“En
el corazón de la Iglesia, yo seré el Amor”. En sus Manuscritos biográficos,
Santa Teresita tiene la siguiente expresión: “En el corazón de la Iglesia, yo
seré el Amor”. Ella quería encontrar su vocación en la Iglesia, y descubrió que
ésta era el Amor, la caridad. En el Cuerpo Místico de la Iglesia, el puesto de
Santa Teresita era el corazón, fuente del amor que, en el caso de la Iglesia,
está “ardiendo en amor”, según expresión de la misma Santa Teresita. Es decir,
ella no se reconoce ni en los mártires, ni en los doctores, ni en ninguna otra
vocación de la Iglesia: ella se reconoce en el centro mismo del Cuerpo Místico,
el Corazón de la Iglesia, en donde “arde el Amor”.
Ahora bien, podríamos preguntarnos si este deseo de Santa
Teresita de ser “el Amor en el Corazón de la Iglesia” es un deseo que permanece
en mero deseo o si puede llegar a ser cumplido efectivamente, porque no es lo
mismo que un deseo permanezca como tal, a que se realice y se lleve a cabo en
la realidad. En el caso de Santa Teresita, no se queda en un mero deseo, sino
que verdaderamente se cumple, se hace efectivo, de manera tal que ella, en el
Corazón de la Iglesia, es el Amor. ¿De qué manera? El deseo de Santa Teresita
se cumple efectivamente y no queda en mero deseo, por medio de la Eucaristía,
es decir, por medio de su unión orgánica a la Eucaristía. La razón es que la
Eucaristía es el Corazón Eucarístico de Jesús, Corazón en el que inhabita el
Fuego del Divino Amor, el Espíritu Santo. La Eucaristía es el Sagrado Corazón
Eucarístico de Jesús, envuelto en el Fuego del Divino Amor, el Espíritu Santo:
esto quiere decir que quien se une orgánicamente a la Eucaristía por la
comunión sacramental, se hace partícipe de este Divino Corazón, el cual le
comunica las llamas del Amor de Dios que en Él inhabitan. Es decir, al
comulgar, el alma entra en contacto con las llamas del Amor de Dios que se
encuentran ardiendo en el Corazón Eucarístico de Jesús, por lo que comienza a
participar y a ser parte viva y orgánica de ese Amor. El deseo de Santa
Teresita de ser “el Amor en el Corazón de la Iglesia”, se cumple en la comunión
eucarística. Si alguien, al igual que Santa Teresita, descubre que su vocación
es también ser el Amor en el Corazón de la Iglesia, lo que debe hacer es
comulgar con fe, con piedad y, sobre todo, con Amor.
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