Dentro de todas las innumerables
virtudes del Padre Pío, se encuentran su compasión por quienes se encuentran
afligidos por diversas enfermedades. A tal punto llegó su compasión, que no se
quedó cruzado de brazos, sino que comenzó una campaña para recolectar dinero para
poder fundar un hospital destinado a los que padecen todo tipo de enfermedades,
hospital al cual llamó: “Casa alivio del sufrimiento”. En la actualidad, el
hospital fundado por el Padre Pío es uno de los mejores de Italia y del mundo.
Pero hay un designio del
Padre Pío en el nombre del hospital y es que en el nombre se indica cuál es el
verdadero alivio que el Padre Pío quería para sus enfermos. Aunque pueda
parecernos extraño, el Padre Pío quería que los enfermos se curaran y así se
vieran aliviados, pero no era ese el principal deseo del Padre Pío, porque él
buscaba otro alivio, mucho más profundo, para los enfermos, que la simple curación
de sus enfermedades y era la curación del alma por la gracia santificante de
Cristo y su santificación por medio de la participación en la Pasión y Muerte
en cruz de Cristo. Ése era el verdadero alivio que buscaba el Padre Pío para
los enfermos: no tanto que se curasen de sus enfermedades del cuerpo, sino ante
todo que fueran curados en el alma por la gracia santificante de Nuestro Señor
Jesucristo, gracia que brota de su Corazón traspasado y que se comunica por
medio de los sacramentos.
Y es el mismo Padre Pío quien nos muestra cuál es el verdadero
alivio del sufrimiento y nos lo muestra con sus llagas: el verdadero alivio no
es la curación de la enfermedad, sino la unión con Cristo crucificado. Cuando el
alma se une a Cristo en la cruz, es ahí cuando experimenta un alivio en su
sufrimiento, no porque su enfermedad sea curada milagrosamente, sino porque al
unirse a Cristo por el sufrimiento, es Cristo Quien toma ese sufrimiento como
si fuera propio y lo convierte, con su santidad y su poder divino, en una
fuente de santificación, para el alma que sufre y para todos aquellos por
quienes esa alma ofrece su sufrimiento. Al recordarlo en su día, le pidamos al
Padre Pío que nos enseñe a apreciar y desear unirnos a Cristo crucificado, para
así obtener alivio para nuestras almas y las de nuestros seres queridos.
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