A San Expedito el Demonio se le apareció bajo forma de
cuervo; es decir, era el Demonio en persona, pero tenía la apariencia de un
cuervo negro. Y bajo esa apariencia es que lo tentó y la tentación consistía en
posponer la conversión “para mañana”.
A nosotros, no se nos va a aparecer como un cuervo; de
hecho, no se nos aparecerá visiblemente –gracias a Dios- de ninguna manera,
pero igualmente nos tentará, porque como dice la Escritura: “El Demonio anda
rondando como un león rugiente, buscando a quién devorar”. Esto quiere decir
que el Demonio, que es muy astuto e inteligente, es también para nosotros
invisible, con lo cual no nos damos cuenta de su presencia, aunque sí esté en
la realidad (como en este momento, en medio de la misa). Además, cuenta con
otra ventaja sobre nosotros: si bien no puede leer nuestros pensamientos porque
solo Dios puede hacerlo, sí sabe, en cambio, cuál es nuestro punto débil. El Demonio
sabe, mejor que nosotros, cuál es la tentación a la cual cedemos más fácilmente
y así buscará hacernos caer en aquello en lo que estamos más débiles. Por ejemplo,
a algunos los tienta con la ira, a otros, con la pereza, a otros, con la
lujuria, a otros, con la infidelidad, a otros, con la superstición –y así los
tienta para que, en vez de rezar a la Virgen el Rosario frente a las
tribulaciones de la vida, acudan a los brujos, magos, chamanes y hechiceros-; a
otros, los tienta con el robo; a otros, los tienta con la pereza espiritual de
no querer confesarse, ni comulgar, ni rezar; a otros, los tienta con los ídolos
neo-paganos, como el Gauchito Gil, la Difunta Correa, San La Muerte; a otros,
los tienta con la codicia, la avaricia y la envidia de los bienes ajenos; a
otros, los tientan con la desesperación y la tristeza; a otros, los tienta con
la gula; a otros, con soberbia –es el que no perdona ni pide perdón-, etc.
Es decir, el Demonio, como dice el dicho, sabe “dónde nos
aprieta el zapato” a cada uno en particular.
Sin embargo, San Expedito, con su ejemplo de santidad, viene
en nuestra ayuda, ya que cualquiera que sea nuestra debilidad saldremos siempre
triunfantes, así como salió triunfante San Expedito: probablemente, San
Expedito, antes de ser santo, estaba atacado por la pereza, por eso el Demonio
le decía que deje la conversión para más adelante, pero salió vencedor, porque
venció a la pereza con la prontitud y celeridad en la respuesta a la gracia y
por eso es el Patrono de las causas urgentes.
¿Cómo venció San Expedito a las tentaciones del Demonio? Abrazándose
a la Cruz de Cristo, amándolo y adorándolo en su corazón y reconociéndolo como
su único Dios y Señor. San Expedito plantó la cruz de Cristo en su corazón y de
la Cruz de Cristo obtuvo las gracias más que suficientes para vencer a
cualquier tentación. Que a imitación de San Expedito nosotros también nos
aferremos a la Santa Cruz de Jesús, para así salir triunfantes sobre la
Tentación y el Demonio.
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