“He
aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y solo ha recibido de ellos
ingratitud e indiferencia”, le dice Jesús a Santa Margarita en una de sus
apariciones.
¿Qué
significan estas palabras? “Ingratitud”: es el desagradecido, el que no
agradece el favor que se le hizo.
“Indiferencia”:
a la persona no le importa que algo o alguien esté en algún lugar determinado o
que haya hecho algo a su favor.
En
los dos casos, se aplica a los cristianos católicos, tanto seglares como
religiosos y se refieren a la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor
Jesucristo y a su Presencia sacramental, en Persona, en la Eucaristía.
Esta
ingratitud e indiferencia se puede constatar a lo largo y ancho del planeta y
abarca a toda la Iglesia Católica, en todo el planeta. Los católicos son
ingratos e indiferentes para con Jesús, porque o no valoran o no les importa lo
que Jesús hizo por todos y cada uno de nosotros. ¿Qué hizo Jesús? Dio su vida
en la Cruz, para quitarnos el pecado original, para librarnos del Demonio, para
concedernos la gracia de la filiación divina, todo a través de su Sangre
Preciosísima, vehículo del Espíritu Santo. Además, ideó el Sacramento de la
Eucaristía, por el cual cumple su palabra de quedarse con nosotros todos los
días, hasta el fin del mundo, además de concedernos su vida divina cuando lo recibimos
en gracia, anticipándonos la vida eterna del Reino de los cielos.
Pero
nada de esto parece importarles a la gran mayoría de los católicos, niños y
adultos, jóvenes y ancianos, seglares y religiosos, que prefieren los
atractivos mundanos antes que acudir a recibir en gracia, previo paso por la
Confesión Sacramental, al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, que late, vivo,
glorioso y resucitado, en el Santísimo Sacramento del Altar.
“He
aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y solo ha recibido de ellos
ingratitud e indiferencia”. Para no ser ingratos e indiferentes, debemos
meditar en el peligro del cual Jesús nos libró, el Infierno y debemos meditar
en su Sagrada Pasión y en su Presencia Personal en la Sagrada Eucaristía.
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