San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 19 de noviembre de 2021

San Expedito vence al Demonio con la fuerza de la Santa Cruz

 



         San Expedito, que era un soldado romano pagano, recibió en un momento de su vida una gracia muy especial, la gracia de conocer al Salvador y Redentor de los hombres, el Hombre-Dios Jesucristo. Sin embargo, en el mismo momento en que recibió esta gracia y antes de que San Expedito respondiera libremente al don concedido por Dios, se le apareció el Demonio, bajo la forma de un cuervo negro, para tentarlo y así convencerlo de que no se convirtiera a Jesucristo y continuara en las tinieblas del paganismo, del ocultismo, del pecado y de la ignorancia. Satanás se le aparece a San Expedito para tentarlo con una tentación exactamente opuesta a la gracia que había recibido: si San Expedito había recibido la gracia de conocer a Jesús para abandonar inmediatamente la vida de pagano y de oscuridad en la que vivía, el Demonio lo tentaba con lo opuesto, es decir, dejar de lado a Jesús y continuar en el paganismo, postergando la conversión para “mañana” y es por eso que comienza a revolotear alrededor del santo diciendo “mañana, mañana”. Como toda tentación, es engañosa y se presenta con apariencia de bien: lo que el Demonio quería era que San Expedito dijera: “Bueno, sí voy a seguir a Cristo, pero no hoy, sino mañana; voy a postergar mi conversión para mañana, mientras tanto, voy a seguir siendo pagano, voy a seguir consultando a los brujos, voy a seguir dejándome dominar por las pasiones. Total, mañana me convierto y listo”. Pero esto es engañoso, porque no estamos seguros si hemos de vivir no ya mañana, sino ni siquiera en unos minutos, por lo tanto, si San Expedito cedía a la tentación del Demonio, corría el grave de riesgo de no convertirse nunca. San Expedito se encontraba ante una encrucijada, en la que debía elegir, o la gracia de aceptar a Cristo, o dejarse seducir por la tentación que le ofrecía el Demonio.

         Pero San Expedito no se dejó seducir por el Demonio y levantando la Santa Cruz de Jesús en lo alto, dijo: “¡Hoy! ¡Hoy me convierto a Jesucristo! ¡Hoy dejo la vida de pagano, la vida de hijo de las tinieblas, para convertirme en cristiano y en hijo de Dios por la gracia! ¡Hoy dejo de cumplir los mandamientos del Demonio, para empezar a cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios! ¡Hoy y no mañana comienzo a ser adorar del Hombre-Dios Jesucristo!”. Y diciendo esto y levantando en alto la Santa Cruz de Jesús, aplastó la cabeza del Demonio que seguía bajo la forma de un cuervo e inadvertidamente se había acercado lo suficiente hasta San Expedito, como para ser alcanzado por sus pies. Lo que nos enseña San Expedito es que si nosotros enfrentamos al Demonio por nosotros mismos, seremos vencidos indefectiblemente, pero si lo enfrentamos armados con la Santa Cruz de Jesús, entonces es el Demonio el que sale derrotado completamente, porque Jesús, que es Dios, lo vence con su Sangre Preciosísima.

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