San Expedito es conocido por ser el “patrono de las causas
urgentes”. Pero, ¿dónde se origina esta condición suya de ser patrono de las
causas urgentes? Se origina en su misma conversión. Según narra la Tradición,
San Expedito era un soldado romano pagano; un día, recibió la gracia de la
conversión; es decir, Dios tocó su alma con su Amor, concediéndole el
conocimiento y el amor sobrenatural por Jesús, el Hombre-Dios. Junto con esta
gracia, San Expedito recibió el conocimiento infuso de que debía abandonar
inmediatamente y para siempre, su antigua vida de pagano, para poder abrazar la
vida nueva de la gracia, la vida de los hijos de Dios. La conversión, que
implica, por definición, vivir no ya con la vida natural –la cual, por otra
parte, está sometida a la concupiscencia, como consecuencia de la herida del
pecado original-, sino con la vida misma de Dios Uno y Trino, participada por
la gracia y comunicada ésta por Jesucristo; la conversión implica, por lo
tanto, el libre deseo de apartarse de toda mínima ocasión de pecado y de
preferir la muerte física, terrena, corporal, antes que volver a la vida
antigua, es decir, antes que cometer un pecado, sea mortal o venial deliberado.
Por otra parte, esto es lo que se dice en la fórmula de la Penitencia, no como
una simple fórmula, sino como la expresión sincera, nacida del arrepentimiento
profundo y de la contrición del corazón, que se duele de haber ofendido la
bondad infinita de Dios, con la malicia del pecado: “…pero mucho más me pesa, porque
pecando ofendí, a un Dios tan grande y tan bueno como Vos; antes querría haber
muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente no pecar más y evitar toda
ocasión próxima de pecado”. La tentación de volver a la antigua vida de pecado,
o de permanecer en esta, sin dar lugar a la conversión, se presenta en la vida
de San Expedito por medio del mismo Demonio en persona, quien se le aparece
bajo la forma de un negro cuervo, que mientras revolotea a su alrededor, le
dice: “Mañana, mañana”, es decir: “Deja para mañana tu conversión, postérgala,
continúa hoy, con tu vida de pagano; tienes tiempo, todo el tiempo del mundo,
¿para qué preocuparte por responder a la gracia? Ya lo harás mañana, continúa
hoy deleitándote con mis placeres, ya tendrás tiempo, otro día, de convertirte”.
Sin embargo, ante la tentación de la no-conversión, de la no-respuesta a la
gracia, San Expedito, levantando la cruz en alto, responde con toda celeridad: “Hodie”,
es decir: “Hoy”, lo cual quiere decir: “Hoy, aquí y ahora, respondo a la
gracia, dando libremente mi “Sí” a Jesucristo, mi Salvador y Redentor, que por
la gracia me llama a una vida nueva, la vida de los hijos de Dios; hoy, y no
mañana, respondo a la gracia de la conversión y por lo tanto, entablo una lucha
a muerte contra el hombre viejo, contra sus concupiscencias, contra sus vicios
y sus pecados; hoy y no mañana, enarbolo el estandarte ensangrentado de la
Santa Cruz, el estandarte triunfante y glorioso del Cordero de Dios, que por mí
y por mi salvación, dio su vida en la cruz, y me propongo a dejar la vida en el
empeño de no caer nunca más en el pecado; hoy y no mañana, comienzo a vivir la
Ley de la caridad de Jesucristo, y no la ley del demonio, que es “haz lo que
quieras”; hoy y no mañana, comienzo a alimentarme del Pan de los ángeles, y
dejo para siempre el alimento del demonio, las tentaciones consentidos; hoy y
no mañana, comienzo a vivir los Mandamientos de Dios y no más los mandamientos
del demonio”. Y dicho esto, San Expedito, llevado por la fuerza sobrenatural que
emana de la cruz de Jesucristo, le aplastó la cabeza al cuervo, que
incautamente había dejado de sobrevolar y se le había acercado peligrosamente a
sus pies. Éste es el origen del patronato de San Expedito sobre las causas
urgentes y por esto mismo, la primera causa urgente por la cual le debemos
pedir que interceda, es por nuestra propia conversión, la conversión de
nuestros seres queridos, y la de todo el mundo, sobre todo, los pecadores más
empedernidos.
Bienaventurados habitantes del cielo, Ángeles y Santos, vosotros que os alegráis en la contemplación y adoración de la Santísima Trinidad, interceded por nosotros, para que algún día seamos capaces de compartir vuestra infinita alegría.
San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
martes, 20 de enero de 2015
San Expedito y la celeridad en la respuesta a la gracia
Etiquetas:
Cruz,
demonio,
gracia,
Jesucristo
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