Cuando se contempla la imagen de San Expedito, hay algo que
se destaca, entre otras cosas y es el hecho de que el santo eleva hacia lo alto
la Santa Cruz de Jesús. Esta exaltación de la Cruz que hace San Expedito –y con
él, toda la Iglesia-, es incomprensible si se la mira sin los ojos de la fe.
Sin la fe católica, la Cruz representa dolor, humillación, muerte, desprecio,
ignominia y oprobio: el que está en la Cruz sufre indeciblemente, es humillado,
muere, es despreciado. Pero la incomprensión de la Cruz se da cuando se mira la
Cruz con ojos humanos, sin la fe católica. Cuando, comunicada por la gracia, la
fe católica nos ilumina, podemos contemplar cómo Dios invierte los valores en
la Cruz[1] y
así en la Cruz el dolor deja de ser dolor, porque con su dolor en la Cruz,
Cristo santificó nuestro dolor y lo convirtió en un dolor salvífico, con lo
cual el dolor deja de ser sufrimiento, para ser fuente de salvación; en la
Cruz, la humillación deja de ser humillación, para ser glorificación, porque el
Que está humillado en la Cruz es el Hijo de Dios quien, con su majestad divina,
convierte a la humillación en fuente de grandeza y majestad ante Dios y los
hombres; en la Cruz, la muerte deja de ser muerte para ser Vida y Vida divina,
porque Cristo con su muerte en Cruz destruyó a la muerte y nos dio su Vida
divina; en la Cruz, el desprecio, la ignominia y el oprobio dejan de ser tales,
para convertirse en admiración y adoración, porque cuando se ve que Aquel que cuelga
de la Cruz, el Hombre-Dios Jesucristo, el alma solo puede asombrarse, adorar y
amar a Jesucristo, que por nuestra salvación se humilló a sí mismo, muriendo
con muerte dolorosa y humillante en la Cruz.
Como todos los santos, San Expedito eleva en lo alto la
Cruz, porque allí se invierten todos los valores: si el mundo desprecia a Jesús
Crucificado, Dios lo ama, porque Jesús Crucificado es su Hijo, a quien el Padre
ama con amor eterno. Es por esto que San Pablo dice: “La doctrina de la Cruz de
Cristo es necedad para los que se pierden, pero es poder de Dios para los que
se salvan” (1 Cor 18). Si para el
mundo la Cruz es necedad, para la Iglesia la Cruz de Cristo es poder de Dios y
así vemos cómo, con su omnipotencia divina, todo lo que es despreciable para el
mundo, Cristo lo convierte en fuente de salvación, porque es Él quien, con su
poder divino, invierte los valores en la Cruz. Por esta razón la Iglesia toda
exalta y adora la Santa Cruz de Jesús.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario