San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

lunes, 21 de agosto de 2023

San Pío X

 



          Vida de santidad[1].

Nacido en una familia pobre, humilde y numerosa, Giuseppe Melchiorre Sarto vino al mundo el 2 de junio de 1835 en Riese, Italia.

          Mensaje de santidad.

          Es conocido como “el Papa de la Eucaristía” debido a su gran devoción eucarística. Siendo el Vicario de Cristo, creía firmemente en la Presencia real, substancial de la Segunda Persona de la Trinidad, Dios Hijo, encarnado en la naturaleza humana de Jesús de Nazareth y que prolonga su Encarnación en la Eucaristía. Precisamente, para que todos los católicos tuvieran acceso al verdadero tesoro de la Iglesia, que es la Eucaristía, fue él quien decidió que, a partir de ese momento, fuera posible la Comunión diaria -con las debidas disposiciones- y que los niños hicieran la Primera Comunión a partir del uso de razón, es decir, a los siete años de edad.

          En su primera encíclica, da un certero diagnóstico de la sociedad moderna y reflexiona acerca del motivo de la oscuridad espiritual que la caracteriza y es su alejamiento de Dios. El Papa dice así: “Nuestro mundo sufre un mal: la lejanía de Dios. Los hombres se han alejado de Dios, han prescindido de Él en el ordenamiento político y social. Todo lo demás son claras consecuencias de esa postura”[2]. Ahora bien, nosotros podríamos parafrasear al Papa San Pío X y decir que no solo los hombres en general se han alejado de Dios, sino que los católicos en particular, se han alejado de Cristo Dios Presente en Persona en la Eucaristía y que ése es el origen, el fundamento y la raíz de los males de la sociedad actual.

          Luego San Pío X afirma que su misión, como Vicario de Cristo, es acercar a los hombres a Cristo, ya que sólo en Él encuentran los hombres el principio válido tanto para la convivencia social entre los hombres, como sociedad, como así también es Cristo “el único principio de vida y reconciliación para el mismo ser humano”.

          Llamaba a la santidad a toda la Iglesia, pero especialmente a los sacerdotes, ya que, si los sacerdotes no participan de la vida trinitaria por la gracia, difícilmente podrán hacer que los laicos lleven una vida de santidad: el Papa se preguntaba cómo podrían ellos -los sacerdotes ministeriales- los especialmente elegidos para esa misión, instaurarlo todo en Cristo si no era el suyo un corazón como el corazón sacerdotal del Señor Jesús, ardiente en el amor y en la caridad para con los hermanos. Sólo con una vida santa podrían sus sacerdotes ser portadores de la Buena Nueva del Señor Jesús para todo su Pueblo santo. Pero el Papa San Pío X llamaba también a los laicos, a los seglares, a llevar una vida de santidad, tal como lo exige su condición de hijos adoptivos de Dios.

          Como sacerdote, como obispo y luego como Papa, hizo todo lo posible por impulsar la enseñanza del Catecismo y por mantener la pureza de la doctrina; de hecho, se considera que el Catecismo de san Pío X es una perfecta síntesis de la doctrina católica que realizó el Papa Sarto cuando reelaboró un texto que él había escrito siendo obispo de Mantua. Bien sabía el Santo Padre que apartar la ignorancia religiosa era el inicio del camino para recuperar la fe que en muchos se iba debilitando y perdiendo incluso. Por esta misma razón, decidió actuar con firmeza contra el modernismo, condenando sus errores por medio de los decretos “Lamentabili” (julio de 1907) y la encíclica “Pascendi”, una encíclica que enumera y condena las doctrinas de los modernistas (8 de setiembre de 1907); aquí es donde el Papa afirma que “el modernismo es la cloaca de todas las herejías”. herejías que se originan en un racionalismo relativista que niega el carácter sobrenatural de la Palabra de Dios, del Magisterio y de la Sagrada Eucaristía, entre otras cosas, reduciendo lo sobrenatural al limitado campo de la razón humana.

          Por último, el Papa se destacó por su gran amor filial a la Virgen, la Madre de Dios: rezaba continuamente el Rosario y le gustaba llevarlo siempre entre sus manos. Visitaba todos los días la gruta de Lourdes, en los jardines Vaticanos y rezaba todos los días el Angelus. Como preparación inmediata para el 50 aniversario de la proclamación de la Inmaculada Concepción publicó su encíclica “Ad diem illum”.

          El Papa Pío X nos deja entonces como legado un gran amor a la Eucaristía, un gran amor a la Santa Virgen, al rezo del Rosario y una advertencia, tanto a sacerdotes como a laicos, para no caer en los errores del modernismo, para profesar la fe católica en toda su pureza, sin rasgo de error alguno.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario