San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 6 de febrero de 2018

Memoria de Santa Águeda, virgen y mártir



         Vida de santidad[1].

Sufrió el martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio. Ya desde la antigüedad se propagó su culto por toda la Iglesia y se introdujo su nombre en el Canon romano.

         Mensaje de santidad.

         Para conocer el mensaje de santidad de Santa Águeda, nada mejor que el pensamiento de otro santo, en este caso, San Metodio.
         Comienza alabando su martirio, afirmando que Santa Águeda “murió mártir en el pasado”, pero su martirio “se hace actual debido a los milagros que obra por su intercesión”: “(Nos reunimos en el) aniversario de una santa mártir; su combate por la fe, tan conocido y venerado, es algo que históricamente pertenece al pasado, pero que, en cierto modo, se nos hace actual a través de los divinos milagros que un día tras otro van formando su corona y su ornato”[2].
         Luego, San Metodio elogia la virginidad de Santa Águeda, afirmando que ella es virgen porque “nació del Verbo de Dios”, que es “Espíritu Purísimo”, recibiendo de Él su filiación divina, puesto que Santa Águeda creyó en Él: “Es virgen porque nació del Verbo inmortal de Dios, Hijo invisible del Padre (este Hijo que también por mí experimentó la muerte en su carne), según aquellas palabras del evangelista Juan: A cuantos lo recibieron dio poder de llegar a ser hijos de Dios”[3].
         Santa Águeda, dice San Metodio, es virgen, y lo es, aun cuando está “desposada con Cristo”, porque se trata de un desposorio místico, celestial, sobrenatural, en el que brilla la virginidad de los esposos, unidos en el Amor Purísimo de Dios: “Esta mujer virgen, la que hoy os ha invitado a nuestro convite sagrado, es la mujer desposada con un solo esposo, Cristo, para decirlo con el mismo simbolismo nupcial que emplea el apóstol Pablo”[4].
         La santa, que por su fe en Cristo era también una de las vírgenes prudentes, bebía del Cáliz de la Nueva Alianza, Cáliz que contiene la Sangre Preciosísima del Cordero, y por esta Sangre recibía al Divino Amor, quien encendía cada vez más su corazón en el amor al Cordero y la llevaba a meditar en su Pasión, día y noche: “Una virgen que, con la lámpara siempre encendida, enrojecía y embellecía sus labios, mejillas y lengua con la púrpura de la sangre del verdadero y divino Cordero, y que no dejaba de recordar y meditar continuamente la muerte de su ardiente enamorado, como si la tuviera presente ante sus ojos”[5].
         Al beber la Sangre del Cordero, su alma quedaba impregnada por la gracia santificante, la cual se convertía en ella en el traje nupcial y la hacía resplandecer en su amor virginal: “De este modo, su mística vestidura es un testimonio que habla por sí mismo a todas las generaciones futuras, ya que lleva en sí la marca indeleble de la sangre de Cristo, de la que está impregnada, como también la blancura resplandeciente de su virginidad”[6].
         San Metodio analiza luego el nombre de la santa, que significa “buena”, y afirma que “hizo honor a su nombre”, pero no porque fuera buena por sí misma, sino porque por la gracia se hizo partícipe de la misma bondad divina: “Águeda hizo honor a su nombre, que significa «buena»; ella fue en verdad buena por su identificación con el mismo Dios; fue buena para su divino Esposo y lo es también para nosotros, ya que su bondad provenía del mismo Dios, fuente de todo bien. En efecto, ¿cuál es la causa suprema de toda bondad, sino aquel que es el sumo bien? Por esto, difícilmente hallaríamos algo que mereciera, como Águeda, nuestros elogios y alabanzas”[7].
         Por último, San Metodio elogia a Águeda en su bondad, que proviene, como hemos visto, por participación a la divina bondad, y espera que, por su intercesión, también nosotros seamos capaces de no solo imitarla en su bondad, sino de alcanzar el Reino de los cielos, como felizmente lo hizo Santa Águeda, por el doble camino virtuoso de la Cruz y de la virginidad: “Águeda, buena de nombre y por sus hechos; Águeda, cuyo nombre indica de antemano la bondad de sus obras maravillosas, y cuyas obras corresponden a la bondad de su nombre; Águeda, cuyo solo nombre es un estímulo para que todos acudan a ella, y que nos enseña también con su ejemplo a que todos pongamos el máximo empeño en llegar sin demora al bien verdadero, que es sólo Dios”.


[1] http://www.liturgiadelashoras.com.ar/
[2] De la Disertación de San Metodio de Sicilia, sobre santa Águeda, Analecta Bollandiana 68, 76-78.
[3] Cfr. ibidem.
[4] Cfr. ibidem.
[5] Cfr. ibidem.
[6] Cfr. ibidem.
[7] Cfr. ibidem.

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