San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 31 de julio de 2019

San Ignacio de Loyola y el discernimiento de espíritus



         San Ignacio afirmaba que nuestros pensamientos podían provenir de tres fuentes distintas: de nosotros mismos, de Dios o del Demonio. ¿Cómo saber de dónde provienen? ¿Cómo distinguirlos a unos de otros? Para distinguir su procedencia, el santo aplicaba la siguiente regla: si los pensamientos tenían un origen bueno, un medio bueno y un fin bueno, era señal inequívoca que venía de Dios y por lo tanto había que aceptarlo sin más; si el pensamiento tenía un origen bueno, pero un medio malo y un fin malo, era señal que provenía, o de nosotros mismos, o del mal espíritu, es decir, del Demonio y por lo tanto, había que rechazarlos inmediatamente.
         Ahora bien, ¿cómo saber de qué manera hacer un buen discernimiento? San Ignacio propone las “Reglas de discernimiento”, para distinguir cómo operan el buen espíritu y el mal espíritu, para aceptar las buenas mociones y rechazar las malas y así elegir y proceder bien.
¿Cómo opera el buen  espíritu?[1] Existen dos reglas básicas, según San Ignacio:
1.ª regla: A las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, acostumbra comúnmente el mal espíritu proponerles placeres aparentes, haciendo imaginar deleites y placeres sensuales, para conservarlas y hacerlas prosperar en sus vicios y pecados; en estas personas el buen espíritu actúa del modo contrario, haciéndoles sentir remordimiento en su conciencia por medio de la razón.
2.ª regla. A las personas que van purificándose de sus pecados, y en el servicio de Dios nuestro Señor ven de bien en mejor, pasa lo contrario de la primera regla; porque entonces propio es del mal espíritu morder, entristecer y poner impedimentos, inquietando con falsas razones, para que la persona no siga adelante; y propio del buen espíritu dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando las cosas y quitando todo impedimento, para que en el bien obrar proceda adelante.
¿Cómo opera el mal espíritu? Existen tres reglas básicas:
1.ª regla: el enemigo se hace como aquella persona que es violenta por inclinación pero que cede al que le hace frente. Esta persona al pelear con uno, huye cuando uno la enfrenta, pero si uno huye de aquella persona y comienza a desanimarse, la ira, venganza y ferocidad de la persona crecen sin medida. De la misma manera, el enemigo se caracteriza por mostrarse débil cuando uno se ejercita espiritualmente y enfrenta con firmeza las tentaciones haciendo lo diametralmente opuesto. Por el contrario, si uno tiene temor, no hay bestia tan fiera sobre la tierra como este enemigo, el que prosigue entonces su perversa intención de alejarnos de la voluntad de Dios con su inmensa maldad.
2.ª regla: el mal espíritu se hace también como un galán mentiroso que quiere ser secreto y no descubierto. Cuando éste habla con malas intenciones a la hija de un buen padre o a la mujer de un buen marido, quiere que sus palabras e insinuaciones queden secretas y se disgusta mucho si, al contrario, la hija habla a su padre o la mujer a su marido, descubriéndolo en sus mentiras porque sabe que no podrá continuar lo que emprendió. De esta misma manera, cuando el malo se acerca a una persona buena con astucias quiere que sus intenciones sean recibidas en secreto, pero cuando la persona las descubre a su confesor o a otra persona que sepa de los engaños del malo, se molesta mucho y huye.
3.ª regla: el mal espíritu se parece también a un caudillo, para dominar y robar lo que desea. Un caudillo, mirando las fuerzas y el dispositivo de defensa de una fortaleza, la ataca por su parte más débil. De la misma manera, el mal espíritu nos mira todas nuestras virtudes y donde encuentra la más débil, nos ataca.
         La regla de discernimiento de espíritus de San Ignacio es sumamente importante y necesaria y puede ser aplicada en todo momento y en todo tipo de asuntos, desde los menos hasta los más importantes. Si seguimos esta regla, estaremos seguros de que siempre cumpliremos la voluntad de Dios, pues es de Dios todo lo que comienza bien, sigue bien y termina bien. El discernimiento de espíritus es necesario, ante todo, para determinar cuál es el camino correcto para la salvación del alma, que es el buen y el mejor final de todo inicio de pensamiento.

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