luego gozar de su Gloria eterna en el Reino de los cielos.

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