Los santos Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del
Castillo, sacerdotes jesuitas, alcanzaron el Cielo por haber sido asesinados
por el Nombre de Cristo. Ellos habían llegado al actual Paraguay y comenzaron a
predicar el Evangelio a los paganos, a los que no conocían a Cristo. Predicar
el Evangelio quiere decir, en concreto, que les enseñaron a los habitantes de
estas tierras que Cristo era el Verdadero y Único Dios, que está en la
Eucaristía y en el Cielo, que murió en la cruz para salvarnos del Infierno y
para conducirnos al Reino de Dios y que para eso debían abandonar sus ídolos
paganos, porque sus ídolos paganos eran demonios y que debían comenzar a adorar
al Hombre-Dios Jesucristo; la Evangelización significa que les dijeron que
debían abandonar sus vidas paganas, caracterizadas por el dominio tiránico de
las pasiones, lo que explica que el pagano viva según las pasiones
descontroladas y no según la razón; es lo que explica que se abandonen a la ira,
a la venganza, a la codicia, a la violencia, a la lujuria, a la idolatría de
los fetiches paganos, al alcoholismo, a la poligamia y, en definitiva, a todo
lo que contraría a la Ley de Dios.
Por un tiempo, los santos mártires tuvieron éxito en su prédica
y así lograron convertir a Jesucristo a muchos paganos que así dejaron de
adorar a sus ídolos.
Sin embargo, si a los santos los envía y acompaña Nuestro
Señor Jesucristo y también la Madre de Dios, María Santísima, a los paganos y
hombres malos los dominan Satanás y los ángeles caídos y es así que, guiados
por estos ángeles caídos y enceguecidos por su perversidad y su odio a Dios y
sus elegidos, muchos de los que no se habían querido convertir, rechazaron la
Cruz y la salvación de Jesucristo porque deseaban continuar con sus vidas de
paganos y con sus ídolos; fue así que estos paganos, resistiéndose a la
iluminación de la Luz Eterna Jesucristo y prefiriendo las tinieblas del
Príncipe de las tinieblas, Satanás, dieron muerte cruenta a los santos mártires
rioplatenses.
Aprendamos de los santos mártires, que dieron sus vidas para
cumplir las palabras de Jesús: “Id y predicado el Evangelio a todas las
naciones y bautizadlos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y
según nuestro estado de vida, procuremos llevar una vida santa en el
seguimiento de Cristo y sus Mandamientos, que es la mejor forma de evangelizar
en un mundo mucho peor que el que encontraron los santos mártires rioplatenses,
porque es un mundo dominado en su casi totalidad por el Príncipe de las
tinieblas, Satanás.
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