La
Iglesia celebra hoy a los protomártires de la Iglesia de Roma, víctimas de la
persecución de Nerón después del incendio de Roma, que tuvo lugar el 19 de
julio del año 64[1].
Entre los mártires más ilustres se encuentran el príncipe de los apóstoles,
crucificado en el circo neroniano, en donde hoy está la Basílica de San Pedro,
y el apóstol de los gentiles, san Pablo, decapitado en las “Acque Galvie” y
enterrado en la vía Ostiense. Después de la fiesta de los dos apóstoles, el
nuevo calendario romano universal quiere celebrar la memoria de los numerosos
mártires que no pudieron tener un lugar especial en la liturgia[2].
¿Qué
fue lo que sucedió y que dio origen a la persecución y matanza de estos
primeros mártires? Está comprobado, por investigaciones de renombrados
historiadores, que fue Nerón quien ordenó el incendio de Roma, pero debido a
que odiaba a los cristianos, los culpó de su incendio, para tener un pretexto
para encarcelarlos, enjuiciarlos por sedición al imperio y hacerlos asesinar. Así
nos lo dice el famoso y renombrado historiador pagano romano Cornelio Tácito en
el libro XV de los Annales: “Como
corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como
culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los que, odiados por sus
abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”[3].
También
el historiador Tertuliano confirma implícitamente la teoría de Cornelio Tácito,
de que los cristianos fueron acusados injustamente del incendio de Roma, puesto
que eran pacíficos y convivían pacíficamente con los demás paganos y con la
comunidad hebrea romana. Según Tertuliano, el pueblo romano inició la
hostilidad hacia los cristianos, culpándolos de todos sus males: “Los paganos atribuyen
a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si las aguas
del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el Nilo no se
desborda ni inunda los campos, si hay sequía, carestía, peste, terremoto, la
culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y por todas
partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”[4]. Y
esta culpabilidad general, se convirtió en directa y concreta culpabilización,
arresto y asesinato de los cristianos, luego del incendio de Roma, cuyo autor,
como vimos, fue Nerón.
Lo
que sucede es que el cristianismo es tan fuerte, que cuando se enciende en la
mente y en el corazón de una persona, ya no hay lugar para nadie más que no sea
Jesucristo, el Hombre-Dios. Nerón se daba cuenta de esto y fue por este motivo
que planeó un crimen tan alevoso como el incendio de Roma, para después
atribuírselos injustamente a los cristianos, con la esperanza, infundada, de
hacerlos desaparecer.
Algo
que es llamativo, es la crueldad con la que fueron ejecutados los mártires
cristianos: fueron transformados en antorchas humanas, luego de ser rociados
con brea y fueron dejados ardiendo en los jardines de la colina Appia; a mujeres y niños se los vistió con
pieles de animales y se los dejó a merced de las bestias feroces en el circo;
otros fueron decapitados. Pero tanta crueldad, sólo sirvió para que los mismos
romanos, que presenciaban tan horrendo espectáculo, se movieran a compasión, y
cayeran en la cuenta de que quienes eran bárbaramente asesinados en la pista
del Coliseo, eran en realidad inocentes, mientras que quien ordenó sus muertes,
era quien había cometido el crimen del incendio de Roma. Dice el historiador
Tácito: “Entonces se manifestó un sentimiento de piedad, aún tratándose de
gente merecedora de los más ejemplares castigos, porque se veía que eran
eliminados no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad de un
individuo”, Nerón[5].
Pero no solo se trató de un mero sentimiento de compasión y de horror ante la
crueldad, la que se despertó en el noble pueblo romano: la contemplación de la
muerte de los cristianos, fue la ocasión para la acción del Espíritu Santo, que
fue en realidad quien conmovió a los corazones de los romanos, sembrando en ellos
la gracia de la conversión y suscitando nuevos cristianos, con lo cual se
comprueba el aserto de los Padres de la Iglesia: “La sangre de los mártires es
semilla de nuevos cristianos”.
