San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

lunes, 16 de octubre de 2023

San Lucas Evangelista

 



         Vida de santidad[1].

         San Lucas es el autor del tercer Evangelio y también de los Hechos de los Apóstoles, en el que se narran los orígenes de la vida de la Iglesia hasta la primera prisión de Pablo en Roma. Se cree que posiblemente escribió entre los años 70 y 80 d. C., período que coincide con los dos años en los que San Pablo estuvo preso en Cesarea (Hch 20, 21). Se destaca como evangelista y como historiador y su conversión se piensa que se produjo alrededor del año 40. Conoció a Pablo en Antioquía y si bien ninguno de los dos conoció a Jesús durante su vida en la tierra, guiado por el Espíritu Santo, Lucas escribió cuidadosamente todo lo que escuchó de los testigos oculares -Lucas nos advierte que hizo muchas investigaciones y que buscó informaciones respecto de la vida de Jesús investigando a quienes fueron testigos de los hechos de Jesús- y a partir de allí, narra la infancia de Jesús y además es el que trata con más frecuencia sobre la Virgen María y esto porque tal vez fue la Virgen misma le instruyó en Éfeso.

Lucas se caracteriza porque en su Evangelio escribe para el mundo gentil, es decir, para quienes no pertenecen al Pueblo Elegido, por lo cual se destaca el aspecto universal de la Redención de Jesucristo, significando que esta no se limita solo a una raza determinada, sino a toda la humanidad, comenzando la predicación de la salvación a todas las naciones, comenzando por Jerusalén (cfr. Lc 24, 46-47). San Lucas es consciente de los peligrosos desvíos que para la verdadera fe supone la legalidad y la casuística judía, así como las herejías y la frivolidad pagana que surgen entre quienes se dejan guiar por sus razonamientos humanos. Además de la Redención universal, su Evangelio muestra una atención especial hacia los pobres, los pecadores arrepentidos y hacia la oración. Un escrito del siglo II, el Prólogo antimarcionista del Evangelio de Lucas, sintetiza el perfil biográfico del modo siguiente: “Lucas, un sirio de Antioquía, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, más tarde siguió a San Pablo hasta su confesión (martirio). Sirvió incondicionalmente al Señor, no se casó ni tuvo hijos. Murió a la edad de 84 años en Beocia, lleno de Espíritu Santo”[2]. Recientes estudios concuerdan con esta versión.

         Mensaje de santidad.

         La profesión médica nos hace suponer que poseía una cultura superior a la media en su tiempo, habiendo dedicado mucho tiempo al estudio y esta formación cultural se nota también por el estilo de sus libros: su Evangelio está escrito en un griego sencillo, limpio y bello, rico en términos que los otros tres evangelistas no tienen, lo cual es signo precisamente de un estado cultural diverso al de los otros evangelistas. Sin embargo, al igual que sucede con los otros evangelistas, en San Lucas existe una luz intelectual que no proviene de la propia razón humana, sino del Espíritu Santo y esto no puede ser de otra manera porque San Lucas no describe a un profeta más entre tantos ni a un hombre santo, ni siquiera el más santo entre los santos: describe a Dios Tres veces Santo, encarnado en la Persona Segunda de la Trinidad, la cual une a Sí a la humanidad santísima de Jesús de Nazareth. Es verdad que, según los análisis estilísticos e historiográficos San Lucas es el que mejor retrata, de entre los evangelistas, la humana fisonomía del Redentor, como por ejemplo su mansedumbre, sus atenciones para con los pobres y los marginados, las mujeres y los pecadores arrepentidos, pero esta descripción de la humanidad de Jesús de Nazareth no oculta la divinidad que le es propia al Hombre-Dios, divinidad que se trasluce en el Evangelio de Lucas. Se puede decir también que San Lucas es el biógrafo de la Virgen y de la infancia de Jesús, él es el que es nombrado como “el evangelista de la Navidad”, describiendo con suma sencillez, pero a la vez insondable profundidad, el misterio del Nacimiento virginal del Niño Dios. Un elemento a tener en cuenta es que, si bien San Lucas puede considerarse como un hombre conciliador, dueño de sí mismo, que suaviza o calla expresiones que hubieran podido herir a algún lector, en ningún momento este rasgo conciliador de su personalidad, atenta contra la verdad histórica de los hechos relativos al Hombre-Dios Jesucristo y a su Madre, la Virgen, por él retratados.

Por último, al revelarnos los secretos íntimos de la Anunciación, de la Visitación, de la Navidad, San Lucas nos da a entender que conoció personalmente a la Virgen, un privilegio concedido a muy pocos y por lo que algún exégeta avanza la hipótesis de que fue la Virgen María misma, en persona, quien le transcribió el himno del “Magnificat”, que Ella, la Madre de Dios, elevó al Señor inspirada por el Espíritu Santo, al encontrarse con su prima Isabel. Al recordarlo en su día, le pidamos a San Lucas que interceda por nosotros para que nunca caigamos en el error de interpretar su Evangelio con la pobre y débil luz de nuestra razón, sino que recurramos siempre al Espíritu Santo, para que sea el Santo Espíritu de Dios quien nos revele todo lo que escribió San Lucas Evangelista.

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