Estos tres Arcángeles son dignos de ser mencionados en las Sagradas Escrituras porque se mantuvieron fieles al Amor de Dios, que los había creado para su servicio y para que se alegraran en la adoración de la Santísima Trinidad y porque los tres cumplen misiones precisas en la historia de la salvación de los hombres llevada a cabo por el Hombre-Dios Jesucristo.
En el caso de San Miguel Arcángel, es retratado con
frecuencia con una balanza en la que pesa las almas, puesto que según la
Tradición, será el encargado, el Día del Juicio Final, de separar a las almas,
por orden divina, según el peso de sus obras: los que sean hallados faltos de
peso porque carecen de obras de misericordia, serán condenados al Infierno,
mientras que los otros, serán destinados al Cielo. Pero lo que más caracteriza
a San Miguel Arcángel es su condición de Jefe de las Milicias Celestiales,
cuyos Generales son Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María. San
Miguel Arcángel es el que, en el Cielo, se opone a la rebelión blasfema de
Satanás y de los demás ángeles apóstatas, siendo San Miguel Arcángel el que
encabeza, al grito de “¿Quién como Dios?”, el ataque de los ángeles de luz que
luego de una lucha sin cuartel, expulsan para siempre del Cielo a los ángeles
de la oscuridad. San Miguel Arcángel es el que enfrenta, bajo las órdenes de
Jesús y de la Virgen, al Dragón del Apocalipsis, que en la tierra es el
Comunismo ateo y marxista y a la bestia como pantera, que en la tierra es la
Masonería. Es él quien comanda a las legiones de ángeles fieles a la Trinidad,
que luego de la batalla en el Cielo, descripta en el Apocalipsis, expulsa del
Cielo a los ángeles apóstatas, condenándolos al Infierno eterno. En el Cielo,
la batalla fue eminentemente espiritual e intelectual, según afirman los
teólogos, porque al ser los ángeles seres puramente espirituales, no tienen
cuerpo y no pueden luchar corpóreamente, por lo tanto, se trató de una lucha
intelectual, estando del lado de Dios los ángeles de luz, que defendían la
Verdad, mientras que del lado de Satanás estaban los ángeles rebeldes, que
sostenían la mentira. Como la mentira no puede prevalecer ante la Verdad, los
ángeles rebeldes fueron vencidos y expulsados para siempre del Cielo y en el
Día del Juicio Final, serán precipitados a los abismos del Infierno, para nunca
más salir de allí. Mientras tanto, los ángeles de la oscuridad incitan a los
hombres perversos y sin conciencia moral ni espiritual, para que cometan las
más grandes atrocidades, no sólo contra Dios Trino y su Mesías, sino también
contra la humanidad entera. La actual crisis sanitaria, provocada de forma
intencional por los secuaces del Dragón del Apocalipsis, los miembros del
Partido Comunista Chino, es solo un pequeño ejemplo de la brutalidad de las
atrocidades de las que son capaces de cometer, en su odio contra Dios y el
hombre, imagen de Dios y por esta razón y por muchas otras más de este estilo,
es que como Iglesia del Cordero invocamos a San Miguel Arcángel, pidiéndole que
nos proteja, con el poder de Dios, de las acechanzas del Dragón.
Los otros Arcángeles, Rafael y Gabriel, aparecen también cumpliendo
importantes misiones en favor de los hombres, cooperando al servicio de la
Trinidad en su plan de salvación de la humanidad. Así, San Rafael, que
significa “medicina de Dios”, aparece mencionado en el libro de Tobías, curando
a su padre de su ceguera –prefiguración de la cura de la ceguera espiritual del
hombre por parte de la gracia santificante de Jesucristo- y bendiciendo el
matrimonio de Tobías, por lo que este Arcángel es protector y patrono de los
cónyuges. Por último, San Gabriel aparece en las Escrituras desempeñando una importantísima
misión: es el encargado de anunciar, a la Virgen Santísima, que será la Madre
de Dios Hijo, quien se encarnará en su seno virginal por obra del Espíritu
Santo.
Una última consideración a hacer en la fiesta de estos
santos arcángeles y es el tener en cuenta que en la actualidad la secta
luciferina Nueva Era o Conspiración de Acuario, que busca la iniciación
luciferina de la humanidad, presenta una serie de ángeles, de nombres extraños –Uriel,
Chamuel, Zadquiel, etc.-, pero estos ángeles no son los ángeles de Dios, sino
que son ángeles caídos, demonios, que se disfrazan de ángeles de luz. Debemos
tener esto en cuenta para no caer en la trampa de la Nueva Era, porque de lo
contrario estaremos rezando e invocando a demonios y no a ángeles de Dios.
Pidamos a los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, que nos bendigan y
nos guíen en esta vida en nuestro peregrinar a la Jerusalén celestial, para que
así adoremos, junto con ellos, al Cordero de Dios, Jesús Eucaristía, por toda
la eternidad.
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