San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 15 de mayo de 2018

San Isidro Labrador



         Vida de santidad[1].

         Nació en Madrid a finales del siglo XI. Los padres de San Isidro fueron campesinos que trabajaron duramente toda su vida y que le inculcaron a San Isidro una gran fe, un gran amor y una gran piedad desde muy niño. Así, el niño creció amando a la Iglesia y a su tesoro más grande, la Santa Misa y la Eucaristía. Luego se casó con una mujer como él, muy piadosa, llamada María Toribia, también canonizada y conocido como María de la Cabeza[2]. Desde joven, comenzó a trabajar en aquello mismo que trabajaban sus padres, el labrado de la tierra. A pesar del trabajo, San Isidro se daba tiempo para ir a Misa todos los días, levantándose temprano y caminando varios kilómetros para llegar a la Santa Misa. En algunas ocasiones, se quedaba haciendo largos ratos de oración en acción de gracias por haber recibido sacramentalmente al Rey de los cielos, Cristo Jesús.
         Fue en uno de esos días que los compañeros de San Isidro, envidiosos y celosos porque el santo era un trabajador muy dedicado, fueron a acusar a su patrono de que San Isidro no cumplía con el horario de trabajo, porque por ir a Misa, llegaba tarde al trabajo, cargando a los demás con su propio trabajo. Su empleador no se dejó llevar por las malas lenguas y decidió ir en persona al lugar donde trabajaba la tierra San Isidro y se ocultó para no ser visto, justo a la hora en que el santo debía comenzar a trabajar. Grande fue su sorpresa cuando el dueño del campo vio que, en lugar de San Isidro –que en ese momento estaba dando gracias en la Iglesia por la comunión sacramental-, el que estaba arando el campo y haciendo el trabajo de San Isidro era un ángel, el ángel de la Guarda de San Isidro. Ésta es la razón por la cual al santo se lo representa, en muchas imágenes, con un ángel que está tirando de una yunta de bueyes. Esto nos enseña que Dios no se deja ganar en generosidad y que si alguien se entrega a Él en cuerpo y alma y con todo el amor de su corazón, como San Isidro, Dios dispone todo para que esa persona no falte en nada cuando se trata de los deberes de estado. Y así fue que era el ángel de San Isidro el que hacía su labor hasta que el santo regresara, con lo cual el dueño del campo comprobó que las acusaciones contra San Isidro eran totalmente falsas.

         Mensaje de santidad.

         San Isidro Labrador no destacó por su ciencia terrena, pues su trabajo de labrador le impidió dedicarse al estudio y a esto se le sumó el hecho de que en esa época la escolarización no estaba al alcance de toda la población, no le permitió destacarse en el conocimiento de la ciencia de los hombres. Sin embargo, San Isidro Labrador poseía otro conocimiento, infinitamente superior al conocimiento terreno, y era la sabiduría celestial, la sabiduría que proporciona la fe. Y puesto que el conocimiento que da la fe proviene directamente de Dios, es un conocimiento que supera infinitamente a los más altos conocimientos que pueda adquirir un hombre con la ciencia humana. Este conocimiento de la fe, infundido en el bautismo pero que debe ser acrecentado con actos de fe, de piedad y de devoción por el bautizado, le permitía saber a San Isidro Labrador lo que otros no sabían: San Isidro sabía que un matrimonio vivido en castidad y pureza eran una participación al matrimonio místico entre Cristo Esposo y la Iglesia Esposa y por eso se destacó en su matrimonio, viviéndolo en santidad; San Isidro sabía que la oración es el alimento del alma, así como el alimento terreno es lo que da fuerzas y vida al cuerpo y por eso dedicaba gran parte del día a la oración; San Isidro sabía que la Santa Misa es el tesoro más grande de la Iglesia Católica, porque posee algo que vale más que el universo y más que los cielos eternos y es la Eucaristía y por eso se esforzaba por asistir a la Santa Misa todos los días de su vida, aún con riesgo de su trabajo; San Isidro sabía que la Eucaristía vale más que los cielos eternos, porque la Eucaristía es el Cuerpo, la Sangre, el Alma  y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y sabía que por la comunión, el Dios Tres veces Santo, Jesús de Nazareth, venía a inhabitar en su alma y por eso trataba de comulgar, con el alma confesada, todas las veces que podía. San Isidro sabía el valor de su Iglesia, la Iglesia Católica y por eso la amaba más que a nada en el mundo y jamás se le habría ocurrida dar ni el más pequeño paso que lo llevara fuera de la Iglesia, como muchos hacen hoy, que despreciando los tesoros de la Iglesia, quieren incluso hasta ser borrados de las actas de bautismo. Por intercesión de San Isidro, pidamos la gracia de poseer la sabiduría y el amor divinos por la Santa Misa y la Eucaristía que poseía San Isidro Labrador.
        

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