Sin
embargo, la persecución a la Iglesia y a los cristianos, lejos de disminuir o
desaparecer, no ha hecho más que aumentar y arreciar en nuestro siglo XXI. Hoy como
ayer, asistimos horrorizados ante el avance del odio anti-cristiano, -el Santo
Padre Francisco ha dicho que “no se puede callar ante esta persecución”[6]- que
se ensaña con los cristianos por el solo hecho de ser cristianos, por el solo
hecho de llevar en sus almas el sello indeleble de la cruz de Cristo, impresa
con el Bautismo sacramental y en el corazón el Amor de Dios, donado por el
Espíritu Santo. Hoy, asistimos horrorizados ante la espantosa carnicería que
milicianos armados, integrantes de sectas satanistas disfrazadas de religiosas,
como ISIS, Al Qaeda, Boko Haram y muchas otras más[7],
desencadenan contra los cristianos, principalmente en Medio Oriente, aunque
también en otras partes del mundo. Hoy asistimos horrorizados y vemos cómo se
multiplican, de a millares, los mártires cristianos, que al igual que los
Primeros Santos Mártires de Roma, son decapitados, envueltos en llamas y
quemados vivos, y hechos destrozar por las fieras, que tal vez en nuestros días
no sean como las del circo romano, como en el caso de los Primeros Mártires,
pero no dejan de ser fieras, porque son seres humanos a quienes el odio
anti-cristiano les ha enceguecido la capacidad de razonar, rebajándolos a un
nivel más bajo que el de las bestias irracionales.
Pero
el odio satánico no triunfa sobre el Amor de Dios, porque el Amor de Dios que
asiste a los mártires es infinitamente más fuerte que el odio anti-cristiano y
satánico que arrebata sus vidas terrenas: si los cuerpos de los cristianos –sean
los de los Primeros Mártires, o los del siglo XXI- son decapitados, “sus voces
entonan en el cielo cánticos de alabanza al Cordero, porque ellos son los que han
vencido a la Bestia” (cfr. Ap 18, 24),
porque son los “profetas y los santos, todos los que fueron degollados en la
tierra por dar testimonio de Jesús (cfr. Ap
18, 24)[8]”;
si los cuerpos de los cristianos son envueltos en llamas, para evitar que den
testimonio de Jesús, sus corazones son envueltos en las llamas del Espíritu
Santo y convertidos en imágenes vivientes del Sagrado Corazón de Jesús, que en
el cielo adoran al Cordero que vive por los siglos; si sus cuerpos son
destrozados por bestias salvajes o por seres humanos a quienes el odio satánico
les ha quitado la capacidad de razonar, rebajándolos a bestias, sus almas son
glorificadas en el cielo y presentadas por la Madre de Dios, para que reciban
la ternura, la dulzura, el Amor y la gloria de parte del mismo Cordero, por
quienes entregaron sus vidas, y esto es así en la realidad, porque, como
dijimos, el Amor de Dios es infinitamente más fuerte que el odio de Satanás y
de los hombres a él asociados, y no solo jamás podrá vencer a la muerte, sino
que con su irracional acto de destruir las vidas de los cristianos, lo único
que hace es multiplicar el Amor que se enciende en esos mismos cristianos y en
miles de millares de cristianos que, por su testimonio, seguirán sus pasos y
darán sus vidas, dando testimonio martirial del Ser y del Amor de Dios Uno y
Trino, que en Cristo Jesús nos ha dado su Cuerpo y su Sangre para salvarnos y
conducirnos al Reino de los cielos.
[1] http://es.catholic.net/op/articulos/31952/primeros-mrtires-de-la-santa-iglesia-romana-santos.html
[3] Cfr. ibidem.
[4] Cfr. ibidem.
[5] Cfr. ibidem.
[6]
Cfr. http://www.news.va/es/news/el-papa-pide-a-la-comunidad-internacional-que-no-p:
“(RV).- Después de
la oración a la Madre de Dios, el Papa Francisco saludó detalladamente a
diferentes grupos de peregrinos e hizo una mención especial al Movimiento
Shalom y su misión ante la persecución de los cristianos en el mundo, y pidió a
la comunidad internacional que no mire hacia otro lado antes los conflictos que
se están viviendo en diversos países del mundo. “Que no permanezca muda e
inerte ante tales inaceptables crímenes, que constituyen una preocupante
violación de los derechos humanos fundamentales. Pido verdaderamente que la
comunidad internacional no mire hacia otro lado”, insistió”.
[7] Renombrados satanistas, como los
padres Amorth y Fortea, afirman, sin dudarlo, que estas sectas militaristas y
terroristas islamistas, son satánicas. También numerosos “imanes” musulmanes se
han pronunciado en contra de la violencia irracional de estos grupos. Cfr.: http://observatorioantisectas.blogspot.com.ar/2015/04/famoso-exorcista-amorth-el-estado.html
[8] http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p4s1c1a3_sp.html
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