San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

lunes, 18 de septiembre de 2023

San Andrés Kim Taegon y compañeros mártires

 



          Vida de santidad.

Memoria de los santos Andrés Kim Taegön, presbítero, Pablo Chöng Hasang y compañeros, mártires en Corea. En este día se veneran en una común celebración todos los ciento tres mártires que en Corea dieron un heroico testimonio de la fe católica en Cristo Jesús, fe la cual fue  introducida con piedad y fervor por algunos laicos y luego fue alimentada y reafirmada por la predicación y celebración de los sacramentos por medio de los misioneros. Todos estos gloriosos mártires de Cristo —tres obispos, ocho presbíteros, y los restantes laicos, casados o no, ancianos, jóvenes y niños—, unidos en el suplicio, consagraron con su sangre preciosa las primicias de la Iglesia Católica en Corea (1839-1867)[1]. Por esta razón, se puede afirmar con certeza que fueron los laicos quienes llevaron la fe católica a Corea al final del siglo XVI. En esse entonces, la evangelización era muy difícil porque Corea se mantenía aislada del mundo, con la excepción de los viajes a Pekín para pagar impuestos[2]. Fue precisamente, en uno de esos viajes, hacia el año 1777, en el que algunos coreanos cultos fueron catequizados por los padres jesuitas que estaban misionando en China. De esta manera, dieron comienzo a una igleisa doméstica en Corea. Doce años después, un sacerdote chino fue el primer consagrado que logró entrar secretamente en Corea, encontrando allí una piadosa congregación de unos cuatro mil católicos, los cuales nunca habían visto un sacerdote. Siete años mas tarde el número de católicos era alrededor de diez mil y esto en médio de grandes persecuciones.

San Andrés Kim Taegon era hijo de nobles coreanos conversos. Su padre, Ignacio Kim, fue martirizado en la persecución del año 1839, siendo beatificado en el año 1925 con su hijo. Andrés fue bautizado a los 15 años de edad; luego recorrió unos mil quilômetros para poder estudiar en el seminario más cercano, ubicado en Macao, China. Seis años después regresó a su país a través de Manchuria, cruzó el Mar Amarillo y más tarde fue ordenado sacerdote en Shangai, convirtiéndose así en el primer sacerdote católico nacido en Corea. Ya ordenado, regresó a Corea y se le confió la tarea de preparar el camino para el ingreso de misioneros por el mar, para así evitar los guardias de la frontera. En el año 1846, cuando tenía veinticinco años, fue arrestado, torturado y decapitado junto al río Han, cerca de Seúl, Corea. En esa época hubieron varios miles de mártires coreanos, hasta que en 1883 llegó la libertad religiosa, finalizando así la persecución sangrienta a la Iglesia Católica en Corea.

San Andrés Kim Taegon fue canonizado el 6 de Mayo de 1984 por Juan Pablo II en su visita a Corea, junto con 102 otros mártires, incluyendo el seminarista Pablo Chong Hasang. La mayoría de los mártires canonizados eran laicos. San Pablo Chong Hasang era un seminarista coreano de 45 años de edad.  Murió mártir en la misma persecución en que murió San Andrés Kim Taegon. Entre los mártires del 1839 está Columba Kim, soltera de 26 años, y su hermana Agnes. Las arrestaron y las tiraron desnudas a una celda con criminales condenados. Aunque las tuvieron allí dos días, aquellos hombres no las molestaron. Después que Columba protestó por esa indignidad, ya no sometieron a otras mujeres a esa ignominia. A Columba la quemaron con herramientas calientes y carbones. Ambas fueron finalmente decapitadas. A un niño de 13 años, Pedro Ryou, le destrozaron la piel de tal manera que podía tomar pedazos de ella y tirarla a los jueces. Lo estrangularon. Protase Chong, un noble de 41 años de edad, apostató bajo tortura y lo liberaron, aunque más tarde volvió y confesó su fe y lo torturaron hasta la muerte, obteniendo así la gloriosa palma del martirio.

La multitud en la misa de canonización fue una de las más grandes que jamás se hayan reunido en la faz de la tierra, lo cual confirma el dicho de los Padres de la Iglesia: “La sangre de los mártires es semilla para nuevos cristianos”.

          Mensaje de santidad.

El mensaje de santidad de estos heroicos mártires está bien sintetizado por San Juan Pablo II, quien dijo lo siguiente en la ceremonia de canonización: “La Iglesia coreana es única porque fue fundada completamente por laicos. Esta Iglesia incipiente, tan joven y sin embargo tan fuerte en la fe, soportó hola tras hola de feroz persecución. De manera que en menos de un siglo podía gloriarse de tener 10.000 mártires. La muerte de estos mártires fue la levadura de la Iglesia y llevó al espléndido florecimiento actual de la Iglesia coreana. Todavía hoy, el espíritu inmortal de los mártires sostiene a los cristianos de la Iglesia del silencio en el norte de esta tierra trágicamente dividida”. El martirio de Kim Taegon y compañeros, nos demuestra que el poder y el Amor de Dios son infinitame más grandes que el odio diabólico y humano, manifestados en la persecución de la Iglesia, tanto de forma cruenta como incruenta y que, aunque el Demonio y los hombres impíos piensen que con la muerte física de los mártires de Cristo se da fin a la Iglesia Católica, la Iglesia, por medio de la sangre de sus hijos derramadas por amor a Cristo, crece sin cesar, estableciendo ya en la tierra, por la sangre de los mártires, una semilla, un germen, del Reino de los cielos, que no tiene fin.

 

 

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