Cuando Jesús se le apareció a Santa Margarita María de
Alacquoque, le reveló la devoción al Sagrado Corazón y le reveló además cuáles
serían las promesas para los devotos del Sagrado Corazón, quienes para
alcanzarlas, debían comulgar y confesar nueve primeros viernes de mes.
Estas promesas[1]
son:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2.
Pondré paz en sus familias.
3.
Les consolaré en sus penas.
4.
Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
5.
Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6.
Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
7.
Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la
misericordia.
8.
Las almas tibias se volverán fervorosas.
9.
Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
10.
Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
11.
Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi
Corazón, y jamás será borrado de Él.
12.
Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá
a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la
gracia de la perseverancia final. No morirán sin mi gracia, ni sin la recepción
de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento
supremo.
Las promesas son válidas para quienes confiesen y comulguen
nueve primeros viernes de mes y también para quienes entronicen la imagen del
Sagrado Corazón en sus hogares. Ahora bien, al ser la Eucaristía ese mismo
Sagrado Corazón de Jesús, que late, vivo, resucitado, glorioso, en la
Eucaristía, podríamos decir que las promesas del Sagrado Corazón se hacen
extensivas a quienes no solo entronicen el Sagrado Corazón en sus casas, sino también
para quienes entronicen al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús en sus propios
corazones. En otras palabras, serían merecedores de las mismas promesas del
Sagrado Corazón, aquellos que conviertan a sus propios corazones en otros
tantos altares en donde el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús sea ensalzado,
amado y adorado, en el tiempo y en la eternidad.
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