San Pedro Canisio nació en el año 1521 y murió en Friburgo,
Suiza, en 1597. Devoto del Corazón de Jesús. Fue un eminente teólogo jesuita holandés,
predicador, escritor y Doctor de la Iglesia, llamado “el segundo evangelizador
de Alemania”, después de San Bonifacio.
San
Pedro Canisio es llamado también “el martillo de los herejes” por defender la
fe católica de las falsas enseñanzas de la herejía protestante. Es el Creador y
Patrono de la Prensa Católica. Su preocupación era salvar las almas de los
habitantes de muchas ciudades de Alemania de las falsas enseñanzas de los
protestantes, para lo cual trabajó incansablemente, con el fin de traer de
vuelta a la Iglesia Católica a los que habían aceptado las herejías
protestantes. Cuando la gente le decía que él trabajaba muy duro, San Pedro
Canisio respondía así: “Si usted tiene mucho por hacer, con la ayuda de Dios,
encontrará tiempo para hacerlo todo”. Otras veces decía: “Descansaremos en el
cielo”.
A
la edad de veintiséis años, San Pedro Canisio
asistió a dos sesiones del
Concilio de Trento, una en Trento y otra en Bolonia, como teólogo del cardenal
Truchsess y consejero del Papa. En vez del cardenalato que el papa le ofreció
Pedro Canisio prefirió el humilde servicio a la comunidad, empleando el tiempo
en la oración y en la penitencia.
Con
respecto a la homosexualidad, afirmaba lo siguiente: “Aquellos que no tienen
vergüenza de violar la ley divina y natural son esclavos de esta infamia que
jamás será suficientemente execrada”[1]. Lo
llama también: “crimen atroz y pecado nefando en su naturaleza misma”: “Según
la Escritura, los sodomitas eran gente pésima y grandes pecadores ante el
Señor. Este crimen atroz y pecado nefando en su naturaleza misma fue execrado
por Pedro y Paulo, y la Escritura verdaderamente lo atacó con declaraciones de
fuerte magnitud”[2].
Además
de condenar la homosexualidad, impureza del cuerpo, San Pedro Canisio condenaba
otra impureza todavía más grande, si cabe, la impureza del alma, la herejía, y
mucho más, cuando la herejía era propagada por sacerdotes. En un intercambio
epistolar con el fundador de los Jesuitas, San Ignacio de Loyola, el santo
fundador le decía así acerca de esta impureza de la fe, que termina por
contaminar el alma (lo cual compartía plenamente San Pedro Canisio): “No
debería tolerarse curas o confesores que estén tildados de herejía; y a los
convencidos en ella habríase de despojar en seguida de todas las rentas
eclesiásticas; que más vale estar la grey sin pastor, que tener por pastor a un
lobo. Los pastores, católicos ciertamente en la fe, pero que con su mucha
ignorancia y mal ejemplo de públicos pecados pervierten al pueblo, parece
deberían ser muy rigurosamente castigados, y privados de las rentas por sus
obispos, o a lo menos separados de la cura de almas; porque la mala vida e
ignorancia de éstos metió a Alemania la peste de las herejías”[3].
Se
lo reconoce también como el pionero de la prensa católica, porque si bien la
imprenta ya había sido inventada, los católicos no habían hecho mayor uso de
ella, situación que cambió con la aparición de Pedro Canisio.
San
Pedro empezó a preparar su famoso catecismo o “Resumen de la Doctrina Cristiana”,
que apareció en 1555. A esa obra siguieron un “Catecismo Breve” y un “Catecismo
Brevísimo”, que alcanzaron enorme popularidad. Dichas obras serían para la Contrarreforma
Católica lo que los pseudo-catecismos de Lutero habían sido para la Reforma
Protestante. Fueron reimpresos más de doscientas veces y traducidos a quince
idiomas (incluyendo el inglés, el escocés de Braid, el hindú y el japonés) en
vida del autor. También ayudó a formar varias editoriales católicas.
Además
de los Catecismos, San Pedro Canisio escribió un breviario y algunas obras de
María. Incluso después de haber sufrido un accidente cerebro-vascular (ACV) antes
de su muerte, lo cual le impedía escribir, él dictaba sus enseñanzas a su fiel
secretaria, quien dio a conocer las palabras de San Pedro Canisio de esta etapa
de su vida. Es decir, “predicó a tiempo y a destiempo”, como dice la Escritura
(cfr. 2 Tim 4, 2).
En
Praga, Pedro Canisio devolvió la fe a gran parte de la ciudad, y el colegio que
fundó era tan bueno, que aun los protestantes enviaban a él a sus hijos.
En
1559, a instancias del rey Fernando, fue a residir a Augsburgo durante seis
años. Ahí reavivó una vez más la llama de la fe, alentando a los fieles,
tendiendo la mano a los caídos y convirtiendo a muchos de los que se habían
desviado de la verdadera fe. Además,
convenció a las autoridades para que abriesen de nuevo las escuelas públicas,
que habían sido destruidas por los protestantes. Al mismo tiempo que hacía todo
lo posible por impedir la divulgación de los libros inmorales y heréticos,
divulgaba en cuanto podía los libros buenos, ya que comprendía, por intuición,
cómo aumentaba la importancia de la prensa. En aquella época recopiló y editó
una selección de las cartas de San Jerónimo, el “Manual de los Católicos”, un
martirologio y una revisión del Breviario de Augsburgo. En Alemania se reza
todavía, los domingos, la oración general compuesta por el santo.
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