San Francisco era heredero de una gran fortuna, pero por
amor a Cristo, la abandonó y fue en pos de Jesús, siguiéndolo por el camino del
Calvario, camino que es de pobreza, de abandono en Dios, de tribulación y
amarguras, pero que conduce con toda seguridad al cielo. Pero San Francisco no
recorrió sólo espiritualmente el Camino de la Cruz, el Via Crucis: también con
su cuerpo terreno participó de la Pasión de Jesús, al recibir los estigmas o
llagas de Jesús. En recompensa por haberlo dejado todo y por haberlo seguido
con amor por el camino de la Cruz, Jesús, apareciéndosele como un serafín
crucificado en el Cielo, le hizo partícipe de sus llagas, imprimiéndolas en su
cuerpo, de manera que a partir de entonces, San Francisco comenzó a llevar
consigo los estigmas, las huellas visibles de la Pasión de Jesús.
Por esta razón, la pobreza voluntaria de San Francisco no se
entiende sino es a la luz de la Santa Cruz de Jesús: San Francisco no fue un
revolucionario, ni un amante de la pobreza por la pobreza en sí misma: eligió
ser pobre porque de esa manera respondía mejor al llamado que le hacía Jesús de
seguirlo por el Camino Real de la Cruz, el Via Crucis. Si San Francisco hubiera
mantenido sus riquezas, no habría tenido las manos desocupadas, los pies libres
y el corazón abierto, para recibir las llagas de Jesús. No se debe ver la
pobreza de San Francisco como la glorificación de la pobreza en sí misma y por
sí misma, lo cual sería un grave error: San Francisco eligió ser y vivir
pobremente, porque así respondía mejor, con todo su ser, al camino particular
por el cual Jesús quería conducirlo a la santidad.
Entonces, en San Francisco, la pobreza no es glorificación y
exaltación de la pobreza en sí misma, sino del Amor de Dios, porque Dios quería
para él un camino particular, el camino de la pobreza, lo cual no es dado a
todos, al menos no con esta intensidad. A su vez, las llagas que llevaba San
Francisco en su cuerpo, eran una señal, no sólo de su respuesta al Amor de
Dios, sino del Amor de Dios hecho carne, hecho visible, en las llagas de la
Pasión, porque fue en la Cruz en donde Dios nos demostró hasta qué punto llegaba
su Amor por todos y cada uno de nosotros.
San Francisco pobre y portando las llagas de Cristo es la
imagen, no de un revolucionario, sino de un santo que respondió con todo su ser
al Amor de Dios que quería para él la pobreza de la Cruz y las llagas de la
Pasión.
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