San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

lunes, 7 de agosto de 2023

San Lorenzo, diácono y mártir

 




Vida de santidad[1].

San Lorenzo (mártir), uno de los diáconos de la iglesia romana, fue una de las víctimas de la persecución de Valeriano en el año 258, al igual que lo fueron el Papa Sixto II y muchos otros clérigos romanos. A comienzos del mes de agosto del año 258, el emperador emitió un edicto ordenando matar inmediatamente a todos los obispos, curas y diáconos (“episcopi et presbyteriet diacones incontinenti animadvertantur” -- Cipriano, Epist. lxxx, 1). Esta orden imperial se ejecutó inmediatamente en Roma. El 6 de agosto, el Papa Sixto II fue capturado en una catacumba y ejecutado de inmediato (“Xistum in cimiterio animadversum sciatis VIII id. Augusti et cum eo diacones quattuor”. Cipriano, ep. lxxx, 1). Otros dos diáconos, Felicísimo y Agapito, fueron ejecutados el mismo día.

Mensaje de santidad.

Dos contemporáneos de este Papa, San Ambrosio de Milán y el poeta Prudencio, dieron detalles concretos sobre la muerte de San Lorenzo. Ambrosio relata (De officiis min. Xxviii) cuando se le preguntó a San Lorenzo por los tesoros de la Iglesia, este, hizo comparecer a los pobres entre los que, en lugar de darles limosna, había repartido el tesoro, o aunque también se puede interpretar que el pobre es el tesoro de la Iglesia, en cuanto que en él se hace misteriosamente presente Nuestro Señor Jesucristo, dándonos la oportunidad de auxiliarlo, obrando obras de misericordia corporales y espirituales, las cuales nos abren las puertas del Reino de los cielos. Ambrosio también relata que cuando se llevaban al Papa Sixto II para ejecutarlo, éste reconfortó a San Lorenzo que deseaba compartir su martirio, diciéndole que le seguiría en tres días. El santo Obispo de Milán también explica que San Lorenzo fue quemado hasta la muerte en una parrilla de hierro (De offic., xli). San Lorenzo, al negarse rotundamente a renegar de su fe en Cristo, fue por esta misma fe en Cristo que, tres días más tarde, sufrió el tormento del fuego, pues fue colocado sobre una parrilla, debajo de la cual sus verdugos encendieron una gran fogata, pero por la acción del Espíritu Santo, el instrumento de su tortura se convirtió en el distintivo de su triunfo, ya que, aun padeciendo horribles quemaduras, no experimentó dolor en ningún momento, ni tampoco el menor signo de desesperación o de abandono. Luego fue enterrado su cuerpo en el cementerio de Campo Verano, que desde entonces fue llamado con su nombre (258). Podemos decir, con toda razón, que San Lorenzo, al permanecer fiel a Jesucristo, confesándolo como Dios y Redentor, recibió el don de soportar sin dolor alguno el fuego material, terreno, que abrasó su cuerpo y lo carbonizó; pero en recompensa a su fidelidad a Cristo, San Lorenzo fue asistido por el Espíritu Santo, el Divino Amor, quien envolvió su alma en el Fuego Santo del Amor de la Trinidad, Fuego que no solo no provoca dolor, sino alegría, paz, gozo y dulzura del alma, al hacerla partícipe de la visión y de la vida de la Santísima Trinidad. Al recordar al santo diácono en su día, le pidamos la gracia de su intercesión, para también nosotros seamos envueltos en el mismo Fuego del Divino Amor, el Espíritu Santo, que arde por la eternidad en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

 

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