San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 13 de junio de 2023

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

 



         La Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús se celebra en toda la Iglesia por pedido expreso de Jesús, porque si bien hasta las apariciones a Santa Margarita había ya distintas devociones al Sagrado Corazón, estas estaban circunscriptas a algunos lugares determinados o a algunos santos a los cuales Jesús se les había aparecido como el Sagrado Corazón. Sin embargo, en el año 1673, Jesús comienza a aparecerse a una monja, Santa Margarita María de Alacquoque y será en estas apariciones en las que el mismo Jesús pedirá que la devoción se extienda a toda la Iglesia: en 1675, Jesús le dijo a Santa Margarita María que quería que la Fiesta del Sagrado Corazón se celebrara el viernes después de la octava del Corpus Christi; en 1856, la Fiesta del Sagrado Corazón se convirtió en fiesta universal[1].

         Con respecto a la aparición, nos podemos preguntar la razón por la cual Jesús quiere que sea honrado y adorado como el Sagrado Corazón. La respuesta la tenemos ya en la primera aparición, ocurrida el 27 de diciembre de 1673. En esa aparición, Jesús le dijo así a Santa Margarita María Alacoque: “Mi Divino Corazón está tan inflamado de amor por los hombres, y por ti en particular, que, no pudiendo más contener en Sí mismo las llamas de Su ardiente Caridad, debe esparcirlas por tus medios y manifestarse a ellos (la humanidad) para enriquecerlos con las preciosas gracias de la santificación y la salvación necesarias para sacarlos del abismo de la perdición”[2].

         De las palabras de Jesús podemos sacar tres elementos esenciales de la devoción: la inmensidad del Amor de Dios por los hombres; la donación de gracias que los hombres necesitan para ser santos y así entrar al Cielo; evitar, por medio de la devoción al Sagrado Corazón, la eterna condenación en el Infierno.

         El primer elemento, el Amor Misericordioso de Dios por los hombres, está representado en el mismo Corazón de Jesús, puesto que el corazón es símbolo del amor: en este caso, es el símbolo del Amor de Dios a los hombres. Este Amor Misericordioso es infinito y eterno y esto lo deducimos porque el Corazón de Jesús está envuelto en llamas de fuego: son las llamas del Divino Amor, la Tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, cuyo amor, por ser el Divino Amor, es infinito y eterno.

El segundo elemento, las gracias necesarias para la santificación, están contenidas estas gracias en la misma devoción: Jesús promete la eterna salvación para aquel que, adorando al Sagrado Corazón de Jesús, Presente en la Sagrada Eucaristía, confiese y comulgue nueve primeros viernes. Por estas gracias, entonces, el alma obtiene el Reino de los cielos.

El tercer elemento, el evitar la eterna condenación en el Infierno, se deduce explícitamente de las palabras de Jesús en la Primera Aparición: “Mi Divino Corazón quiere esparcir las gracias que necesitan los hombres para evitar el abismo de perdición”. El “abismo de perdición” no es otra cosa que el Infierno eterno, el Infierno de los condenados, adonde van a parar los ángeles rebeldes y los hombres que mueren en estado de pecado mortal por propia voluntad, por esto es que, quien se condena en el Infierno, lo hace por propia voluntad y no porque sea Dios quien lo condena. Quien se condena, lo hace porque libremente decidió rechazar a Dios y elegir el pecado y puesto que Dios respeta nuestro libre albedrío, no fuerza a nadie a entrar en su Reino, pero quien no quiera entrar en el Reino de los cielos, por medio de la devoción al Sagrado Corazón, entrará al reino de las tinieblas, donde reina Satanás, donde no hay redención, el Infierno y esto por toda la eternidad. Muchos se equivocan y piensan que la devoción al Sagrado Corazón es una devoción sentimentalista, sensiblera, que no tiene mayor trascendencia; sin embargo, la devoción al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús es esencial para nuestra eterna salvación y de tal manera que, podemos decir, quien no tiene devoción al Sagrado Corazón de Jesús, está muy lejos del Amor de Dios y su alma corre el riesgo de la eterna perdición. Adoremos al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, que late con el ritmo del Divino Amor en la Sagrada Eucaristía y que esta adoración en el tiempo se continúe con la eterna adoración al Sagrado Corazón en el Reino de los cielos.

 

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