San Cornelio.
Elegido como Vicario de Cristo, este Sumo Pontífice sufrió el martirio en el año
253, en la persecución del emperador Decio. Durante su pontificado se
produjo la rebelión de un hereje llamado Novaciano que proclamaba que la
Iglesia Católica no tenía poder para perdonar pecados y que por lo tanto el que
alguna vez hubiera renegado de su fe, nunca más podía ser admitido en la Santa
Iglesia[1],
lo cual es un grave error, porque el poder de la Sangre de Cristo para perdonar
los pecados, es infinitamente más grande que el más grande de los pecados del
hombre. Todavía más, este hereje afirmaba además que ciertos pecados como la
fornicación e impureza y el adulterio, no podían ser perdonados jamás. El Papa
Cornelio se le opuso y declaró que si un pecador se arrepiente en verdad y quiere
empezar una vida nueva de conversión, la Santa Iglesia puede y debe perdonarle
sus antiguas faltas y admitirlo otra vez entre los fieles. A San Cornelio lo
apoyaron San Cipriano desde África y todos los demás obispos de occidente. El
gobierno del perseguidor Decio lo desterró de Roma y a causa de los
sufrimientos y malos tratos que recibió, murió en el destierro, como un mártir.
San
Cipriano. Siendo obispo de Cartago,
murió mártir en el año 258, víctima de la violentísima persecución que el
emperador Valeriano decretó contra la Iglesia Católica en el año 257. En este
año, por edicto del emperador, todo aquel que profesara públicamente la fe
cristiana, era condenado a sufrir la pena del destierro, mientras que la pena
para el sacerdote u obispo que oficiara la ceremonia religiosa, era la muerte.
A Cipriano le decretan en el año 157 pena de destierro, pero como donde quiera
que vaya sigue celebrando ceremonias religiosas, en el año 258 le decretan pena
de muerte. Se conservan las actas de la última audiencia que los jueces le
hicieron para condenarlo al martirio. Son muy interesantes. Dicen así:
El
juez: El emperador Valeriano ha dado órdenes de que no se permite celebrar
ningún otro culto, sino el de nuestros dioses. ¿Usted, qué responde?
Cipriano:
Yo soy cristiano y soy obispo. No reconozco a ningún otro Dios, sino al único y
verdadero Dios que hizo el cielo y la tierra. A El rezamos cada día los
cristianos. El 14 de septiembre una gran multitud de cristianos se reunió
frente a la casa del juez. Este le preguntó al mártir: "¿Es usted el
responsable de toda esta gente?
Cipriano:
Si, lo soy.
El
juez: El emperador le ordena que ofrezca sacrificios a los dioses.
Cipriano:
No lo haré nunca.
El
juez: Piénselo bien.
Cipriano:
Lo que le han ordenado hacer, hágalo pronto. Que en estas cosas tan importantes
mi decisión es irrevocable, y no va a cambiar.
El
juez Valerio consultó a sus consejeros y luego dictó esta sentencia: “Ya que se
niega a obedecer las órdenes del emperador Valeriano y no quiere adorar a
nuestros dioses, y es responsable de que todo este gentío siga sus creencias
religiosas, Cipriano: queda condenado a muerte. Le cortarán la cabeza con una
espada”.
Al
oír la sentencia, Cipriano exclamó: “¡Gracias sean dadas a Dios!”. Toda la
inmensa multitud gritaba: “Que nos maten también a nosotros, junto con él”, y
lo siguieron en gran tumulto hacia el sitio del martirio. Al llegar al lugar
donde lo iban a matar Cipriano mandó regalarle 25 monedas de oro al verdugo que
le iba a cortar la cabeza. Los fieles colocaron sábanas blancas en el suelo
para recoger su sangre y llevarla como reliquias. El santo obispo se vendó él
mismo los ojos y se arrodilló. El verdugo le cortó la cabeza con un golpe de
espada. Esa noche los fieles llevaron en solemne procesión, con antorchas y
cantos, el cuerpo del glorioso mártir para darle honrosa sepultura.
A
los pocos días murió repentinamente el juez Valerio y pocas semanas después, el
emperador Valeriano fue hecho prisionero por sus enemigos en una guerra en
Persia y fue convertido en esclavo hasta su muerte. Esto nos demuestra que “de
Dios nadie se ríe”.
El
mensaje de santidad que nos dejan estos dos santos mártires son particularmente
valiosos en nuestros días, en los que la Iglesia Católica es perseguida en
forma violenta y sangrienta en numerosos países, principalmente en los países
en donde dominan el Partido Comunista –China, Cuba, Venezuela, Corea del Norte,
etc.- y en donde es mayoría el Islam –Irán, Arabia Saudita, Afganistán, etc.- y
en los países en donde no es perseguida abiertamente, es perseguida por otros
medios, como por ejemplo en los países de Occidente, en donde la masónica
Organización de las Naciones Unidas declaró a la Iglesia Católica como “enemiga
de la humanidad” por oponerse a lo que ellos declaran ser “derechos humanos”, que
no son otra cosa que pecados humanos opuestos a la Ley de Dios. Al recordarlos
en su día, les pidamos a estos santos mártires, Cornelio y Cipriano, que
intercedan por nosotros, para que, si es voluntad divina, permanezcamos fieles
hasta la muerte a la Santa Fe Católica, la Fe del Verdadero Dios Uno y Trino y
de su Mesías, Cristo Dios.
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