16
de julio
Vida
y milagros de San Simón Stock
Nació en el año 1165 en el condado de Kent,
Inglaterra. Ingresa a la Orden
carmelita, llevando allí una vida ejemplar y piadosa; años más tarde, es
nombrado General de la Orden
del Carmelo, cargo que desempeñará hasta la muerte. Era muy devoto de la Virgen María , por lo
que se le ha llamado “el amado de María”. Le componía himnos que luego
recitaba. Cada día rezaba así pidiendo por su Orden: “Flor del Carmelo, Viña
florida, esplendor del cielo; Virgen fecunda y singular; oh Madre dulce de
varón no conocida; a los carmelitas proteja tu nombre, Estrella del mar".
Fundó
diversos conventos en las principales ciudades universitarias como por ejemplo
Oxford, Cambridge, Bologna y París.
Muere en Burdeos (Francia) el 16 de mayo de 1265,
haciendo una visita pastoral. Es enterrado allí. En el año 1951 es trasladado a
Aylesford.
Aunque es venerado por los
Carmelitas desde por lo menos 1564 nunca ha sido oficialmente canonizado,
aunque el Vaticano aprueba que los carmelitas celebren esta fiesta.
Mensaje
de santidad de San Simón Stock
El mensaje de santidad de San Simón
Stock está ligado indisolublemente al Escapulario de la Virgen del Carmen. ¿Cuál es
su significado?
Ante todo, tiene un profundo
significado mariano, porque es el equivalente a llevar puesto el hábito de la Virgen del Carmen. En otras
palabras, es como si una madre, al ver que su hijo, que ha empezado a recorrer
un largo camino, está desprotegido y pasando frío porque al comenzar a caminar
se desencadenó una fuerte tormenta de agua y nieve, se quitara su manto, que es
de buena lana y bien abrigado, y se lo da, para que su hijo no solo recupere la
temperatura corporal que había perdido a causa del frío, sino para que lleve,
sano y salvo, y bien calentito, a su destino final.
En este ejemplo, la madre es la Virgen , su manto es el
escapulario del Carmen, el hijo que debe recorrer un camino con tormenta de
nieve y frío es el hombre que peregrina por el mundo, en dirección a la vida
eterna. Con el manto de la
Virgen , puede el hombre evitar el frío del desamor, y llegar
al cielo con su corazón ardiendo de amor a Dios y al prójimo.
El escapulario, entonces, es un
signo de la protección maternal y amorosa de la Virgen , que por este medio
garantiza una muerte en gracia y ser librados del infierno y, si el alma va al
Purgatorio, el escapulario tiene también la promesa de que la Virgen la liberará al
primer sábado después de su muerte. Sin embargo, conviene tener presente que el
escapulario no es un amuleto o protector mágico, puesto que llevarlo puesto
implica el firme compromiso de vivir en forma mariana, o sea, imitando las
virtudes de la
Santísima Virgen. En otras palabras, no se puede llevar el
escapulario y al mismo tiempo vivir en el pecado. Se necesita el propósito de
buscar en todo momento la conversión del corazón.
El escapulario de la Virgen del Carmen
Al
nacer Jesús, el Hombre-Dios, en Belén, María lo cubrió con su manto para
protegerlo del intenso frío; cuando su Hijo Jesús murió en la cruz y fue
descendido de ella, María lo cubrió también con su manto, antes de que Jesús
fuera depositado en el sepulcro.
María
cubre con su manto a su Hijo Jesús al nacer y al morir, en un claro y ejemplar
gesto maternal.
Pero
Jesús no es el único hijo que tiene María: María tiene muchos hijos adoptivos,
engendrados virginalmente por el Espíritu Santo, al pie de la cruz. María
engendra espiritualmente a esos hijos al pie de la cruz, en la persona de Juan,
cuando Jesús, antes de morir, le dice: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (cfr. Jn 19, 26). María adopta a Juan, y en la
persona de Juan, adopta a toda la humanidad; al pie de la cruz, todo ser humano
se convierte en hijo adoptivo de María, y María, como Buena Madre, quiere
también, con un gesto maternal, abrazar y cubrir a sus hijos adoptivos con su
manto.
Es
para cumplir este deseo de María, de cubrir maternalmente a sus hijos
espirituales con su manto, que María dona a San Simón Stock el escapulario del
Monte Carmelo.
El
gesto de María no es sino continuación y cumplimiento del encargo dado por
Jesús antes de morir en la cruz, de adoptar a los hombres como hijos de María.
Al señalar a Juan, Jesús le dijo a María: “Mujer, he ahí a tu hijo”, y desde
ese momento, Juan, y en él, que estaba representada toda la humanidad, fueron
tomados todos los seres humanos bajo el manto protector de María, y para eso el
escapulario del Monte Carmelo.
Este
gesto protector de María es un gesto maternal, un gesto que pertenece a toda
madre, pero tratándose de la
Madre de Dios, hay un contenido misterioso, sobrenatural,
escondido.
Debido a que el
escapulario contiene la promesa central de que quien muera con él no irá al
infierno, es decir, no será dominado por Satanás, la aparición de María y el
don del escapulario es continuación del gesto de protección maternal que María
tiene para con su Hijo Jesús, a quien libra del ataque del dragón infernal,
según el Apocalipsis: “Cuando el dragón se vio precipitado a la tierra,
persiguió a la mujer (María) que había dado a luz (virginalmente) al varón.
Pero a la mujer le fueron dadas las dos alas del águila grande para que volase
al desierto (…)”[1].
María había
protegido a su Hijo Jesús al nacer en Belén, y lo cubrió con su manto en el
momento de descenderlo de la cruz; y lo protegió también durante su vida,
aunque el dragón no tenía poder su Hijo, pero quería arrebatárselo: “La mujer y
el niño huyeron al desierto (…) del dragón”. Aunque lo perseguía, de ninguna
manera podía llevarse al Hijo de María, el Hombre-Dios.
En
cambio a sus hijos adoptivos sí los puede arrebatar el dragón infernal, y es
para protegerlos de este peligro mortal para el alma, para lo cual María ofrece
su manto de Virgen del Carmen a sus hijos adoptivos.
El
dragón infernal no es un personaje de un libro religioso, la Escritura , que está
descripto para que creamos en él pero como si fuera una fábula, sin entidad
real; el dragón infernal, que persiguió a María y a Jesús, se presenta en
nuestros días bajo la apariencia de cosas buenas, y tiene en la masonería y en la
Nueva Era sus representantes visibles en la
tierra.
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