Los dolores de San José son una
participación a los dolores de la Cruz de su Hijo adoptivo Jesús; los gozos,
son los gozos celestiales, y a todos los encontramos en la Sagrada Escritura.
En preparación a su fiesta, el 19 de marzo, ofrecemos estas meditaciones,
inspiradas en las ilustraciones del Santuario de Torreciudad. San Josemaría de
Escrivá de Balaguer, entre otros santos, tenía gran devoción a San José.
Sexto
Dolor y Sexto Gozo de San José
El
Sexto Dolor de San José se produce cuando, una vez muerto Herodes y
desaparecido, por lo tanto, el peligro de la persecución injusta, puede volver
a su patria con María y el Niño, siendo advertido por el ángel en sueños de que
ya podía regresar: “"Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a la
tierra de Israel; porque han muerto ya los atentaban contra la vida del
niño" (Mt 2, 19-20)”. Sin
embargo, al enterarse de que reinaba Arquelao, hijo de Herodes, en Judea, vuelven
a San José los temores por la vida de su Hijo y la seguridad de su familia: “Él
se levantó, tomó al niño y a su madre y regresó a la tierra de Israel. Pero al
oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá”
(Mt 2, 21-22). El Sexto Dolor de San
José, que es este temor que experimenta ante la noticia del reinado de Arquelao,
se origina porque confía en su propia razón humana y en su propia capacidad
humana, más que en los designios divinos: a pesar de haber recibido la
indicación, de parte del cielo, de regresar, porque Herodes había muerto, la
noticia de la presencia de Arquelao paraliza a San José porque, por un momento,
confía más en sus planes humanos y en sus razonamientos humanos, antes que en
la Divina Providencia, y es así como, un obstáculo –Arquelao-, que en realidad
no es un obstáculo, se le presenta como un muro infranqueable, y le provoca un
gran temor y dolor. El dolor y el temor de San José se originan entonces porque
se olvida de que es Dios quien nos sostiene en el ser a cada segundo, a cada
instante, y que sin Él “nada podemos hacer” (cfr. Jn 15, 5); San José se olvida que es Dios quien dirige nuestras
vidas, que es Él quien “humilla y enaltece”; San José piensa, por un momento,
que es él, y no Dios, quien puede gobernar el universo, y por eso teme y el
temor le provoca dolor, el Sexto Dolor. Al confiar excesivamente en su propia
razón y en sus propias fuerzas, San José se olvida que no hay que temer a los
hombres, sino “a Aquel que puede condenar a la Gehena” (cfr. Mt 10, 24-33), y es así que teme a
Arquelao, un simple hombre, que ni siquiera puede respirar por sí mismo, que no
subsistir ni permanecer en el ser, si Dios no se lo permite. Al confiar en sí
mismo y olvidarse de Dios, por un momento, San José exagera la figura y el
poder del hombre, que no es más que una simple creatura, que no tiene más
capacidad que la que le concede Dios, y es así como se origina en San José el
Sexto Dolor, que le provoca temor.
Pero
al Sexto Dolor, producto de la excesiva confianza en su razón y en la
desconfianza en la Divina Providencia y en los planes de Dios, le sucede el
Sexto Gozo de San José, cuando regresa la confianza en los planes de Dios y la
desconfianza en su propio parecer, obrando la voluntad de Dios, al ser tranquilizado
por el ángel, quien le dice que vaya a Nazareth: “Y fue a vivir a una ciudad
llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por los profetas: será llamado
Nazareno” (Mt 2, 23).
Oración
para el Sexto Dolor y Sexto Gozo de San José
Ángel
de la tierra, que tuviste a tus órdenes al Rey del cielo, glorioso San José:
Por el dolor que te infundió el temor de Arquelao, y por el gozo con que te
tranquilizó el Ángel, de volver a Nazareth; te suplico me alcances dolor por
mis cobardías y respetos humanos, y el gozo de confesar a Cristo en toda mi
vida pública y privada. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, como
era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
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