Los ángeles son seres espirituales, es decir, no poseen
corporeidad, que fueron creados con inteligencia y voluntad con el mismo fin
del hombre: conocer, hacer reverencia –adoración-, amar y servir a Dios. Para
este fin fueron dotados de inteligencia, con la cual conocer a Dios y de
voluntad, con la cual amar a Dios. Fueron creados en una jerarquía angélica, de
manera que hay ángeles que son más poderosos que otros. Al igual que el hombre,
también ellos fueron sometidos a una prueba para que decidan si querían servir
a Dios o no porque, al ser seres personales, es decir, dotados de inteligencia
y voluntad, son también seres libres, lo cual quiere decir que debían
manifestar voluntariamente su deseo de servir a Dios. La prueba para decidir si
queremos servir a Dios o no, en el hombre, dura lo que dura su vida terrena; en
el caso de los ángeles, al no tener cuerpo, no viven en el tiempo terreno, sino
en un “tiempo angélico” que se llama “aevum” y es en ese tiempo en el que los
ángeles debieron decidirse por Dios o contra Dios. Muchos de los ángeles, al
mando de San Miguel Arcángel, se decidieron a favor de Dios y es así que
permanecieron en el cielo y permanecen en él por toda la eternidad; muchos
otros, encabezados por Satanás, se rebelaron contra Dios, al grito de “Non
serviam” o “No serviré” y fue así que cometieron el pecado de orgullo y luego
de una batalla en el cielo con los ángeles buenos, los ángeles malos, que
perdieron la gracia, fueron expulsados del cielo y precipitados en el Infierno,
un lugar en donde sólo actúa la Justicia Divina, sin Misericordia, creado
especialmente para ellos y al que van a hacerles compañía los hombres impíos,
los hombres que, como ellos, son impíos y no quieren servir a Dios.
Los ángeles entonces fueron creados para conocer, amar, adorar
y servir a Dios, aunque también tienen otra función: cuando un alma humana es
creada por Dios, inmediatamente Dios le asigna un ángel custodio, para que le
ayude a conseguir el fin para el cual el hombre fue creado, esto es, conocer,
amar y servir a Dios Uno y Trino. Estos ángeles reciben el nombre de “Ángel de
la Guarda” y son asignados por Dios desde el mismo instante en el que el alma
es creada. Por eso se debe rezar con frecuencia al Ángel de la Guarda, para que
nos ayude a conocer y a amar cada vez más a Jesús y a la Virgen.
Por
último, también hay que decir que, así como hay un ángel que nos protege y
quiere conducirnos al Cielo, así también hay ángeles caídos que quieren nuestra
eterna perdición y desean conducirnos al Infierno. Muchos ángeles caídos se
hacen pasar por ángeles de luz, pero son ángeles del Infierno; estos ángeles se
caracterizan por nombres como Uriel, Zalachiel, etc. y en vez de ayudarnos a
vivir en gracia, prometen “luz y buenas vibraciones y prosperidad económica”;
cuando sepamos de estos ángeles, debemos saber que estos son los ángeles de la
secta luciferina Nueva Era y debemos apartarnos inmediatamente de ellos.
Al recordar a nuestros Ángeles de la Guarda en su día, les
pidamos que nos ayuden a conocer y amar cada vez más a Jesús Eucaristía y a la
Virgen, Nuestra Señora de la Eucaristía, y así estaremos viviendo, en esta vida
terrena, ya con el corazón en el cielo.
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