“¿Podéis
beber del cáliz que Yo he de beber?” (Mt
20, 20-28). La madre de los hijos de Zebedeo –Santiago y Juan-, pide a Jesús un
puesto de honor para sus hijos. Aunque a primera vista parece ser una
pretensión mundana, lo que pide esta madre para sus hijos, es la Cruz de Jesús, lo cual se ve
confirmado con la respuesta que ellos dan a la pregunta de Jesús de si pueden
beber del cáliz que Él ha de beber: “Podemos”.
Éste es
el ejemplo que nos deja Santiago Apóstol: en vez de pretender puestos de honor
mundano; en vez de pretender acercarnos a los poderosos del mundo para obtener
de ellos indignas prebendas de un cristiano, como poder, riqueza, bienes
materiales, honor y fama mundana, los cristianos debemos postrarnos ante Jesús
para pedir beber del cáliz de la amargura y participar de sus mismas penas. En
otras palabras, debemos pedir participar de la Cruz de Jesús, porque es eso lo que colma al
corazón de felicidad, en esta vida y en la otra, y no por las penas, las
amarguras y la cruz en sí mismas, sino porque el Hombre-Dios las ha dulcificado
al asumirlas para sí y ponerlas en contacto con su Divina Persona.
Como a
Santiago Apóstol, también a nosotros nos pregunta Jesús: “¿Podéis beber del
cáliz que Yo he de beber?”. Junto a Santiago Apóstol, decimos: “Podemos”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario