Vida
de santidad[1].
Nació en
Londres,
el 3 de mayo de 1991 y falleció en Monza, Italia, el 12 de octubre de 2006. Era un estudiante italiano y
un aficionado programador de informática,
conocido por documentar milagros eucarísticos y apariciones marianas aprobadas en todo el
mundo, y catalogar toda esa información en un sitio web que creó antes de su
muerte por leucemia. Fue beatificado por la Iglesia católica en Asís, Italia,
el 10 de octubre de 2020 por un milagro atribuido a su intercesión[2]. Desde temprana edad, tuvo una
devoción por la Eucaristía y por la Virgen María, a quien luego definió como “la
única mujer de mi vida”. Se interesó por la historia de las apariciones
de Nuestra Señora de Lourdes y de Nuestra Señora de Fátima, también estudió la
vida de los santos, entre ellos Luis Gonzaga y Tarsicio,
pero en particular se interesó por Francisco de Asís, Antonio de
Padua, Domingo Savio, María Magdalena de Pazzi y los tres
pastores de la Virgen de Fátima: Francisco
Marto, Jacinta Marto y Lucía dos Santos. Su madre afirma que ella tuvo
que tomar clases de teología para poder responder a las cuestiones que Carlo le
planteaba[3].
A
los siete años Carlo manifestó su deseo de recibir la comunión a
la que llamó “mi autopista hacia el Cielo”. Para no ceder a lo que creían que
era un capricho, sus padres consultaron a monseñor Pasquale
Macchi, ex secretario del papa Pablo VI.
Tras constatar la madurez del niño, el prelado lo autorizó a realizar su primera comunión. La ceremonia tuvo lugar en el
Monasterio Ambrosiano de Perego el 16 de junio de 1998. Desde entonces y hasta
su muerte, Carlo asistió todos los días a misa. En una ocasión dijo:
“Si nos acercamos a la Eucaristía todos los días, vamos directos al Paraíso”.
Rezó el rosario todos los días, se confesaba
una vez por semana y participaba en el catecismo para los
niños de su parroquia. También dedicaba su tiempo libre a visitar a los
ancianos y ahorraba dinero para dárselo a los más necesitados, ayudaba a las
personas sin hogar, fue voluntario en los comedores populares y ayudó
como catequista
y a menudo decía: “La tristeza es mirarte a ti mismo. La felicidad es mirar
a Dios”.
Mensaje
de santidad.
El Beato
Carlo Acutis es un gran ejemplo para los jóvenes. Solía decir a sus amigos que
para ellos también había “un propósito especial de Dios desde la Eternidad”. Y
que ellos también pueden hacer mucho más de lo que él hizo, “pueden ser Santos,
lo importante es quererlo”, les decía”. Sorprendentemente, esto mismo es lo que afirma Santo Tomás de Aquino
y es lo que le respondió a su hermana cuando le preguntó qué había que hacer
para ser santos; el santo le dijo: “Querer ser santos”, por supuesto que con la
ayuda indispensable de la gracia.
Dentro del mensaje de santidad que nos deja el Beato Carlo
Acutis, es su gran amor por la Eucaristía, a la cual llamaba “mi autopista al
Cielo”. Debido a que Carlo era un gran apasionado por la informática, decidió
utilizar a este instrumento para evangelizar a través de Internet y es así que
se dedicó a estudiar los milagros eucarísticos ocurridos a lo largo del mundo
en los dos mil años de historia de la Iglesia -este trabajo de investigación de
los milagros eucarísticos comenzó cuando tenía solo once años- y los recopiló
en un sitio de la red al que le puso el nombre de “miracolieucaristici.org”, que
traducido significa “milagroseucarísticos.org”. De esta manera, Carlo Acutis
nos enseña cómo un instrumento como la red, en la que hay cosas buenas y malas
y que puede ser usada tanto para el bien como para el mal, él usó internet pura
y exclusivamente para el bien, para hacer apostolado y para evangelizar a
través de Internet. Su madre afirma que la asombraba ver cómo
un niño tan pequeño, “en vez de jugar videojuegos o con amigos, pasaba horas y
horas delante de la computadora, investigando todo lo relacionado con los
milagros de la Eucaristía. Además, les pidió a sus padres el poder viajar por
toda Italia y también por parte de Europa, pero no para diversión, sino para continuar
investigando el material acerca de los milagros eucarísticos. Carlo Acutis
llamaba a lo que podríamos decir: “conversión eucarística”. Decía así: “La
tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la
mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde
abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos”. Puesto que para
nosotros los católicos Dios está en la Eucaristía, lo que debemos hacer, según
Carlo, es elevar la vista y contemplar la Sagrada Eucaristía.
Como todo joven, Carlo tenía luchas interiores. Por ejemplo,
según su madre, le gustaban mucho los postres, como los helados y un dulce
típico italiano llamado “Nutella”: como consecuencia de comer tanto, aumentó
mucho su peso corporal y a partir de entonces, se dio cuenta de que debía ser
más moderado y tener más templanza en el comer, para no caer en el pecado de la
gula por un lado y para mantener una buena salud corporal, por otro lado. A pesar
de que había una señora encargada de la limpieza del hogar, Carlo se esforzaba
por mantener su cuarto ordenado y limpio. En la revista “Huellas” se narra una
conversión al catolicismo, por parte de uno de los empleados del hogar, llamado
Rajesh y que antes de conocer a Carlo era hindú y por medio de Carlo se
convirtió, pidió bautizarse y luego recibir la Sagrada Eucaristía. Rajesh dice
así: “Carlo me decía que sería más feliz si me acercaba a Jesús. Pedí el
Bautismo cristiano porque él me contagió y cautivó con su profunda fe, su
caridad y su pureza. Siempre le consideré como alguien fuera de lo normal, porque
un chico tan joven, tan guapo y tan rico normalmente prefiere llevar una vida
distinta”.
Carlo también practicaba obras de misericordia corporales,
como por ejemplo, lo que sucedió con un mendigo al que él veía todos los días
al ir a Misa: con sus ahorros personales, le compró una hermosa bolsa de
dormir, de manera que el mendigo ya no tenía que dormir más a la intemperie.
Sobre el tema de la castidad, la madre cuenta como Carlo
“tenía muchas chicas que estaban enamoradas de él: era un joven guapo, rico y
con éxito. No le hubiese sido difícil tener muchas novias si hubiese querido”.
Pero era consciente de la “gran dignidad de cada ser humano y de que cada
persona refleja la luz de Dios”. Estaba verdaderamente convencido de que “el
cuerpo es templo del Espíritu Santo”. En esa línea tenía claro, reflexiona
Antonia, “que la sexualidad era algo muy especial y que tenía que ser para el
propósito que Dios la había creado”. Así que solía hablar con sus compañeros de
clase y los animaba a la castidad. Le dolía mucho ver cómo los jóvenes usaban
la pornografía para su propio placer, lo que era una falta de caridad y de
alguna manera, “era traicionar el proyecto que Dios tenía para ellos”. Su madre
explica que Carlo se confesaba con frecuencia, ya que “igual que para viajar en
globo hay que descargar peso, también el alma para elevarse al Cielo necesita
quitarse de encima esos pequeños pesos que son los pecados veniales”[4].
La inesperada enfermedad, un cáncer muy agresivo, comenzó a
manifestarse por aquellos días, terminando con la vida de Carlo en muy poco
tiempo. En el verano de 2006 Carlo le pregunta a su madre: “¿Crees que debo ser
sacerdote?” Ella le responde: “Lo irás viendo tú solo, Dios te lo irá
revelando”. Fue en esa época en que comenzó a sentirse mal; primero pensaban
que era un estado gripal, pero los análisis demostraron que era una leucemia
muy agresiva, de tipo M3. Al entrar en el hospital, le dijo a su madre: “De
aquí ya no salgo”. Diría a sus padres: “Ofrezco al Señor los sufrimientos que
tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el
Purgatorio y poder ir directo al cielo”. Pidió la Unción de los Enfermos y
murió el 12 de octubre. En el funeral no solo acudieron la familia, los amigos,
los compañeros de curso, como suele suceder, sino que acudieron numerosas
personas que la familia no había visto en la vida y es que Carlo, a escondidas,
había ayudado a un innumerable número de almas, como inmigrantes y personas sin
techo en la calle, con quienes compartía su comida. En el funeral había
muchísimas personas sin recursos, quienes dieron testimonio de cómo Carlo los había
ayudado.
Amor a la Eucaristía, que es Cristo Dios oculto en apariencia
de pan; amor a la Virgen, que es la Madre de Dios; amor a la Iglesia, haciendo
apostolado a través de internet para que se conocieran los milagros
eucarísticos; amor al prójimo por amor a Dios; la mirada del alma puesta en el
Rey de reyes y Señor de señores, que es Cristo Jesús en la Eucaristía; deseo de
la vida eterna para estar para siempre unido al Sagrado Corazón de Jesús, esos
son los mensajes de santidad que nos deja Carlo Acutis, especialmente a niños y
jóvenes de nuestro tiempo.
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